“No tenemos derecho a consumir riqueza si no la producimos”. George Bernard Shaw
Poco importa si la previsión del precio de la mezcla mexicana de exportación es de 27 dólares o de 23. La verdad es que ningún precio podrá eliminar el deterioro de nuestra industria petrolera si no se modifica el actual régimen fiscal de Pemex. A fuerza de saquear a la empresa, estamos a punto de empujarla a esta empresa a la bancarrota.
Le falta muy poco a Petróleos Mexicanos para llegar a una bancarrota formal: esto es, a una situación en la que su pasivo será superior a sus activos. Este deterioro no es producto de que la actividad petrolera no sea ya rentable en el mundo. Basta con ver el desempeño del resto de las empresas petroleras para darnos cuenta que el problema es solamente de Pemex.
Durante años el patrimonio contable de Pemex ha venido disminuyendo de manera dramática. Esto es producto de que los activos de la empresa han estado estancados o han tenido un crecimiento muy pequeño, en tanto que la deuda se ha disparado.
Esto no es necesariamente porque Pemex haya estado mal administrado. Quizá sí lo está, pero una empresa petrolera puede aguantar una buena dosis de mala administración y aun así sobrevivir y prosperar ya que su margen de rentabilidad es enorme. El problema es que el Gobierno mexicano ha mantenido una política abierta de saqueo de la empresa que nadie puede aguantar en el largo plazo.
La petrolera es una actividad objeto de enormes gravámenes en todo el mundo. British Petroleum, por ejemplo, paga impuestos equivalentes a un 50 por ciento de sus utilidades o beneficios. Las petroleras estadounidenses, como Exxon Mobil y Chevron Texaco, pagan cerca del 80 por ciento. La europea cubre impuestos de poco más del 80 por ciento de sus utilidades.
Pero en México hemos llevado el impuesto sobre Pemex a un nivel realmente exagerado. Nuestro monopolio petrolero está pagando impuestos equivalentes a casi el 110 por ciento de sus utilidades.
¿Qué significa para una empresa pagar impuestos de más del 100 por ciento de sus utilidades? Simplemente que la compañía no tiene forma de capitalizarse ni de tener recursos para la reinversión. Como consecuencia de esa política el deterioro de Pemex es simplemente inevitable.
Petróleos Mexicanos es la tercera empresa productora de crudo del mundo, detrás tan sólo de Saudi Aramco y de la iraní NIOC. Pero en reservas de crudo queda relegada al octavo lugar del mundo, mientras que en gas está en un lejano lugar 29.
Esto es consecuencia directa de la falta de inversión en la exploración y desarrollo de nuevas reservas. Según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), 12 países productores aumentaron sus reservas en 100 por ciento o más entre 1998 y 2002. Nosotros en ese lapso apenas las incrementamos en un 20 por ciento.
La falta de desarrollo de activos, el aumento de la deuda de Pemex y el saqueo sistemático de la empresa han llevado a ésta a un punto en que la deuda representa un nivel de casi 90 por ciento de su patrimonio. De continuar la actual tendencia en unos cuantos años, cuando la deuda rebase el patrimonio, Pemex quedará formalmente quebrada.
Lo peor de todo es que los propios políticos se dan cuenta de que algo hay que hacer para evitar la quiebra de Pemex. El pasado 28 de octubre la Cámara de Diputados aprobó, por votación unánime, una propuesta que permitiría reducir gradualmente el saqueo de Pemex. La iniciativa se encuentra, sin embargo, detenida en el Senado.
Parte del problema es que, aun cuando el saqueo de Pemex disminuya de modo gradual, los legisladores tendrán que darle nuevas armas al Gobierno para aumentar su recaudación y reemplazar los recursos con los que se quedaría la empresa. Y esto obliga a que tarde o tempranos se haga una verdadera Reforma Fiscal.
El ánimo de muchos políticos, sin embargo, se vuelve cada vez más irracional. Quieren dinero para gastar, pero sin tocar un sistema fiscal endeble y lleno de excepciones que nunca generará el dinero que el Gobierno necesita para operar razonablemente bien.
Las fuerzas
El panista Francisco Xavier Salazar, presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, es uno de los principales impulsores de la reforma al régimen fiscal de Pemex. Se opone a la reforma el ala dura de los senadores priistas: Manuel Bartlett y Óscar Cantón Zetina, entre otros. Hay un grupo de senadores priistas moderados, entre ellos Alejandro Gutiérrez y Genaro Borrego, que entienden la necesidad de la reforma.
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