Buenos Aires, (EFE).- Rolando Plasencio, un obrero metalúrgico del sur de Argentina, lleva recorridos más de 60 mil kilómetros en busca de su hijo desaparecido hace más de un año, una travesía en la que encontró a cinco personas extraviadas.
Su hijo, Pablo Plasencio, de 27 años, desapareció de su hogar, en la ciudad de Comodoro Rivadavia (mil 854 kilómetros al sur de Buenos Aires), el 8 de noviembre de 2003, día que marcó el inicio de la frenética búsqueda de su familia.
"Pablo es discapacitado mental, su comportamiento es como el de un niño de 12 años. Su cara es única, porque tiene los ojos algo hundidos. Es rellenito, mide 1.70 metros de alto, cabello castaño oscuro, visión disminuida en un 30 por ciento", describe al detalle Rolando, en una entrevista concedida a EFE.
Como cada sábado, Pablo tenía permiso para salir por la tarde solo, a dar una vuelta por el centro de la ciudad, con la condición de que volviera a su casa antes del anochecer.
"Pablo sabía moverse en autobús y cruzar las calles. Todos lo conocían y lo querían mucho en la ciudad. Pero esa noche no volvió. La última persona que lo vio ese día dijo que Pablo estaba cerca de la ruta 3 (carretera que recorre el litoral sur del la costa Atlántica argentina)", relata Rolando, de 60 años.
La policía rastreó los parajes aledaños de Comodoro Rivadavia, una ciudad de 150 mil habitantes, buscó en las playas y en los campos, sin éxito.
"No se lo pudo haber tragado la tierra", sostiene Rolando, dueño de un pequeño taller metalúrgico y padre de otros tres hijos, quienes fueron abandonados por su madre hace 20 años.
Con la foto de Pablo pegada en las ventanas de su automóvil, Rolando y su segunda mujer, Guadalupe, recorrieron pueblo por pueblo, ciudad por ciudad, la extensa Patagonia argentina y las provincias del centro del país.
Unos tres mil camioneros colaboraron con la pesquisa llevando la imagen de Pablo por todo el país.
La cruzada y el contacto con la organización no gubernamental Missing Children arrojaron pistas sobre el posible paradero de Pablo, aunque sin resultados positivos hasta el momento.
Al joven lo vieron en febrero pasado en Monte Hermoso (630 kilómetros al sur de Buenos Aires), en junio en Benito Juárez (400 kilómetros al suroeste de la capital argentina) y en julio en Mar del Plata (400 kilómetros al sur de Buenos Aires).
Los testigos coinciden en que Pablo vendía flores en la calle y estaba desaliñado, demacrado, con la mirada perdida.
"Tal vez alguien lo engañó, le prometió un trabajo y se lo llevó a mendigar o a trabajar en el campo. O perdió la memoria y tal vez lo llevaron a algún neuropsiquiátrico", dice el padre, quien sólo está seguro de que su hijo está vivo.
Rolando cuenta que Pablo, a pesar de su retraso mental, quería "hacer su vida, tener una casa, hijos, pero por ser discapacitado nadie le daba trabajo".
"Nuestro hogar es humilde, pero salimos adelante. Pablo no necesitaba trabajar. No le faltaba nada material. Lo teníamos en una caja de cristal. Quizá se hartó de eso y se entusiasmó con falsas promesas", dice, mientras busca en Buenos Aires apoyo oficial y en los medios nacionales para encontrar a Pablo.
Por esas jugarretas del destino, en su búsqueda Rolando dio con el paradero de otras cinco personas a las que sus familias trataban de hallar: tres niños fugados de sus hogares y dos adultos que habían perdido el contacto con sus hermanos hace más de dos décadas.
Rolando señala que es "una paradoja" que, en vez de encontrar a su hijo, dé con otras personas extraviadas, pero también siente la satisfacción de haber ayudado a encontrarlos porque nadie como él conoce la angustia de no saber dónde está un ser querido.
De las mil 450 denuncias recibidas por Missing Children Argentina, el 42 por ciento de los casos se trataba de personas de dejaron sus casas por "crisis de identidad", el 34 por ciento por conflictos familiares, el 11 por ciento por discapacidad mental y otro 11 por ciento eran menores que fueron sustraídos.