Heme aquí sentado en el balcón del séptimo piso de un hotel de Mazatlán, viendo cómo las olas del mar van y vienen, generando su característico y adormecedor susurro, con el cual pretendo sonreír y levantarme un poco el ánimo, aunque en honor a la verdad, dudo que hoy por hoy pueda hacerlo.
La influencia de este estado de ánimo, más bien alicaído que eufórico, me ha hecho identificarme ?toda proporción guardada- con el personaje principal de aquella poesía de Juan de Dios Pesa (Reír Llorando), que nos narra la vida de un famoso payaso inglés llamado ?Garrick? y cuya historia más o menos versaba así:
Viendo a Garrick actor de la Inglaterra, el pueblo al aplaudirle le decía: Eres el más gracioso de la tierra? y el más feliz? ja... ja? y el cómico reía. Víctimas del ?splen? (tristeza) los altos Loores, en sus noches más negras y pesadas, iban a ver al rey de los actores, y cambiaban su splen? ¡¡en carcajadas!!
Una vez, ante un médico famoso, llegose un hombre de mirar sombrío. ¡¡Sufro!!... le dijo, un mal tan espantoso, como esta palidez del rostro mío. Nada me causa encanto ni atractivo, no me importa mi nombre ni mi suerte, en un eterno splen muriendo vivo, y es mi única ilusión? la de la muerte.
Viajad y os distraeréis? ¡Tanto he viajado! Las lecturas buscad? ¡Tanto he leído! Que os ame una mujer? ¡Sí soy amado! Un título adquirid? ¡Noble he nacido! ¿Pobre seréis quizá?? ¡Tengo riquezas! ¿De lisonjas gustáis?? ¡Tantas escucho!, ¿que tenéis por amigos?? ¡Mis tristezas!?Vais a los cementerios? ¡Mucho-mucho!? ¿De vuestra vida actual tenéis testigos?? !Sí!, mas no dejo que me impongan yugos, yo les llamo a los muertos mis amigos, y les llamo a los vivos? mis verdugos.
Me deja? agregó el médico perplejo, vuestro mal ya no debe acobardaos, tomad hoy por receta este consejo, sólo viendo a ?Garrick? podéis curaos. ¿A Garrick?? ¡¡Sí, a Garrick!!? La más remisa y austera sociedad le busca ansiosa, todo aquél que lo ve muere de risa? ¿Y a mí me hará reír?? ¡¡Oooh sí, os lo juro!!? ¿Mas que os inquieta?... dijo el enfermo? ¡¡No me curo!!..., ¡¡Yo soy Garrick!!? cambiadme la receta.
Cuántos hay que cansados de la vida, enfermos de pesar muertos de tedio, hacen reír como el actor suicida, sin encontrar para su mal remedio. Aaaay cuántas veces al reír se llora, nadie en lo alegre de la risa fíe, porque los seres que el dolor devora, el alma gime... cuando el rostro ríe.
Si se muere la fe, si huye la calma, si sólo abrojos nuestra planta pisa, lanza a la faz la tempestad del alma, un relámpago triste? ¡¡La sonrisa!! El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto... y también a llorar? con carcajadas.
Hermosa? ¿No? Dicho esto, me pregunto... ¿Cuántas personas en algún momento de la vida hemos tenido que sonreír frente a todo el mundo aunque por dentro ?como Garrick- tengamos el corazón hecho pedazos.
¿Qué pasa con nuestra religión y con nuestras costumbres?, que aunque es cierto que nos dicen que habremos de morir algún día, aun les falta mucho para hacernos entender -de alguna forma- ?que no somos eternos?, aunque de hecho vivamos como si lo fuéramos.
Y así podemos jugar y gastar hasta quedar en banca rota. Comer hasta que nos da un infarto. O matarnos trabajando hasta perder la salud para luego darle nuestras ganancias a los médicos para que nos la devuelvan.
Vivimos apegados en grado tal a las cosas materiales, a los placeres, y a la tierra, que en el momento en que nos dicen, que alguien allegado a nosotros debe empezar a ?hacer la maleta? para ese viaje -sólo de ida- al que todos deberemos de asistir algún día, es ahí donde de pronto el mundo parece desplomarse, lo material pierde todo su sentido, y hasta sentimos que la tierra se abre bajo nuestros pies pretendiendo engullirnos en sus entrañas.
Dicen que todos los mexicanos nos reímos de la muerte, la calaca, o la catrina? ¡¡Pero eso es falso!! Nos reímos -en el día de muertos- porque creemos que la muerte sólo visitará a nuestros vecinos... jamás a nosotros.
Tres tequilas dobles nos bastan para sentirnos ?hijos de José Alfredo Jiménez? y echarnos aquélla de: No vale nada la vida, la vida no vale nada. Pero a la hora de que nos dicen? se te acabó el ?contrato? que tenías para estar aquí? es ahí donde aquella frase que seguido decía papá cobra fatídica actualidad: ¡¡No te arrugues cuero viejo, que te quiero pa?salea!!
Siento que pueblos como el japonés, y algunos más de la región arábiga son educados desde niños con una idea más pragmática de lo que es la muerte y de lo que hay en el más allá y por ello al llegar el momentote la partida lo toman con flemática tranquilidad. Y aunque es cierto que a nosotros nos han hablado del cielo desde el día en que nacimos, al menos en mi caso, la concepción de ?mi cielo? no es rodeado de toda mi familia... al menos no, como hoy los veo.
Me duele decirlo ?qué más quisiera yo- pero en mi pobre concepción terrenal, no me veo en un cielo rodeado de familiares y seres queridos, ¿y cómo hacerlo?... si en mi mentalidad pragmática, sé bien que sus cuerpos se quedarán aquí en la Tierra hechos polvo.
Creo que nuestra concepción del cielo es pobre en comparación con la que tienen otras religiones y otras razas, y quizá sea por ello que nos duele hasta lo más profundo de nuestro ser cuando un ser querido se nos va, pues estamos casi seguros de que al perder a un padre, a un hermano, o a un hijo... ¡¡No lo volveremos a ver jamás!!, y si yo estuviera en el error, ¿cómo explica usted que nos duela tanto esa separación física?, si hipotéticamente todo es cuestión de tiempo? para volvernos a ver.
Cierto es, que en nuestro dolor, deseamos creer que ?sí los volveremos a ver?, y tratamos de convencernos de ello aunque sólo sea para hacer nuestro dolor? ?más llevadero?.
Bueno, eso pienso ahorita a mis noveles 51 años, pero espero de corazón que con el paso del tiempo, un poco de voluntad... ¡¡Y acercándome más a Dios!!? diría el carismático y sonriente padre Enrique Ponce de León, cuya sonrisa espontánea y contagiosa me recuerda a aquel famoso y generoso médico Patch Adams que personificó el actor Robin Williams.
Así pues, a partir de hoy, y como le dijeron a Garrick: ?Tomad hoy por receta este consejo?, creo que me acercaré un poco más a Dios, y trataré de conseguir a como dé lugar, una pequeña porción de ese ?Don? que ni se compra, ni se cambia, ni se obtiene con el paso de los años . Ese ?Don? que es considerado por los místicos como? ?el gran regalo de Dios?, y que por ello, sólo ?Él? es capaz de dárnoslo.
Dios mío... Hoy más que nunca necesito de ti? ¡¡Un poco de? ?Fe?!!
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