EL PAÍS / AGENCIAS
NUEVA DELHI, INDIA.- “Estaba segura de que, llegado el momento, oiría mi voz interior. Ésta me ha dicho que humildemente debo declinar el puesto. Les pido que acepten mi decisión y entiendan que no la voy a cambiar”, declaraba Sonia Gandhi ante los 145 diputados de su partido, que al oirla estallaron en gritos y se levantaron de sus asientos hacia el atril para intentar hacerla cambiar de opinión.
La vencedora por sorpresa de las elecciones generales indias daba el segundo shock al país. Envuelta en un sari blanco, como marca su condición de viuda, hizo el anuncio con una serenidad que contrastó con la histeria colectiva de sus seguidores, que se concentraron a las puertas de su residencia y sede del partido del Congreso, gritando consignas en su favor. Uno de ellos, un antiguo parlamentario, sacó una pistola y amenazó con suicidarse, pero poco después fue reducido por la policía.
La decisión de la que hasta ahora iba a ser la cuarta miembro de la dinastía Gandhi en tomar el mando ejecutivo del país tiene qué ver con el temor por su seguridad. Sus hijos, Raúl –de 34 años- y Priyanka –de 33 años-, que han acompañado a su madre en la campaña electoral y demostraron estar muy unidos a ella, no quieren que su madre sea primera ministra y pueda ser asesinada, como su padre, Rajiv Gandhi y su abuela, Indira Gandhi.
“India es un país muy violento. Es una cuestión de familia. Si los hijos dicen: “Hemos perdido a nuestro padre, no queremos perder a nuestra madre”, es su decisión”, explicó el líder comunista Jyoti Basu.
La otra razón de la renuncia es no fomentar la división del país. Durante la jornada de ayer se reavivaron las críticas de los nacionalistas hindúes sobre la posibilidad de que una persona de origen extranjero -Sonia Gandhi nació en Italia - dirigiese el ejecutivo. La ex ministra de Asuntos Parlamentarios, Sushma Swaraj, amenazó con afeitarse la cabeza y vestir de blanco en señal de luto si el nombramiento se producía, una gobernadora regional presentó su dimisión arguyendo motivos de vergüenza nacional y el presidente del RSS (movimiento integrista hindú ligado al anterior Gobierno) protagonizó una manifestación en Delhi contra lo que considera “un insulto a la madre India”.
Sonia Gandhi también recalcó que ella nunca tuvo como objetivo ser primera ministra. Y su entereza inicial no se degradó a medida que escuchaba la réplica de los diputados de su partido, que, amenazando con dimitir en bloque, se negaban a aceptar su decisión y le imploraban que rectificase.
“La voz interior del pueblo dice que debes ser primera ministra. Por favor, no nos dejes”, exclamó el veterano lider M. S. Aiyar. Los partidos de izquierda que formarán con el Partido del Congreso la Alianza de Unidad Progresista (UPA), han lamentado también la inesperada decisión pero han reafirmado su apoyo al próximo candidato, que según todos los pronósticos será Manmohan Singh, antiguo ministro de finanzas, de 72 años.
El Gobierno saliente, liderado por el BJP, que amenazó con boicotear la investidura de Sonia Gandhi, ha anunciado que no lo hará en este nuevo escenario.
Los inversionistas temían que Gandhi abandonara su promesa de continuar con la liberalización económica, o que los izquierdistas bloqueasen medidas importantes, tales como la privatización de empresas estatales.
Eso causó una drástica baja de la bolsa de valores el lunes. La bolsa de Bombay, el centro financiero de la India, registró la mayor caída en sus 129 años de historia.
El índice de acciones preferidas de la bolsa de Bombay, el Sensex, tuvo ayer un 8.6 por ciento de alza tras divulgarse las versiones de que Gandhi no sería jefa del nuevo Gobierno.