Gómez Palacio

Relatos | ?Un hijo no se olvida...?

LUIS ALBERTO MORALES CORTÉS

Doña Chabela matiene sobre el ropero de su casa dos fotos de Abel con dos veladoras.

EL SIGLO DE TORREÓN

GÓMEZ PALACIO, DGO.- La humilde vivienda de adobe con puerta de madera, como las casas antiguas, colinda con el panteón municipal. Doña Chabela atiende el llamado, la mujer de larga cabellera cana tiene las manos mojadas, su delantal también, es difícil mantenerse seco lavando ropa ajena.

Hace dos años y medio, Doña Chabela se encontraba haciendo el mismo trabajo cuando un ?judicial? tocó su puerta. Su hijo más chico, David, estaba en casa de vacaciones, se levantó del sillón y atendió a los visitantes.

?¿Aquí vive Abel Torres??, preguntó el policía ministerial. La respuesta fue afirmativa. ?Acaba de sufrir un accidente, tienen que acompañarnos?, dijo la voz que aventuraba secretamente la tragedia. David pidió más información, se consternó con la noticia, pidió unos minutos para contarle a su madre.

Los policías aguardaron. David estaba en el patio, agachado, en cuclillas, con los brazos entrelazados, la cabeza baja. ?¿Qué pasó hijo??, preguntó Doña Chabela. ?Abel sufrió un accidente?, dijo David entre sollozos. La mujer reaccionó y se iba a quitar el delantal. ?No mamá, tu no vas a ir, no vas a ir... Abel ya está muerto?.

Abel Torres Esparza, de 26 años, murió el martes 26 de marzo de 2002, al ser atropellado a bordo de una bicicleta. A las 12:00 horas, el joven empleado de una maquiladora, fue embestido por un camión de ?los verdes?, en el bulevar González de la Vega, casi esquina con la calzada Lázaro Cárdenas. Abel no iba solo.

En la Dirección de Tránsito y Vialidad Municipal informaron que el presunto responsable del percance fatal fue Antonio Alvarado García, de 21 años, quien tripulaba un autobús marca Dina, modelo 91, placas 077HB1, color verde con blanco, de la línea Transportes Moctezuma.

La identificación de Abel mostraba el domicilio de su madre, calle Carlos Herrera 156, de la colonia López Portillo. Siete meses antes del accidente, Abel se fue a vivir a su nueva casa en la colonia Hamburgo, acompañado de su esposa y sus tres hijas.

Francisca Ramírez, ?Quica?, era cuatro años mayor que su marido. El día del accidente Abel iba con una mujer en la bicicleta. A David le dijeron que era su esposa. El joven quedó desconcertado. Pensó en sus sobrinas, pensó en la orfandad.

La joven que acompañaba a Abel también murió. No se le encontraron documentos de identificación. La familia de Abel buscó a ?Quica?, la mujer estaba con vida, entonces... ¿Quién era la muerta?

Cercana la medianoche del martes 26 de marzo, fue identificada en el Servicio Médico Forense de la Subprocuraduría de Justicia, Berta Gabriela Villalobos Valadez, de 18 años, con domicilio en la calle Quinta número 23, de la colonia El Refugio.

La noticia consternó a la familia... pero todavía había más. La autopsia de Ley aplicada a Berta Gabriela indicó otra desventura. La joven fallecida tenía 16 semanas de embarazo y el producto también se perdió.

En el domicilio que correspondía a Berta Gabriela se observa la fachada recién pintada, color celeste, el número 156 destaca, la casa está casi esquina con la avenida Mina. María Estela Villalobos viuda de Valadez es su madre.

De la citada finca, ubicada en una calle sin pavimentar, salió un joven que informó sobre el cambio de domicilio de doña María. ?Se fue hace dos meses, pero no sabemos dónde vive ahora?.

?Abel era un muchacho muy bueno, muy trabajador, en su empresa duró mucho, primero fue inspector y luego él mandaba a la gente. Todos los hijos son buenos, en veces tienen sus arranques, el era muy bueno, no fumaba, no tomaba, era muy trabajador?, dijo Doña Chabela sobre su hijo.

Al ingresar a la fábrica, Abel sólo contaba con estudios de primaria, su deseo de superación lo llevó a terminar la secundaria con apoyo de su empresa. Abel ingresó a la planta a los 20 años, acababa de cumplir años antes del accidente.

La última vez que la señora vio a su hijo fue el domingo 24 de marzo. ?Siempre venían a verme, ese día aquí se quedó la niña más chiquita, como el lunes Abel acabó muy cansado no vino por ella?.

Sobre las condiciones en que ocurrió el accidente Doña Chabela dijo: ?El accidente fue en horario de trabajo, Abel no acostumbraba salir a comer, siempre llevaba lonche o comía afuera en un tabarete. No sé ese día por qué salió... Ya la muerte lo estiraba, a donde iba a quedar él?.

Efectivamente, la planta Lajat donde laboraba Abel, estaba a 500 metros del lugar de su muerte. Hoy, una cruz de mármol con su nombre está enterrada sobre el camellón central. En el lugar murieron dos personas, sólo hay una cruz y dos ramos de flores artificiales, rojas y azules.

Doña Chabela evita pasar por el lugar donde murió su hijo: ?Quedé muy trastornada, mi muchacho el mayor tiene 40 años, él puso la cruz, es como un recuerdo?.

Aunque deseaba nunca estar en el lugar donde perdió a su hijo, la afligida madre fue guiada por su nuera ?Quica?: ?Yo siento feo pasar por ahí, una vez me llevaron, porque como a la mujer le dijeron la calle donde había fallecido. Me dice mi nuera, ?aquí quedó Abel? y dije, ?pues para qué me trajo aquí?, yo quedé mal, todavía estoy mal, pues un hijo no se olvida?.

El recuerdo de Abel sigue vivo. En la casa de Doña Chabela, sobre un ropero hay dos fotografías, sobra decir que son de Abel, dos veladoras lo indican, como dice Doña Chabela... un hijo no se olvida.

La muerte de Abel no la separó de sus nietas. Francisca Ramírez tiene ahora 32 años, sus hijas son de nueve años, otra de siete y una que cumple tres años en abril próximo.

?Primero venía todos los días y como ahora están en la escuela las niñas, pues ya no puede, pero viene los sábados y domingos; o más bien el viernes, para cobrarle a mi muchacho porque él no sabe?.

En la casa de dos pisos ubicada en la colonia Hamburgo, se observa una reja cubierta que impide la vista al interior. La vivienda pertenecía a Abel, hoy es de su familia. De la ventana de un cuarto en la planta alta, se asoma una niña con uniforme de primaria, su madre no abre la puerta, prefiere evadir el pasado.

En la casa de Doña Chabela, el recuerdo de Abel sigue vivo. Sobre un ropero, en la recámara principal, hay dos fotografías, sobra decir que son de Abel, dos veladoras lo indican, como dice Doña Chabela... un hijo no se olvida.

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