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Punto de Vista / Rescatando Historias

Dr. Fernando Llama Alatorre

De cómo se fue poblando el norte de Coahuila

Don Miguel Ferriño (Ferrigno) Landero acababa de llegar al puerto de Veracruz procedente de Italia, y como paso siguiente se subió a uno de los 50 enormes carretones de don Ramón Guevara, quien estaba próximo a partir hacia un fértil valle conocido entonces como De las Cuatro Ciénegas, allá en el lejano, inhóspito y despoblado Estado de Coahuila, corría entonces el fresco mes de noviembre de 1852.

Hasta aquel lejano valle de las cuatro ciénegas iría don Miguel Ferriño para dedicarse como sus ancestros italianos a la siembra de las parras y a la fabricación de vino.

El tiempo era bueno, las lluvias casi habían terminado, y por ello don Ramón aseguraba a sus pasajeros que en poco más de dos meses estarían arribando a la región de Cuatrociénegas. Llenos los 50 carretones de pasajeros, muebles y mercancía de todo tipo, al grito de... ¡¡¡Avancen!!!... los pesados carretones con ruedas de madera de casi dos metros de altura empezaron a moverse lentamente tirados cada uno por dos enormes bueyes.

Se iniciaba con esto el difícil viaje de 60 días en donde habría que sortear barrancos, sierras y ríos, sin olvidar las gavillas de ladrones que asolaban caminos y veredas, y en donde sólo el instinto de orientación de don Ramón Guevara llevaría hasta su destino a ese "tren de carretas" que en su periplo anual, llevaría a centenares de personas -y a sus pertenencias-, desde el puerto de Veracruz hasta las inhóspitas tierras del norte de Coahuila.

Luego de más de dos meses de duro camino, don Miguel Ferriño llegó a Cuatrociénegas. Y luego de 12 años de trabajo arduo - luchando contra el clima, las sequías y los ladrones-, sus sarmientos dieron parras, sus parras dieron uvas y sus uvas produjeron vino, y fue así que en el año de 1864 don Miguel fundó sus hoy famosas? Bodegas Ferriño.

Y así, al lento paso de día con día, pasaron 135 años, y un buen día de 1999 platicando con don Miguel Guevara conocido y querido cieneguense ?nieto de aquel don Ramón Guevara-, me decía en tono de broma: Mira Fernando? en el tiempo de mi abuelo, mandabas una carta anunciando el nacimiento de tu hijo, y te llegaban las felicitaciones cuando el chamaco? ya se rasuraba.

Contaba el abuelo Ramón, que había que tener cuidado con las ruedas de madera de las carretas, pues cuando una "masa" ?parte central de la rueda- se rompía, había que acampar ahí mismo durante una semana mientras se mandaba ?un propio? ?una persona- por el rumbo de Tamaulipas a cortar un "mezquite de rocío", que era el indicado para hacer las masas de las grandes ruedas de los carretones de bueyes.

Me contaba Miguel que los carretones de su abuelo hacia ?la ruta? Veracruz, Coahuila, Durango, Chihuahua, -y pueblos circunvecinos-, tardando de ocho a diez meses en hacer su ?periplo? anual -viaje o recorrido con regreso al punto de partida- para ver nuevamente a su familia.

Los carretones del Sr. Guevara transportaron a decenas de familias extrajeras desde el puerto de Veracruz, hasta los lugares más recónditos del norte de México, en donde años más tarde fundaron prósperos negocios. Baste mencionar entre ellos a los Ferriño de Cuatrociénegas. A los Visconte de Durango y a los Ferrara de Chihuahua, familias que deben a don Ramón Guevara el haber llegado sanos y salvos a esos lugares que luego les dieron fama y fortuna. Don Segundo Llama Negrete - mi querido abuelo- luego de un mes de travesía por barco desembarcó en el puerto de Veracruz procedente de Guriezo Santander, España en el año de 1892, y hoy día, aún ignoro si fue el propio don Ramón quien lo llevó hasta San Pedro de las Colonias, Coah.

15 de septiembre 1999

Aprovechando el puente del 16, salí como siempre con rumbo norte para llevar a mi esposa a Cuatrociénegas a que asistiera a los festejos de su escuela primaria Benito Juárez, que cumplía 100 años de haberse fundado, de allí me pasé a platicar con mi buen amigo Miguel Guevara (nieto de aquel don Ramón de las carretas) para que me "ilustrara" de cómo fueron aquellos años en que con tantos sacrificios y riesgos se fue poblando Coahuila.

Mira Fernando... Toda esta región pertenecía al Marquesado de Aguayo, y aunque don Miguel vivía en Patos (hoy General Cepeda), su propiedad colindaba con Texas al norte y con Durango al Sur.

Dentro de su propiedad tenía muchas haciendas y la de aquí se llamaba... San José de Cuatrociénegas.

Desde el año de 1781, hasta la fecha de su elevación a Villa en el año de 1800, la hacienda estuvo abandonada porque los indios eran muy hostiles, mataban a la gente, quemaban las casas, y se llevaban los bueyes y todo lo que encontraban a su paso.

