Los diputados llegaron a San Lázaro, se instalaron y en tan solo seis horas, aprobaron por mayoría las reformas a la Ley del Seguro Social, con lo cual los nuevos afiliados al IMSS tendrán que costear su pensión y cobrarla en 30 años.
De inmediato, el presidente Fox aseguró que el Gobierno Federal acepta la responsabilidad de respaldar al IMSS para cubrir las pensiones “legítimamente bien ganadas” por los trabajadores que ya se jubilaron o de los que están en activo, pero que esto le costará al Estado y a todos los mexicanos la “cifra escalofriante” de 700 mil millones de pesos en los próximos 20 años.
Y de pilón, dejó en claro que no resulta justo que por estar cubriendo “pensiones extraordinarias” muy por encima de las que gozan otros trabajadores en México, no se pueda atender con calidad los servicios que está obligado a prestar el IMSS a más de doce millones de trabajadores del sector privado.
El asunto corrió como reguero de pólvora, ya que no terminaban los diputados de aprobar en lo general las reformas, mientras los sindicalizados realizaban plantones y bloqueos en una docena de ciudades del país, incluídas Gómez Palacio y el Distrito Federal. Poco menos de una hora después, la minuta llegaba al Senado.
Por lo pronto hay una suerte de compás de espera, ya que los senadores se reunirán hasta el miércoles para avalar o en su caso rechazar lo ya aprobado por los diputados. Sin embargo los vientos que corren son de los que presagian tempestad, ya que el sindicato y las autoridades del IMSS se encuentran en punto muerto, sin lograr acuerdo alguno y con posiciones que ambas partes plantean como inamovibles.
La posibilidad de que la protesta del Sindicato derive en una huelga general permanece vigente ya que el líder, Roberto Vega Galina, simplemente considera que el PRI y el PAN concretaron un “albazo vía fast track” en la Cámara baja al aprobar las reformas. Sólo queda esperar.