Es común en los tiempos actuales, olvidar a los héroes que defendieron a nuestra patria, aun a costa de su propia vida. Esta anomalía, que raya en la injusticia humana, es debida –entre otras cosas- a la ausencia de la materia de Civismo en los programas educativos. Por otro lado, nos encontramos inmersos en problemas económicos, sociales y políticos, rodeados de una maraña de distracciones, que nos hacen perder los valores morales y ser justos. Enajenados -una gran mayoría- con espectáculos, eventos deportivos, vicios y propaganda intencionada de algunos medios masivos de comunicación, olvidamos que los humanos estamos cavando nuestra propia tumba, con las agresiones al medio ambiente y las políticas erráticas trabadas en una lucha por el poder.
Mientras, el campo está olvidado, no hay producción y se incrementa el desempleo. Esto nos hace meditar en los trastornos sociales por la inseguridad y que nos encontramos al borde de una lucha por la supervivencia, con la ley de la selva como soporte.
Esta reflexión permite evidenciar la necesidad urgente de encontrar en las nuevas generaciones, un encausamiento hacia el equilibrio, con el respeto a la Ley, el Derecho y la Justicia en la conciliación de intereses. Qué mejores ejemplos tenemos, en nuestros héroes auténticos que la verdadera historia consigna, quienes nos han heredado una Patria libre y soberana. Patria que los intereses espurios tratan ahora de entregar a ideologías exóticas y a doctrinas dogmáticas.
No hay necesidad de tales experiencias, confirmadas como negativas, cuando tenemos un número grande de patriotas como el general Andrés S. Viesca, cuyo triunfo sobre las huestes francesas en Santa Isabel, el primero de marzo de 1866, en Parras de la Fuente Coahuila, es digno de encomio. Los generales Treviño y Naranjo, Jesús González Herrera, Juan de la Cruz Borrego y los demás custodios matamorenses del Archivo de la Nación, encomendados por el Presidente Juárez, en 1864.
Mencionaremos de paso a los grandes héroes como Cuauhtémoc, Hidalgo, Morelos, Juárez, Zaragoza y liberales constitucionalistas como Madero y Carranza. Al general Alfredo Breceda, Francisco Villa, Pablo González, a los Niños Héroes de Chapultepec, al “Pípila” y al “Niño Artillero”.
La ciencia de la Historia nos enseña que para tener datos precisos y verdaderos, es necesaria una documentación auténtica y comprobada, sin la cual, los hechos no tendrán sustento y se pueden tergiversar. En otros casos, los intereses ideológicos o doctrinales vuelven los hechos a favor proselitista y las generaciones adquieren enseñanzas negativas y falsas.
El sentimiento de nación obliga a respetar los orígenes, las tradiciones y las costumbres y obviamente los hechos pasados, que se traducen en una idiosincrasia muy particular, que fundamenta la experiencia para el futuro. Es por esto, que el respeto a la estructura de la Patria, debe ser con un sentimiento de veneración a lo que es sagrado. En este aspecto, vemos con frecuencia el desconocimiento de lo que son o significan los símbolos patrios, por falta de enseñanza del Civismo en las escuelas, de lo que simboliza el Himno Nacional, de los honores a la Enseña Patria, del amor patrio y el respeto a nuestros verdaderos héroes, a quienes debemos recordar con justicia, porque son los hacedores del suelo en que vivimos.
Un patriota es el que lucha por mantener la independencia, la soberanía e integridad del territorio nacional. Un patriota es el que cuida los bosques y demás recursos naturales como el agua, los suelos y el aire que respiramos, también a los elementos minerales y cuida del bienestar y salud de los mexicanos. Un patriota es el que, con la política adecuada, hace una distribución justa de las economías y busca el incremento a la producción con nuevas industrias, con una mayor conciencia rural. Además promueve la impartición de la Justicia, fundamentada en el Derecho y el respeto a la Carta Magna de México. Como están las cosas, necesitaremos la Lámpara de Diógenes...