Por esta razón don Julián de la Riva que entonces rentaba estos terrenos por 25 pesos anuales, se trasladó a vivir a la hacienda de Dolores y sólo venía año con año -y a riesgo de su vida- a cosechar las uvas que ya desde entonces eran famosas en Cuatrociénegas. Se sabe que ya desde 1781 había en la hacienda un gran alambique, lo que indica que ya desde ese año se hacía vino en la región cieneguense.

Pero no fue sino hasta el 24 de mayo de 1800 que llegó a la hacienda el gobernador Militar y Político por S.M. -que Dios guarde- de esta provincia de San Francisco, Coahuila o Nueva Extremadura, teniente coronel de caballería don Antonio Cordero y Bustamante, quien frente a los 11 únicos pobladores de la hacienda y dos testigos más que daban fe -a falta de un escribano-, que se otorgó a la antigua hacienda el título de Villa de Cuatrociénegas, dejando a don Julián de la Riva como teniente político de la nueva villa.

En aquellos tiempos todo el desierto de Coahuila estaba deshabitado, así que el gobierno le encomendó a la compañía García Teruel y Sánchez Navarro (Sánchez Navarro era el abuelo de Manolo Fábregas) que deslindara los terrenos para irlos otorgando a los seguidores de ?la causa?. De esa forma los terrenos se fueron repartiendo y Coahuila se fue poblando.

A los Sánchez Navarro les pagaron su trabajo de deslinde con terrenos y así llegaron a tener 7 millones de hectáreas -como se menciona en el libro El Emporio de los Sánchez Navarro, lo malo fue que estos últimos se aliaron con Maximiliano, y a la hora que Juárez triunfó... les quitaron casi todo.

En época de Maximiliano, los Sánchez Navarro llegaron a tener más de 30 mil borregas, y en los años de sequía en que no había pasto para alimentarlas, no habiendo otra forma de transporte, se las llevaban "arreando" hasta Guadalajara para venderlas... imagínese usted, varios meses arreando a 30 mil borregas.

Fue en la época de don Porfirio (1884) cuando se tendieron más vías de ferrocarril por todo México, y fue hasta entonces que el ferrocarril de Torreón -Paredón- Monclova fue alargado hasta tocar Cuatrociénegas. Tiempo después tocó a don Venustiano Carranza -entonces presidente de la república- continuarlo rumbo a Sierra Mojada, sólo que lo dejó sin terminar en el rancho de la víbora, cuando Venustiano fue asesinado en 1920.

Cuando Juárez llegó al poder por primera vez, le mandó una carta a don Jesús Carranza -padre de Venustiano- para que viera la forma de abrir un camino de terracería que uniese Cuatrociénegas con Paso del Norte -hoy Ciudad Juárez-. Años más tarde cuando el presidente Luis Echeverría vio la carta de Juárez dijo... "mira nomás"..., esto que andamos haciendo ahorita, ya lo había visualizado Juárez hace más de 100 años. Hoy día el proyecto de unir Coahuila con Chihuahua ha vuelto a la mesa, apoyado por el actual gobernador Enrique Martínez, aunque a según de la historia? han pasado ya 100 años de la idea original? y aún no hay nada en concreto.

La amistad entre Benito Juárez y don Jesús Carranza se hizo manifiesta con otra carta donde Juárez -ya reelecto presidente de México- le manda a don Jesús un abono de 20 pesos, por aquellos 200 que le había prestado cuando siendo derrocado por Maximiliano había trasladado su gobierno "en lucha" al norte de la República . En aquellos tiempos la familia Carranza era una familia acaudalada que llegó a tener 128 mil hectáreas en la región norte del Estado de Coahuila.

19 de septiembre 1999

De vuelta de Cuatrociénegas venía por la carretera pensando en el arraigado sentido de propiedad que todos tenemos, mientras a mi lado pasaban ranchos y más ranchos que sabía bien de quién eran hoy día, pero ignoraba de quién fueron hace 20, 50 ó 100 años. Y pensar que hace 100 años sus dueños soñadores murieron sobre el surco por hacerlos florecer, y por más amor que le tuvieron entonces a ese pedazo de tierra, hoy día... ¡¡nadie los recuerda!!

Las gentes se van y las escrituras de los ranchos cambian de nombre cada 20 años. Los hombres se mueren, las familias se terminan, pero la tierra sigue allí, esperando paciente al siguiente soñador -como yo- que no vacilará en dedicar años y más años de esfuerzos y penurias por enamorarla, mientras goza del inenarrable placer de cabalgar por sus colinas sintiéndose... "dueño del mundo".

Corolario:

Don Miguel Guevara Cisneros -mi entrañable amigo- e historiador cieneguense murió el pasado 27 de febrero de 2002 llevándose con él invaluables datos históricos que sólo él conocía. Historias inéditas pasadas de viva voz y por tradición oral, de abuelos a padres y de padres a hijos? de generación en generación.

Por suerte, y pensando en el valor de sus historias, durante sus últimos dos años de vida gravé nuestras pláticas, rescatando con ello muchas historias inéditas, que hoy conservo como tesoros para contárselas a mis nietos? como a Miguel se las contó su abuelo.

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