Humberto Carrillo y César Saavedra, grandes pugilistas cuyos destinos tomaron rumbos diferentes.
El Siglo de Torreón.
LERDO, DGO.- César “El Chino” Saavedra visitó el pasado cinco de mayo a Humberto “El Zurdo” Carrillo, su acérrimo rival en el ring, con quien sostuvo once peleas en la década de los años cincuentas, en la época de oro del boxeo lagunero.
A las 10:00 horas, “El Chino”, de 73 años de edad, de carácter jovial, bien de salud, llega a la Casa Hogar Desarrollo Dorado de calle Rayón número 166 de esta ciudad.
Pulcramente vestido, con un pantalón blanco y chazarilla azul, toca la puerta para acudir a la cita hecha un día antes, mientras se pregunta, “aquí tienen a Humberto, pobrecito, lo que es la vida, me reconocerá”.
Acude a atenderlo una empleada del asilo, quien le pide espere unos minutos, mientras prepara al ex boxeador lerdense, quien acaba de despertar.
Pasaron 15 minutos, al término de los mismos entra “El Chino” Saavedra a la Casa Hogar, en donde se encuentra Humberto Carrillo desde junio del año pasado, su ingreso fue tramitado por la Procuraduría de la Defensa de la Familia, en atención a una llamada anónima de un vecino, en el sentido de que un anciano era maltratado, según cuenta Milagros Pérez, directora del asilo.
En la primera recámara aparece en un sillón reclinable el ídolo lerdense de antaño, su físico denota la desnutrición sufrida en los últimos años, el ojo derecho está completamente cerrado, debido a un desprendimiento de retina que sufrió en su época de boxeador.
El ojo izquierdo apenas lo puede abrir, de aquella fortaleza física de su época de boxeador no queda nada, con dificultad logra articular algunas palabras, que resultan ininteligibles, tan sólo Mireya Rangel Lares, la muchacha que lo atiende, puede interpretarlas.
- Viejillo, aquí está “El Chino” Saavedra, viene a ver cómo estás, exclama Mireya en un tono familiar, mientras enlaza las manos de quienes en cuatro ocasiones disputaron el Campeonato de Peso Pluma de La Laguna, enemigos acérrimos en el ring, fuera de él, grandes amigos.
- Zurdo, soy El Chino, ya no te acuerdas de mí.
Humberto se siente incómodo en el maltratado sillón verde, lo expresa con una mueca de dolor, Mireya se apresura a ponerle una almohada entre espalda y cuello para que se acomode mejor.
Saavedra insiste: “No tienes ganas de platicar conmigo”, espera unos minutos a que responda su amigo, con el cual sostuvo peleas a cuatro, seis, ocho, diez y doce rounds en diferentes arenas de la Comarca Lagunera.
El Zurdo permanece impávido, “se encierra en su mundo” –dice Mireya–, mientras César Saavedra muestra optimismo al manifestar: “Quiere reaccionar, ya cerró hasta el puño izquierdo, el cual era demoledor, pero nunca me noqueó”.
- Vine a verte para recordar aquellos tiempos hermosos en que estuvimos en el box, 11 veces nos enfrentamos, me ganaste siete peleas, te derroté en dos y empatamos las restantes.
“El Chino” Saavedra recuerda aquel combate del cuatro de abril de 1957 en la Arena Olímpico Laguna, dos meses después de que se había coronado Campeón de Peso Pluma de La Laguna frente a “El Zurdo” Carrillo.
La arena registró una magnífica entrada, pues cada vez que se enfrentaban la gente acudía en gran número.
- La pelea, pactada a diez rounds, empezó fuerte, los dos primeros asaltos fueron parejos, el tercero fue para Carrillo de manera apretada.
- En el cuarto, quinto y sexto fui superior a Humberto, en los dos últimos le conecté ganchos de izquierda a la quijada y cruzados de derecha, que lo tambalearon.
- Los episodios siete y ocho fueron tablas, el séptimo fue el mejor del pleito, en donde cambiamos candela a granel.
- En esos momentos Humberto se encontraba un poco abajo en la puntuación, si no hacía algo perdería de nuevo, salió al noveno asalto hecho una furia, a base de ganchos de izquierda a la cara y cuerpo me puso mal.
