Washington, (EFE).- Investigadores estadounidenses descubrieron que un tipo de proteínas tóxicas llamadas amiloides beta, a las que se vincula con el mal de Alzheimer, también están estrechamente relacionadas con las enfermedades cardíacas.
El descubrimiento es sorprendente y podría revelar algunos de los misterios que rodean a los trastornos cardíacos, señalan los científicos del Hospital Infantil del Centro Médico de Cincinnati (Ohio) en un artículo publicado en la revista "Proceedings of the National Academy of Sciences".
El mal de Alzheimer es una enfermedad cerebral progresiva e incurable, en tanto que en la cardiomiopatía las paredes del corazón se engrosan y limitan el flujo sanguíneo.
Estudios anteriores habían demostrado que una mutación en dicha proteína tóxica, llamada Alfa-B- cristalina, estaba directamente vinculada con una cardiomiopatía.
Esos resultados fueron repetidos en ratones de laboratorios y, como se sospechaba, la proteína mutante causó fallos cardíacos en los roedores.
Pero en su estudio, Robbins descubrió que la proteína también formaba grupos dentro de los cardiomiocitos (células del corazón) y que con ello interfería directamente en la función cardíaca.
"Cuando uno mira un amplio espectro de pacientes humanos de fallo cardíaco, ve que en ellos también hay grandes concentraciones de la proteína tóxica en los cardiomiocitos", dijo Robbins.
Las proteínas amiloides beta aparecen en el cerebro unos 20 años antes de que comienzan a manifestarse los síntomas de Alzheimer, el principal de ellos es la pérdida de la memoria.
Según Robbins, sus próximos estudios estarán dirigidos a determinar la actividad de los amiloides beta en los cardiomiocitos y si al prevenirla se puede reducir la gravedad del problema cardíaco.