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Recorre Glacial Ártico por cuatro años

Moscú, (EFE).- El explorador francés Gilles Elkaim relató que durante cuatro años recorrió la costa del océano Glacial Ártico en canoa, trineos y a pie para demostrar que el hombre puede sobrevivir en los parajes más inhóspitos del planeta.

"El objetivo de mi expedición fue la vida misma: quise demostrar que podemos vivir en los lugares más inhóspitos de la Tierra, constatar que en cualquiera de sus rincones la vida existe, que en nuestro planeta sencillamente ella está ahí", dijo Elkaim a un grupo de periodistas en Moscú.

En un recorrido de 11.410 kilómetros, Elkaim literalmente bordeó la costa del océano Artico, del Atlántico al Pacífico, utilizando como transporte una canoa, esquís y trineos tirados por renos y también por perros, a los que ahora llama "mis hermanos".

La odisea polar comenzó en la aldea Lakselv, situada en el cabo Norte de Noruega, en mayo del 2000 y finalizó el pasado mes de abril en el cabo Dedzniév, en la localidad rusa de Uelen, a orillas del estrecho de Bering.

Con el nombre "Expedición Artica Transcontinental" y bajo el patrocinio de la Agencia Espacial Europea (ESA), la proeza de Elkaim supuso una de las prueba de supervivencia más importantes hasta el momento realizada en el Artico.

Esta prueba también permitió comprobar el funcionamiento de modernos sistemas de navegación y comunicación por satélite de la ESA utilizados por Elkaim en su travesía.

En primavera y verano Elkaim avanzaba en canoa y durante el otoño y el invierno, cuando en el Ártico impera la noche polar, se desplazaba en un trineo de casi cuatro metros de largo tirado por trece perros de razas autóctonas de estos parajes rusos.

A medida que avanzaba por el litoral boreal de los continentes de Europa y Asia, el expedicionario cruzó en canoa el mar de Barents, el mar Blanco, el río Obí, el mar de Laptev y el delta del río Lena en Siberia.

Los fiordos del Noruega, Elkaim los cruzó en esquís arrastrando 130 kilogramos de equipos, superó la Península de Kola tirando su canoa, y más tarde también transbordó con su mochila al hombro el nudo montañoso de los Urales polares, la frontera natural entre Europa y Asia.

Frente a un mapa de Rusia en la sede de la ESA en Moscú, Elkaim explicó que su expedición comprendió siete etapas, tres de ellas en canoa, y las restantes en el trineo al mando de "Puchok", un enorme can presente en la sala y que saludaba a los periodistas moviendo alegremente la cola.

"Las etapas en trineo fueron las más largas y difíciles, porque es cuando te encuentras sólo frente a una naturaleza hostil que se niega a darte acogida y te impide avanzar", subrayó Elkaim.

El explorador indicó que los trineos son eficientes en invierno, cuando la nieve es firme, pero existe el riesgo de verse atrapado por la "purgá", la tormenta de nieve ártica, "cuando uno no puede ver sus propios pies".

"En el Ártico nunca descansas, todo el tiempo luchas por la vida, y si te despistas la naturaleza impone su fuerza aniquiladora y toma la revancha", anotó.

El explorador aseguró que en una travesía de este tipo el más mínimo error puede costar la vida, como ocurrió el pasado mes de noviembre en las aguas congeladas del mar de Siberia Oriental, cuando no supo valorar adecuadamente las condiciones del tiempo.

Entonces, el bloque de hielo por el que pasaba con su perros se desprendió en medio de una tormenta debido a su poco espesor y se apartó varios kilómetros de la costa.

Al tercer día, ante el riesgo de que el hielo cediera bajo el peso del trineo, Elkaim dio la señal de alarma y él y sus perros fueron rescatado por un helicóptero de la guardia fronteriza rusa que los puso en tierra firme para que continuaran su aventura.

En otra ocasión, debido a la poca visibilidad, el explorador y sus perros cayeron a un precipicio de más de 15 metros de profundidad.

"Afortunadamente, la nieve amortiguo la caída y todos salimos ilesos, con apenas algunos rasguños y un susto tremendo", recordó el explorador, de 43 años.

Con la victoria casi en las manos tras finalizar la sexta etapa en el puerto ruso de Pevek en la primavera del 2003, Elkaim tuvo que pasar nueve meses en una vivienda deshabitada en la aldea Yanranai, hasta enero de este año.

Según el explorador, la séptima y última y etapa fue la más dura de todas porque además del cansancio acumulado por de tres años de marcha el trineo tuvo que cruzar una zona montañosa.

"Cuando faltaban las últimas decenas de kilómetros, yo y mis perros estábamos exhaustos, pero reapareció la fuerza interior que me había motivado a emprender la aventura y así pudimos llegar a la meta", recordó Elkaim.

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