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Renuncia Schroeder a presidencia de su partido

06 de febrero de 2004.

Berlín, (EFE).- El canciller alemán, Gerhard Schroeder, anunció su renuncia a la presidencia del Partido Social Demócrata Alemán (SPD) al actual jefe del grupo parlamentario, Franz Müntefering, para garantizar el curso de las reformas en marcha y atajar la crisis del partido.

"Alemania se encuentra en medio del proceso de reformas más importante de la historia de la posguerra. Y yo estoy comprometido con ese proceso", dijo Schroeder en una rueda de prensa convocada con apenas una hora de antelación, y durante la que, acompañado por Müntefering comunicó su decisión, inesperada.

Aunque desde hace tiempo se especulaba sobre las medidas que adoptaría el canciller para sacar al partido y al gobierno de un pozo de popularidad que parece no tener fondo, precisamente en un año de maratón electoral con catorce citas a las urnas, la decisión de dejar la presidencia del partido cayó como una bomba.

En los últimos días se habían escuchado voces -mayoritariamente líderes social demócratas regionales- que exigían una remodelación de gobierno, opción que el canciller descartó, hoy menos categóricamente.

Schroeder afirmó que junto a Müntefering meditaban la idea desde hace tiempo y que finalmente se decidió a dar un paso que consideraba necesario aunque doloroso, porque la presidencia era un cargo que "desempeñaba a gusto y que dejo de mala gana".

La idea de esta "división de trabajo", que en principio se hará efectiva a finales de marzo tras un congreso extraordinario, es que "cada uno de nosotros" se dedique plenamente a buscar el apoyo a las reformas, "yo como jefe de gobierno hacia afuera" y Müntefering de puertas adentro, dijo Schroeder que negó perder autoridad.

A diferencia de Schroeder, quien desde que tomó el relevo de Oskar Lafontaine al frente del SPD en 1999 nunca llegó a ganarse el alma de los suyos por muy popular que fuera al comienzo como canciller, el ex-secretario general es lo que en Alemania se llama un clásico "soldado" de partido.

Como tal intentó estar cerca de las bases, lo que demostró con éxito en la campaña electoral de 1998, cuya organización tuvo a cargo, y que condujo al triunfo de la actual coalición roji-verde.

Pero las bases nunca dejaron de hacer notar a Schroeder que su línea esencialmente pragmática no se corresponde con el espíritu social del partido, mientras que Müntefering siempre intentó estar cerca de sus correligionarios, con un discurso que pretende tender un puente entre la modernidad y el tradicionalismo.

En la rueda de prensa Müntefering afirmó que nunca antes se había planteado realmente que acabaría dirigiendo el partido, un cargo del que -bromeando- dijo que era "el más bonito aparte del de Papa".

"Es para mi una gran responsabilidad y un gran desafío asumir la dirección del partido en un momento de transformación, en el umbral de la aplicación de la Agenda 2010", declaró.

Dijo que asumirá el cargo seguro de que "si nos esforzamos podemos ganar el proceso de convencer" a la población y a las bases de que para "salvar" el estado de bienestar hay que reformarlo.

En este país, en el que hasta hace poco se pensaba que el "crecimiento económico es un fenómeno natural" la gente tiene que aprender a que las cosas tienen que cambiar sobre todo cuando se ha vivido un "estancamiento de tres años seguidos que parecía impensable".

"Yo era de los que había aprendido de mi padre que la bota alemana nunca más debía pisar los Balcanes... pero la historia nos ha hecho cambiar", dijo como ejemplo de que él mismo se había visto obligado a cambiar de línea en repetidas ocasiones, algo que, reconoció, podría interpretarse como "oportunismo".

"Pero, tengo la conciencia tranquila", señaló Müntefering, quien dijo sentirse orgulloso del camino de reformas emprendido y pidió a los suyos no olvidar que "para hacer oposición, están los otros".

Otra giro de tuerca a esta renovación interna fue el anuncio por parte de Müntefering de que relevará al actual secretario general, Olaf Scholz, supuestamente a petición de éste.

Dentro del partido, Scholz había sido calificado como uno de los principales responsables de la mala imagen, debido a su falta de sensibilidad frente a las bases y a que parecía entender su papel como el de portavoz de la política del canciller.

En sus primeras reacciones, la oposición cristiano-demócrata y liberal, fue unánime al considerar que el cambio en la cúpula pone de manifiesto que el gobierno de Schroeder ha fracasado. "Esto es el principio del fin del canciller federal y de este gobierno", dijo la presidenta de la Unión Cristiano-demócrata (CDU), Angela Merkel.

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