“Por la debilidad de la naturaleza humana, los remedios son siempre más lentos que los males”. Tácito
El Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS) ya ha dicho que no aceptará la modificación de su régimen de jubilaciones y pensiones. Ahora tiene que justificar ante la sociedad con manifestaciones una decisión que quebrará al Instituto Mexicano del Seguro Social.
El IMSS fue supuestamente creado para beneficio de los trabajadores comunes y corrientes: para los derechohabientes. En la retórica usual del Seguro, en efecto, se ha dicho siempre que los derechohabientes son los verdaderos dueños de la institución. Pero como tantas otras instituciones mexicanas, ésta fue secuestrada por un grupo que obtuvo privilegios gracias a su cercanía al Gobierno y al partido que permaneció siete décadas en el poder.
Si realmente los derechohabientes son los dueños del Seguro Social y los trabajadores del SNTSS están ahí para servirlos, ¿por qué los privilegios de éstos son tan superiores a los de aquéllos? Los derechohabientes son alrededor de 45 millones; en el sindicato, en cambio, hay 340 mil trabajadores en activo y 120 mil jubilados. Si el propósito de la seguridad social es lograr una mayor equidad, los derechohabientes, que por mucho son mayoría, deberían tener por lo menos el mismo trato que los sindicalizados.
Pero no es así. Los derechohabientes deben esperar hasta los 65 años para jubilarse; los sindicalizados pueden hacerlo a cualquier edad, una vez cumplidos 28 años de labor si son hombres o 27 en el caso de mujeres. Esto hace que los sindicalizados en promedio se jubilen a los 53 años de edad, mientras que una tercera parte lo hace antes de cumplir los 50. La mayoría viven jubilados más tiempo del que laboraron.
Además, los 2.2 millones de derechohabientes jubilados perciben una pensión radicalmente inferior: usualmente menos del 50 por ciento de su último salario, lo cual equivale a unos 1,500 pesos mensuales. Los sindicalizados, en cambio, se jubilan con su último salario nominal, aun cuando lo hayan percibido una sola quincena.
Como se les añaden prestaciones, obtienen en realidad una pensión equivalente al 140 por ciento de su último salario. La jubilación promedio para los 120 mil pensionados del SNTSS es, por lo tanto, de 18,000 pesos mensuales, más de diez veces superior a la de los derechohabientes.
Y la discrepancia aumenta con el tiempo. Los derechohabientes reciben alzas en sus jubilaciones sólo para compensar la inflación. Las del SNTSS aumentan cada año por arriba del alza en los precios. Los privilegios de los trabajadores sindicalizados del IMSS no se limitan a los pensionados. Su contrato colectivo de trabajo les otorga ventajas muy importantes sobre los derechohabientes. Los trabajadores del SNTSS, por ejemplo, gozan de un mínimo de 16 días hábiles de vacaciones al año: más de tres semanas en el primer año de labor. Con el tiempo pueden alcanzar hasta 55 días hábiles de vacaciones; esto es, descansan dos meses y medio de cada año. Los trabajadores comunes y corrientes, en cambio, obtienen seis días en el primer año y sólo llegan a las tres semanas después de laborar toda una vida.
A los miembros del sindicato del IMSS se les pagan dos días adicionales de sueldo por cada diez que llegan puntuales a laborar. Para los trabajadores comunes y corrientes es una obligación llegar a tiempo a trabajar. Es verdad que a los miembros del SNTSS se les descuenta el día si no se presentan a trabajar, pero sólo el sueldo nominal: siguen percibiendo las prestaciones que constituyen una parte muy sustancial de su ingreso. Los trabajadores del SNTSS reciben dos meses de aguinaldo al año, pero además el IMSS les cubre su Impuesto Sobre la Renta. La mayoría de los trabajadores del país, en cambio, tiene derecho a sólo 15 días de aguinaldo y, además, debe pagar sus propios impuestos.
Si los privilegios del SNTSS pudieran sostenerse en el largo plazo, podría uno alzarse de hombros ante la situación. Pero el problema es que este trato está matando al IMSS, el cual simplemente no tiene los recursos para seguir pagando los beneficios del SNTSS en detrimento de los derechohabientes que deberían ser los verdaderos dueños de la institución. Si persisten las actuales reglas, en diez años todo el presupuesto del IMSS se irá al pago de nómina y pensiones del SNTSS. No quedará nada para los derechohabientes. El sindicato habrá privatizado para su beneficio una institución cuya función era proporcionar servicios a los trabajadores del país.
Otras quiebras
El caso del IMSS es sólo un ejemplo de la quiebra del sistema de pensiones del sector público. Los problemas del ISSSTE, Pemex, la CFE, Luz y Fuerza y la banca de desarrollo son tan graves o más que el del IMSS.
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