Segunda y última parte
Dentro del proceso de actualizar al periodismo e integrarlo a la galopante modernidad surge otra necesidad primaria. Aquí nos referimos al hecho de que la mayoría de los medios no ha definido con claridad un código de principios y los que cuentan con uno sencillamente no lo difunden. Esto crea una problemática en cuanto a que el espectador, el público en masa; la mayor parte de las veces no puede ser discriminativo en cuanto a qué medio elegir, simple y sencillamente porque las líneas editoriales y de procedimientos son confusas o desconocidas. Y ya en el caso específico del periodista que se acerca a la empresa a buscar trabajo, muchas veces sufre sorpresas desagradables al haber identificado al medio informativo de cierta manera y al entrar a él percatarse de que opera de forma completamente distinta o sobre líneas éticas dudosas. Es por lo anterior que es urgente crear códigos internos y marcar claramente cuáles son las metas a seguir.
Otra cuestión de fondo que no debemos dejar pasar de largo es que actualmente la diferenciación entre un medio de comunicación y otro es ciertamente difusa. Es decir, que hoy en día no existen divergencias tan marcadas entre la radio, el cine, la televisión y la prensa escrita. Aunque cada una conserva características y rasgos propios, lo cierto es que gracias a la aparición del Internet como quinto medio de comunicación ha surgido una especie de complementación e intercambio entre los cinco, quienes en vez de actuar basados en ideologías individualistas, procuran apoyar una amalgama que busca proveer de mayor riqueza al espectro informativo.
Es por lo anterior que el nuevo periodista debe dejar a un lado miedos y dudas sobre lo que no conoce y volcarse a trabajar apoyado de la tecnología. Muchos afirmaban que con la aparición de la red los días de los periódicos impresos estaban contados, sin embargo, ahora son cada vez más las voces que aseveran que bien utilizada, la red puede convertirse en un arma que permita una eficaz penetración de la información, que coadyuve en una rápida distribución y que en también importante medida, contribuya a los preceptos de libertad informativa.
Siguiendo la tarea de una reforma integral al quehacer periodístico no debemos menospreciar al lector. En muchas ocasiones los medios de comunicación han actuado basándose en sus propios criterios y los de la esfera en el poder –lo que no es necesariamente condenable—sin tomar en cuenta el público. Hoy, para bien o para mal, aquella “masa moldeable” de la que hablaba la teoría de la aguja hipodérmica, tiene mucho mayores posibilidades de acceder a cualquier tipo de información, convirtiéndola, por ende, en un grupo mucho más selectivo y con una importante capacidad de discriminación.
El periodista debe procurar un mayor cuidado en cuanto a lo que a contenidos se refiere. El manejo de información es una tarea muy delicada que conlleva un enorme grado de responsabilidad, por lo que es absolutamente justificable demandarle a la prensa el que sepa discernir entre aquello que es útil y trae beneficios a la colectividad y aquello que trae consigo efectos corrosivos y de largo alcance.
Otra duda que aflora durante este ensayo es la cuestión sobre la individualidad del periodista ante el medio de comunicación donde trabaja. Es cierto que en una entrevista, crónica, editorial o artículo; innegablemente viene plasmada la esencia o línea del medio y a su vez, quizá en mayor proporción, la ideología del periodista. A pesar de ello, muchas veces el profesional de la comunicación se cuestiona sobre qué tanto está sesgada su libertad de expresión al tener que seguir una línea editorial en específico. Aquí simplemente pretendo disipar esta interrogante afirmando que aunque el ser humano es libre, en todos los ámbitos de su vida está atado a normas sociales, jurídicas y morales con las que debe coexistir todos los días de su vida. Entonces, como fin a esta cuestión habríase que tener en mente que se puede ser un profesional de la comunicación respetuoso de las líneas éticas de la empresa y al mismo tiempo imprimirle a la información ese rasgo característico de individualidad que trae consigo cada reportero.