- Me retiré a la esquina al terminar el noveno sangrando copiosamente de la nariz y con la cara enrojecida.
- El décimo y último fue el decisivo, Humberto me prendió con un sólido izquierdazo a la mandíbula, quedé bastante groggy, anduve de poste a poste y al borde del nocaut, con la ceja derecha partida. La campanada final nos sorprendió intercambiando golpes y continuamos hasta que el réferi pudo separarnos”.
- Zurdo, ganaste por decisión dividida, a base de riñones me sacaste la victoria de la bolsa y con ella el derecho a enfrentarte al campeón nacional Manuel “Zurdo” Mendoza.
El relato de Saavedra no encuentra eco en Carrillo, sin embargo, intenta hacerlo reaccionar y lo anima al decir: “Te van a hacer una función de beneficio para que te alivianes.
“Qué hermosas peleas dimos, muchos aficionados de antaño han preguntado por ti, los boxeadores de aquel entonces nos recuerdan con mucho afecto”.
César hace una pausa y se pregunta si es El Zurdo, “está muy cambiado, no creo que sea él”.
Mientras la duda invade al Chino, Mireya trata de darle un atole a Humberto, quien se niega a abrir la boca.
- Se hace el muerto -dice la enfermera-, cayó en un abismo y no ha podido salir. Vivía solo, su comida era lo que encontraba.
- Quién iba a pensar que estuviera así –insiste Saavedra–, era un peleador potente, de gran condición física, se preparaba a conciencia, nunca pude noquearlo, en uno de los combates sostenidos lo tumbé en el séptimo round, gané por decisión.
Humberto Carrillo ha permanecido inmóvil en el sillón durante el reencuentro, su frágil cuerpo se acurruca en el sillón, no responde, sus ojos han permanecido cerrados, sin embargo, una lágrima asoma por el izquierdo.
Mireya, de 31 años de edad, acude a limpiarla, lo invita a que levante su brazo izquierdo como en los tiempos de gloria, El Zurdo no logra sostenerlo a pesar de la insistencia de su “ángel de la guarda” que lo atiende con paciencia; le acerca un plato con comida (huevo estrellado y frijoles caldosos) y le da de comer en la boca.
- Come viejillo, para que te pongas bien, tu amigo viene a invitarte para que vayan a pasear a la Plazuela Juárez, a donde te gusta ir.
La enfermera comenta que algunas veces lo saca, cuando va a las tortillas aprovecha para llevarlo a la plaza, aunque no tiene un caminado firme puede moverse, en ocasiones hasta quiere bailar con ella.
- Está cuerdo, cuando pasamos por el billar de la esquina se quiere meter, en otras ocasiones dice que ya quiere irse a su casa, que no le sirva mucha comida porque no va a estar en su peso de 57 kilos 250 gramos.
“El Chino” Saavedra retoma la palabra para comentar que Humberto Carrillo era un peleador muy difícil, además, “no me sentía bien con los rivales zurdos, porque tenían otro modo de pelear”.
Admite que un peleador de este perfil lo descontrolaba, tenía que entrenar con zurdos para poderse acoplar a la pelea, por su forma de pegar, de boxear, sus enfrentamientos eran de toma y daca.
“En aquellos años había mucha afición por el box, la pasión se desbordaba cuando peleábamos, era una especie de rivalidad entre Lerdo y Torreón, la gente se movilizaba a las diferentes arenas.
“El día de la despedida de Humberto, quien tuvo que retirarse del boxeo por su problema del ojo derecho, a fines de noviembre de 1957, el promotor Fernando Hernández organizó una función de beneficio en la Arena Olímpico Laguna, en la pelea estrella enfrenté a Adrián Kiriz, sin cobrar un solo centavo.
“Había que estar con el amigo en las buenas y en las malas, Humberto subió al ring a despedirse, recuerdo que le dije ‘adiós Zurdo, adiós para siempre, que Dios te ayude’ y lloré, nos fundimos en un abrazo, de manera simbólica colgó los guantes en una esquina del ring”.
Después de una hora de visita, César Saavedra vuelve a despedirse de su gran amigo y eterno rival y siente un fuerte latido en el corazón, se muestra visiblemente triste.
