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Punto de Vista / SUICIDIO-Muerte... “voluntaria”

Dr. Fernando Llama Alatorre

Quién es el culpable, el suicida por hacerlo

o nosotros por no reconocer las “señales”

que éste mandaba de que “necesitaba ayuda”

(Primera de dos partes)

Siendo un tema tan delicado trataré de abordarlo con la mayor sutileza posible para que mis palabras, más que lastimar a alguien, lleven paz a las familias que hoy la necesitan, y al resto de nosotros nos ayuden a saber distinguir esas “señales” que mandan los suicidas en los momentos en que están a punto de cometer… “un error”.

Mi primer razonamiento parte desde el punto de vista moral donde lo primero que se necesita para que algún acto sea “pecado”, es sin lugar a dudas, “saber que ello ofende a Dios y aun así estar dispuesto a hacerlo”, ello me indica en forma plausible que un suicida es una persona “enferma de su mente”, y que en ese momento de máxima depresión, si no le es posible diferenciar lo que es correcto de lo que no lo es, mucho menos pensará que su decisión pudiera ofender a Dios... y yo me pregunto... ¿acaso lo ofenderá?... o son historias moralistas y anacrónicas del pasado.

Al respecto el padre español José Luis Cortés en uno de sus libros de enseñanza pone una imagen de Dios abrazando a un suicida. En eso pasa una persona y le dice: ¡¡Dios mío!!… ¿Creí que a los suicidas los mandabas al infierno?... y Dios, enjugando las lágrimas del suicida continúa quitándole la soga del cuello mientras responde: ¡¡No!!… yo no los mando al infierno… ¡¡Son ellos los que vienen… del infierno!!

Por ello la vieja historia de que los suicidas morían en pecado, ha quedado como una anacronía del pasado, semejante a la vieja historia de que en “el limbo” –que nunca ha existido- estaban las almas de los bebés no bautizados, hasta que la iglesia dijo… ¿cómo puede creerse que alguien merezca un castigo, si murió sin tener siquiera la conciencia de lo que era el pecado?

Hablar del suicidio es hablar de algo muy serio… ¿Qué tan serio?... bueno, baste decir que en el mundo, se suicidan un millón de personas al año -una cada 30 segundos-. Tan sólo en los Estados Unidos 30 mil personas se quitan la vida cada año, siendo el suicidio la tercera causa de muerte más frecuente entre los jóvenes de entre 15 y 24 años.

Y si se le hacen muchas las 30 mil personas que pierden la vida por este medio, le completo la idea diciéndole que de hecho son 500 mil quienes –sólo en USA- cometen intento de suicidio lo suficientemente serio como para recibir atención en salas de urgencias .

De cada cinco suicidas, cuatro son hombres y una es mujer, pero son las mujeres quienes intentan suicidarse “dos veces” más frecuentemente que los hombres.

Para muchos adolescentes, el divorcio de los padres, la formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros, a más de las mudanzas a nuevas casas o a nuevas comunidades, pueden perturbarlos tanto, que intensifican en ellos las dudas acerca de sí mismos. En algunos casos, el suicidio aparenta ser para ellos... “una buena solución".

La acción de quitarse la vida de forma voluntaria aparece en todas las sociedades desde los tiempos más remotos. Sin embargo, a lo largo de la historia ha variado la actitud de la sociedad hacia este acto, sus formas y su frecuencia.

En la Europa antigua, sobre todo durante el Imperio Romano, el suicidio se consentía e incluso era considerado un acto honroso. Los antiguos romanos, bajo la influencia del estoicismo, admitían muchas razones legítimas para su práctica. El filósofo romano Séneca lo ensalzaba como “el último acto de una persona libre”.

Sin embargo, para San Agustín, el suicidio era un pecado. Varios de los primeros concilios de la Iglesia cristiana decretaron que a aquéllos que cometieran suicidio no se les podrían aplicar los rituales ordinarios de la Iglesia tras su muerte, y en la edad media la Iglesia Católica Romana condenó expresamente esta práctica. Hoy está condenado el suicidio en las religiones cristiana, judía e islámica.

Fue hasta 1897 cuando Emile Durkheim postuló que el suicidio era un fenómeno sociológico más que un puro acto individualista. Él lo consideraba consecuencia de una mala adaptación social del individuo y de una falta de integración. La tendencia actual es considerar el suicidio más desde un punto de vista “psicológico” que desde una perspectiva “moralista”.

