México, (EFE).- Aprender a desvestirse hasta quedar como Dios le trajo a una al mundo es posible en una academia a donde acuden mexicanas sin complejos que desean reconquistar a sus maridos o poner un toque de pimienta a una relación aburrida.
En Platinum High Class todas pueden practicar el seductor arte del striptease y del "table dance", no importa que pesen cien kilos o tengan más de sesenta años, asegura a EFE la directora de este centro en Ciudad de México, la veterana "stripper" Andrea Garfias.
"Aquí viene de todo. Las que quieren enamorar otra vez a sus maridos, cazar novio o quitarse la vergüenza", señala la bailarina.
Enfermeras, doctoras en biología y amas de casa pasan por esta academia en donde desde hace diez años se imparten clases con un fin: aprender a despojarse de la ropa con deleite y parsimonia, haciendo de ello un arte, y en lo que dura una canción.
La profesora, una morena de 32 años y cuerpo curvilíneo, acepta entrenar a algunos hombres, más bien pocos, como "strippers". Son más torpes y toscos, afirma.
Para su alumnado mayoritario de mujeres Andrea ofrece la posibilidad de que, una vez están entrenadas en el "striptease", puedan graduarse en "table dance" y ser capaces de hacer un baile "sexy" sobre una mesa o en el regazo de un hombre.
"Pero con el 'striptease' la verdad que no necesitan nada más y se van tan contentas", dice la experta.
Asegura que sabe cómo enseñar a sus alumnas a encandilar a su público con una "técnica coreográfica" muy depurada e infalible.
Para lograr un sobresaliente, la mejor calificación, es necesaria una atractiva expresión facial y corporal y saber "contar una historia" a medida que una se va despojando de la ropa, mientras suena de fondo la canción elegida para la prueba de graduación.
"Hay que saberse acariciar, perder el miedo al cuerpo, y es absolutamente necesario mirar a los ojos de la persona a quien se dedica el 'striptease", explica Andrea, quien durante sus clases aparece enfundada en una minúscula tanga y un sosten provocador.
Graciela Gómez, de 48 años, es una instructora de Tai Chi que desde niña tenía el sueño de "bailar y quitarse la ropa" y que acaba de empezar a tomar clases. "Mi marido está encantado", afirma sobre su plan de hacerle un espectáculo en casa en cuanto tenga la menor oportunidad.
Otras alumnas que charlaron con EFE sostienen que no tienen pensando quitarse la ropa para nadie en particular, sino para sí mismas, porque simplemente quieren desinhibirse.
"Si mi novio se lo gana a lo mejor le hago un desnudo", afirma una estudiante de biotecnología de 26 años.
Durante las clases, las más tímidas no tienen por qué desnudarse completamente sino quieren. Basta que aprendan a hacer los movimientos adecuados.
La profesora afirma que las mexicanas pueden ser "muy tímidas o muy lanzadas", sin término medio. Aunque las más desinhibidas son las que mantienen relaciones con hombres casados.
"Aquí ha venido de todo- explica Andrea- señoras de Las Lomas (un barrio de clase alta) a las que su marido les pidió que rompieran sus tabúes y una chica de cien kilos que decía que era invisible para los hombres y lloraba cuando escuchaba una canción romántica".
"Con la rutina del baile y unas cremas especiales me dijo que había logrado bajar a 70 kilos", asegura esta "stripper" que cobra dos mil (155 dólares) por cada curso de entre 10 y 12 horas de duración.
La profesora no suele dejar que los hombres presencien las clases que imparte en una sala decorada con fotos de modelos musculosos en tanga, espejos y taburetes, situada en la parte posterior de una tienda especializada en artículos eróticos para despedidas de soltera.
Andrea Garfias dirige este establecimiento junto a su hermana después de haber pasado por varios locales donde entrenaba a mujeres como "strippers" en concursos a los que acudía un numeroso público.
"Los hombres quieren dar órdenes a sus mujeres de cómo moverse, y aquí la única maestra soy yo", asegura.
Y sostiene que para "hacer un buen desnudo no hace falta tener un buen cuerpo, igual que para hacer el amor tampoco es necesario".