HISTORIAS | MARCOS MARTÍNEZ PIDE DINERO EN LA ESQUINA EN QUE CONOCIÓ A SU DIFUNTA ESPOSA
POR CUAUHTÉMOC TORRES ALVARADO
EL SIGLO DE TORREÓN
Debido a la diabetes, le amputan las dos piernas cuando era policía
SAN PEDRO, COAH.- Marcos Martínez Yánez tiene 59 años de edad. Vive con una sobrina. Sus hijos radican en Acuña, sólo una de ellas en San Antonio, Texas. Su esposa murió hace cinco años víctima de la diabetes.
En la actualidad, Marcos se traslada de su casa a la esquina de la calle González Ortega y avenida Hidalgo todos los días. Lleva consigo un vaso de unicel para que la gente que desee le deposite alguna moneda para ayudarlo.
Fue policía durante muchos años, pero la misma enfermedad que le provocó la muerte a su esposa, lo privó para siempre de seguir desempeñando esa profesión. Un año después del fallecimiento de su mujer, Marcos perdió las piernas cuando de urgencia se las amputaron
Vivía con su familia en Acuña, Coahuila. Marcos era oficial. De pronto su esposa dejó de existir. El recuerdo de ella no le permitía seguir con su vida sin que la tristeza lo hiciera presa día con día. Prefirió dejar la tumba de su esposa, así como la casa para sus hijos.
“Todos viven allá con excepción de una que está en Estados Unidos. Ya todos están casados y yo voy a visitarlos una vez cada mes, nada más les aviso cuando voy para que me recojan. Es que tengo problemas en este ojo” (el izquierdo).
El cuatro de agosto próximo, Marcos será operado de unas cataratas. Tiene 300 pesos en su alcancía. Obtiene entre 50 y 60 pesos diarios con las limosnas. Sin embargo, su mayor preocupación es llegar a los sesentas con vida.
“Quiero que el Gobierno me festeje como a los que les ayudan cuando cumplen 60 años. Yo no tengo a quién mantener. Yo no doy nada de dinero en mi casa. Sólo llevo algunas tortillas y jabón para que mi sobrina me lave la ropa”.
En la actualidad, Marcos se encuentra estable de salud. Sus medicamentos y licuados de “nopalitos con sábila” le permiten seguir con tranquilidad su vida. No ha tenido recaídas, porque luego que supo de su mal, dejó de fumar y beber.
“Antes sí hacía todo eso, cuando todavía estaba bueno. Yo fui policía en San Pedro, Madero y Acuña, pero ahora ya no. Por eso no tengo muchos gastos pero yo quiero que alguien me ayude cuando cumpla mis 60 años”.
No recorre la ciudad como muchas otras personas en busca de ayuda, siempre permanece en la esquina, frente a la plaza principal. El recuerdo de su esposa sigue en la mente: “La conocí cuando yo trabajaba de policía aquí. Duramos casados poco más de 30 años”.