Afuera de la Casa Hogar respira profundo, no sabe cómo explicar lo que sintió durante el reencuentro.
“Me dio lástima al verlo, era como si me estuviera viendo a mí mismo, pensé que pude haber llegado al estado en que se encuentra Humberto”, concluye “El Chino” Saavedra al retirarse del asilo.
RECUENTO
* César “El Chino” Saavedra y Humberto “El Zurdo” Carrillo nacieron en septiembre de 1932, César el día ocho en Torreón, Coahuila, Humberto el 23 en Ciudad Lerdo, Durango.
* Se enfrentaron en once ocasiones, en la década de los años cincuentas, en cuatro de ellas disputaron el Campeonato de Peso Pluma de La Laguna.
* “El Hamlet de oro de Ciudad Lerdo” ganó siete de esas 11 peleas, empató dos y perdió dos.
* Saavedra debutó profesionalmente en 1949 contra Lucio González “El Borrachito”, no tuvo fortuna y salió con la derrota a cuestas.
* Carrillo se inició como profesional en 1950, sus primeros combates los ganó por la vía del nocaut.
* El manager de César fue Jesús Rivera “El Perico”, Humberto siempre tuvo en la esquina al legendario José Sacramento Díaz.
* El 22 de julio de 1952, después de cuatro combates perdidos ante su acérrimo rival, El Chino gana por decisión a El Zurdo, en un pleito pactado a diez episodios.
* La primera pelea que sostuvieron por el Campeonato de Peso Pluma de La Laguna fue el dos de septiembre de ese mismo año en la Arena Obrero de Torreón, la victoria fue para Carrillo.
* Los mejores años de El Zurdo fueron en 1952 y 1953, se enfrentó a lo más importante del boxeo nacional, hasta colocarse en el ranking oficial dentro de los diez mejores plumas del país.
* Saavedra fue campeón del estado de Texas en peso pluma y ligero en 1953 y 1954, respectivamente, El Zurdo realiza una gira sin éxito por el estado de California.
* Carrillo se despide el 21 de noviembre de 1957, debido a un desprendimiento de retina en el ojo derecho, Saavedra continúa hasta 1961, su última pelea fue contra “La Chuka” Rodríguez.
Trágica pelea.
Un pleito de cantina frena por completo la brillante carrera de Humberto “El Zurdo” Carrillo, un “salerazo” recibido justo en el ojo derecho le provoca desprendimiento de retina, recuerda Raymundo Isáis Morales.
Explica que era un salero en forma de bola el objeto que utilizó el agresor.
“Aun cuando no se detectaba la magnitud del daño, Humberto fue a pelear a Monterrey en 1957 contra el duranguense Marcelo Vargas, quien le propinó una paliza”.
Indica que “El Zurdo” Carrillo acepta pelear con Vargas, quien era peso welter. Desde el quinto asalto sentía más los golpes del duranguense, uno de sus izquierdazos se estrelló en el ojo derecho de Humberto.
- Se sentía maltrecho, pero como tenía de lema “primero muerto que rajarse”, continuó en el combate, sin pensar que iba a perder su ojo derecho.
Asegura que El Zurdo ya no veía bien, no calculaba la distancia en la que se encontraba Marcelo, su caminar en el ring era en un mundo de sombras confusas y recibía golpes a granel.
“Cuando por fin, en el octavo episodio suspenden el pleito, Humberto tenía los ojos muy lastimados, rota boca y nariz”.
Después, cuando se estaba bañando, su manager Sacramento Díaz le dijo llorando: “Mira Zurdo, qué derrame tan grande tienes”.
Humberto pensó que no sería de consecuencias aquello, pero a pesar de los esfuerzos de la ciencia médica, perdió el ojo derecho y a punto estuvo de quedarse sin el izquierdo.
Precisa que ese fue el último combate de Carrillo, el 21 de noviembre de 1957 se despide en la Arena Olímpico Laguna uno de los pugilistas más recios y consistentes que haya dado La Laguna.
“Ya retirado del boxeo volvió a tener problemas con su vista, ahora en el ojo izquierdo, en el que le detectaron cataratas y desprendimiento de retina, en la actualidad se vale de los sentidos del tacto y olfato para reconocer a las personas”, concluye su triste relato Raymundo Isáis Morales.