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Qué tiene Fidel/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Fidel, Fidel, qué tiene Fidel, que los americanos no pueden con él”. Lema político

Es verdad que Jorge Luis Borges afirmaba que “las pruebas de la muerte son estadísticas” y añadía que “nadie hay que no corra el albur de ser el primer inmortal”. Pero el propio Borges falleció a los 86 años de edad. Y si él —que más que nadie tenía derecho a la inmortalidad— murió, lo más probable es que la muerte termine por alcanzarnos a todos.

Fidel Castro tiene 77 años de edad; cumplirá 78 el próximo 13 de agosto. Este simple hecho define la proximidad de una transición democrática y económica en Cuba. Es verdad que Castro puede todavía permanecer activo varios años, pero el fin llegará más temprano que tarde. Leónid Brézhnev, el dirigente que las autoridades soviéticas a quien trataron desesperadamente de mantener vivo porque previeron quizá que su fallecimiento sería el principio del fin de la URSS, tenía 75 años cuando murió en 1982.

Castro ha ejercido el poder en Cuba durante 45 años sin interrupción. Entre quienes gobiernan actualmente en el mundo nadie ha estado tanto tiempo en el poder. Casi todos los dictadores del siglo XX duraron menos tiempo que él. Francisco Franco gobernó España 36 años; Stalin, la Unión Soviética, 31; Porfirio Díaz, México, 30; Mao Zedong, China, 27. Sólo el norcoreano Kim Il-Sung gobernó más tiempo, 46 años, pero en 2005 Fidel lo alcanzará y rebasará.

Como Kim, Castro tomó el poder como comunista, aunque el cubano lo hizo ocultando en un principio su verdadera ideología; pero como él, también Fidel ha terminado buscando una sucesión monárquica. El norcoreano escogió como sucesor a su propio hijo, Kim Jong Il, quien ha gobernado diez años a partir de la muerte del padre en 1994. Fidel ha designado como sucesor a su hermano Raúl; sólo que éste tiene 72 años de edad -cumplirá 73 el próximo tres de junio— por lo que a lo sumo podrá ser un gobernante de transición, como lo fue Yuri Andrópov en la Unión Soviética tras la muerte de Brézhnev.

A lo largo de estos 45 años el Gobierno de Castro ha conseguido algunos logros importantes. Ha construido, por ejemplo, un magnífico sistema de educación y de salud, el cual se ha visto reflejado en un sobresaliente desempeño en el deporte de alto rendimiento. Este sistema, sin embargo, dependió durante décadas de un generosísimo subsidio soviético y hoy sufre los efectos de su retiro en 1992.

El pueblo cubano, en contraste, ha sufrido todos los problemas tradicionales del comunismo. La economía es una pesadilla de burocracia e ineficiencia. Si bien los servicios sociales están garantizados, los ingresos son muy bajos. La tan buscada equidad está ausente. A la tradicional aristocracia de los regímenes comunistas —la nomenklatura política— se añaden en Cuba los privilegios de aquellos que tienen acceso a la economía de dólares. Los meseros, los taxistas y las prostitutas son una nueva clase media alta en una sociedad empobrecida.

La falta de libertades individuales es un problema de fondo y no de forma como algunos pretenden. No sólo se restringe la realización de actividades económicas que en otros países se dan por hecho, sino que hay severas cortapisas a la libertad política. Cualquier expresión de disidencia se considera una traición a la patria. Cientos de personas se encuentran en la cárcel por el “delito” de buscar un sistema político y económico diferente. El Gobierno cubano, como otras dictaduras, busca mantener un control absoluto sobre la información. No sólo se prohíbe la difusión de información crítica en publicaciones o programas de radio y televisión sino que incluso se ha limitado el acceso a Internet.

Hay en Cuba, sin embargo, una nueva generación de ciudadanos que no están de acuerdo en seguir sufriendo restricciones a sus libertades. Por eso es quizá inevitable que Cuba se incline a la democracia y a la economía de mercado cuando Castro pierda el control político o muera. El país seguramente transitará por el mismo camino que siguieron los países comunistas de Europa oriental, algunos de los cuales ya se han integrado a la capitalista Unión Europea.

El gran reto para Cuba es llevar a cabo esta transición de manera ordenada y pacífica. Uno de los objetivos más importantes debe ser preservar la calidad del sistema de educación y de salud. Pero no por eso pueden los cubanos renunciar a las libertades económicas y políticas. Éstas son indispensables en una sociedad moderna.

Diálogo

México está tratando de restañar las heridas. Ayer el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, anunció que había mandado a Cuba una nota diplomática pidiéndole al Gobierno cubano que se reanude el diálogo entre las dos naciones y que dejen de usarse los medios de comunicación para dirimir diferencias. Quizá sea un buen intento, pero creo que es demasiado tarde.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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