Los psiquiatras han descubierto que en la mayoría de los casos existe una fuerte depresión. Otros científicos afirman que algunas personas son genéticamente más propensas que otras a las depresiones y por lo tanto al suicidio.

La pérdida de un ser querido, dolores crónicos, físicos o emocionales, pueden producir una sensación de incapacidad para cambiar las circunstancias de la vida y un sentimiento general de desesperanza y dolor que lleva a un callejón sin salida donde la muerte es la única solución.

Con frecuencia determinadas condiciones sociales adversas provocan un aumento considerable en el número de suicidios. Esto sucedió, por ejemplo, entre la población joven de Alemania después de la Primera Guerra Mundial y en Estados Unidos en el punto álgido de la Gran Depresión de 1929. No hay duda de que las situaciones económicamente adversas en las que viven hoy día muchas personas los hace buscar una salida fácil para terminar con su problema. Otros motivos aún más comunes son los factores afectivos, amorosos, y sexuales.

La depresión y las tendencias suicidas son desórdenes mentales que “se pueden tratar”, pero hay que saber reconocer y diagnosticar la presencia de esas “señales” que nos mandan los suicidas tanto niños como en adolescentes, para luego desarrollar un plan de tratamiento. Cuando hay duda en los padres de que el niño o el joven pueda tener un problema serio, un examen psiquiátrico puede ser de gran ayuda.

“Señales” que pueden indicar a los padres que su hijo adolescente está contemplando el suicidio:

Cambios en los hábitos de dormir y de comer... Retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales... Pérdida de interés en sus pasatiempos y otras distracciones... Actuaciones violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la casa... Uso de drogas o de bebidas alcohólicas... Descuido en su apariencia personal... Cambios pronunciados en su personalidad… Aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse, o deterioro en la calidad de su trabajo escolar... Quejas frecuentes de síntomas físicos, tales como: los dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado emocional del joven... Poca tolerancia de los elogios o los premios... Poner orden en sus asuntos, y “regalar posesiones de valor”... Cambio en el interés sexual... Quejarse de ser una persona mala o de sentirse "abominable"… Lanzar indirectas como: "ya no les seguiré siendo un problema", "ya nada me importa", "para qué molestarse" o "ya no te veré otra vez"... Ponerse muy contento después de un período de depresión... Tener síntomas de psicosis, alucinaciones o pensamientos extraños.

Situaciones que pueden orillar al suicidio

Abuso sexual o físico... Historial familiar de suicidio o violencia... Fallecimiento de un amigo íntimo o un miembro de la familia... Divorcio de los padres... Pobres resultados académicos... Pérdida del trabajo, o problemas en el trabajo... Procesos legales inminentes... Encarcelamiento reciente o próxima “salida de la cárcel”... Pérdida de la autoestima… Profunda tristeza o culpabilidad… Rechazo de los demás o sentirse marginado... Soledad y falta de apoyo de la familia y los amigos.

Si el niño o adolescente dice, "yo me quiero matar" o "yo me voy a suicidar", tómelo muy en serio y llévelo a un psiquiatra de niños y adolescentes o a otro médico para que evalúe la situación.

Los intentos fallidos de suicidio pueden significar una petición de ayuda -del suicida-, que si es ignorada, puede ser precursora de posteriores intentos.

A partir de 1950 se han triplicado los suicidios entre los hombres jóvenes de 15 a 24 años. Se han duplicado en mujeres jóvenes. Y hay un marcado aumento en los hombres mayores de 65 años.

Aunque por fortuna el suicidio entre los niños es un evento raro, existe un dramático aumento en el índice de suicidios reportados entre niños de diez a 14 años.

Se ha encontrado que los índices de suicidio en algunas ocupaciones específicas, tales como oficiales de policía, granjeros, “dentistas” y doctores son más altos que el promedio nacional.

Los índices de intentos de suicidio entre los jóvenes que luchan con cuestiones relacionadas con “su orientación sexual” –lesbianas y homosexuales- son más altos que entre otros del mismo sexo.

Cerca del 60 por ciento de todos los suicidios se cometen con un arma de fuego –las mujeres casi siempre usan este método-. Las personas que viven en un hogar donde existe un arma de fuego, son cinco veces más propensas a morir por suicidio que las personas que viven en hogares libres de armas.

La próxima semana continuaremos con:

Harakiri Japonés, Kamikases de la Segunda Guerra Mundial, El Suttee en la India, Los Suicidas Palestinos, Señales que nos Mandan los Suicidas, y Mitos Sobre el Suicidio.

Si desea verlo ahora mismo, todo está en:

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