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Registran la crónica de sus pueblos

ANILÚ KARAM VON BERTRAB

Matías Rodríguez, Carlos Rubio y Carmen Luján obtienen los primeros lugares en encuentro nacional.

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Bien dicen que las palabras se las lleva el viento, pero lo escrito es lo que permanece a través del tiempo.

En ello radica la importancia de los cronistas laguneros, cuyos trabajos fueron premiados en el marco del XXVII Congreso Nacional de la Asociación de Cronistas de la Ciudades Mexicanas A. C., celebrado en Villa de Álvarez, Colima del 20 al 24 de julio.

De entre 118 cronistas los laguneros se llevaron los primeros lugares, según informó Dagoberto Proo Moreno, presidente de la Asociación de Cronistas e Historiadores de los Municipios de Coahuila y Durango.

Bajo el título Historia de mi Pueblo, los representantes de la Comarca Lagunera presentaron trabajos en los que narran la vida cotidiana de sus comunidades, así como sucesos históricos que han trascendido hasta nuestros días.

Destaca el premio que obtuvo el cronista de Matamoros, Matías Rodríguez Chihuahua, a quien se le entregó la presea de plata al mérito Renán Irigoyen, que lo acredita como el primer lugar del encuentro.

De este modo y tras 17 años como cronista oficial de su entidad, recibió de manos del Secretario de Gobernación del Estado de Colima, el máximo galardón al que puede aspirar un cronista mexicano.

Por otra parte, el cronista Carlos Rubio -vicepresidente de la asociación en los Estados de Coahuila y Durango- obtuvo el cuarto lugar. Y el quinto sitio correspondió a María del Carmen Luján, originaria de Velardeña, poblado del municipio de Cuencamé, Durango.

Desde Velardeña

No es la primera vez que María del Carmen Luján se destaca en este tipo de encuentros, ya que el año pasado obtuvo el primer lugar con su trabajo titulado La Economía en Durango Durante el Porfiriato.

Para este vigésimo séptimo encuentro, presentó Crónica de un Pueblo Minero, escrito con el que también destacó y que la hizo acreedora al quinto lugar del encuentro.

Por el triunfo dijo sentirse muy orgullosa. Además, expresó que ?considero muy importante el que se premie en la actualidad el trabajo de la mujer y que lo podamos dar a conocer, no sólo por el logro que represente, sino por dar a conocer parte de nuestra historia?.

SITIO DE HONOR

La presea de plata Renán Irigoyen, obtenida por el cronista lagunero Matías Rodríguez Chihuahua, lleva por nombre al fundador de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas.

-Renán Irigoyen nació el 30 de diciembre de 1914 en Mérida, Yuc. y murió el 23 de octubre de 1994 en su tierra natal.

-Cursó la instrucción primaria en la escuela Hidalgo y el bachillerato en la Escuela Preparatoria de la Universidad del Sureste en Mérida.

-Fue el primer presidente de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas del año 1977 al 1978.

-La biblioteca de la Escuela Preparatoria número uno de Mérida lleva su nombre desde 1984.

-Fue miembro fundador del Comité Impulsor de las Artes Plásticas.

-En 1974 recibió el Premio Nacional de Ensayo Periodístico Diego Arenas Guzmán. Y en 1992, la medalla Eligio Ancona.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón

UNA DE LAS GANADORAS

María del Carmen Luján escribió Crónica de un Pueblo Minero, que la hizo acreedora al quinto lugar en el XXVII Congreso Nacional de la Asociación de Cronistas de la Ciudades Mexicanas A. C. A continuación se presenta un fragmento de este trabajo.

-Cuando se descubrieron ricos minerales en sus tierras del norte, empezaron a aparecer los centros de población llamados Real de Minadas, como el de Terneras que fue descubierto en 1606. Este suceso convirtió al agostadero en un pueblo infértil; en el cielo que cruzaban las aves, lo comenzaron a hacer miles de murciélagos al atardecer.

-Al paso del tiempo y con la llegada de los españoles, entre ellos un capitán de apellido Velarde, que se asentó en estas tierras a la orilla del arroyo, utilizando sus aguas para lavar los metales en forma rústica y aprovechar su agua para sembrar hortalizas que formaban parte de su alimentación, nació el pueblo minero de Velardeña.

-Este poblado tuvo gran auge por sus vetas de plomo, plata y oro, ambición de los extranjeros que veían en nuestro país la oportunidad de enriquecerse, aprovechando la mano de obra de los naturales que llegaban de varias tierras en busca de una oportunidad de trabajo.

-Mientras los dueños de las minas se enriquecían, los obreros apenas sacaban para mal comer. Trabajaban de ?gallo a grillo?, decían, la paga era un vale canjeable por mercancías en la tienda de raya de la Compañía, en donde les daban pocos productos y de baja calidad. Bajaban a la mina sin equipo protector, sólo con su pantalón y camisa de manta, huaraches fabricados por ellos y un sombrero de palma. Su fe los hacía acondicionar dentro de la mina, altares donde ponían algunos santos de su devoción. En la espalda cargaban el mineral, subiendo varias escaleras de ?muescas?, hechas de un tronco largo de árbol con resaques en zigzag donde cabía un solo pie de cada lado.

-El nueve de mayo de 1907 murieron cerca de 100 obreros al incendiarse la mina de Terneras, porque utilizaban velas de parafina y mechones de ocote para ver dentro de la tierra. Tardaron más de un mes en apagar el fuego y sacar el humo, las autoridades del pueblo pidieron ayuda al gobernador de ese tiempo Esteban Fernández y hasta el presidente de la República, Porfirio Díaz, se enteró del suceso, ordenando a la compañía minera prestara ayuda a las familias.

-En estos tiempos era común acallar con violencia el descontento de los pueblos por los maltratos dados a sus hombres por parte de los extranjeros. Una prueba de ello fue la matanza que sufrieron algunos hombres bajo las órdenes del coronel Jesús Garza.

-Este personaje fue el principal autor de la tragedia que volvió a enlutar al pueblo en la Semana Santa trágica de 1909, por faltas a la Constitución al sacar de la iglesia a la calle imágenes de Santos, matando en forma cobarde a participantes, haciéndolos cavar su tumba y luego por la espalda los asesinaban.

-En 1910 cuando la Revolución, la compañía minera no dejó de trabajar y a sus obreros les dio trato de esclavos. Decían que esta compañía compraba a los revolucionarios su protección con dinero para adquirir sus armas.

-Así siguió su curso la vida de este pueblo, entre tragedias y lo cotidiano. Fue en 1930 cuando la compañía minera cerró sus puertas al dinamitar la gran torre de la fundación de ASARCO, que de lejos distinguía al pueblo como progresista.

-En 1968 se estableció la compañía MIMNSA, dando nuevamente auge al pueblo, pero desgraciadamente en 1999 cerró sus puertas, tras 31 años de trabajo.

-A la fecha han emigrado más de 200 familias quedando casi abandonado el pueblo, yendo a trabajar a las fábricas maquiladoras de Cuencamé y Pedriceña.

FUENTE: María del Carmen Luján

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