Se acusa al ahora ex secretario de actos de corrupción por la recepción de comisiones de la empresa francesa Alcatel, uno de los principales proveedores de su país.
08 de octubre 2004.
WASHINGTON (AP).- El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Miguel Ángel Rodríguez, renunció el viernes a su cargo, una semana después de revelarse en Costa Rica su presunta participación en un caso de soborno.
Se marchará el 15 de octubre, exactamente 30 días después de asumir el cargo.
Rodríguez pidió "perdón" por las situaciones embarazosas que pudo haber hecho pasar a los gobiernos que lo eligieron por aclamación en junio en Quito, en una asamblea en que el tema central fue la lucha contra la corrupción.
El ex presidente costarricense comunicó su renuncia en una carta enviada al presidente del Consejo Permanente, Arístides Royo, embajador de Panamá ante la organización.
Royo convocó entonces a una sesión de emergencia del consejo, a la cual no asistió Rodríguez, y activó las disposiciones de la Carta de la OEA para conceder al subsecretario general, el estadounidense Luigi Einaudi, la secretaría general de forma interina hasta la elección de un titular por los cancilleres americanos.
La Carta de la OEA no concede posibilidad a los órganos de la institución de aceptar o rechazar la renuncia del secretario general. Dice solamente que ante la renuncia, el subsecretario general ocupará el cargo interinamente.
Rodríguez renunció apenas tres semanas después de asumir el cargo. En su primera semana dispuso una reorganización administrativa de la OEA. En la segunda se preparó para asumir funciones protocolarmente con 12 presidentes y 26 cancilleres. Y en la tercera surgieron las versiones de corrupción y renunció.
Sin embargo, alcanzó a viajar a Haití y Granada el martes y miércoles para una inspección de los daños causados por recientes huracanes.
El embajador interino de Costa Rica, Luis Guardia, el único que habló en la sesión sobre el caso, dijo que éste era "un día triste y muy difícil" para su país con la renuncia del primer centroamericano en asumir esas funciones. Pero, indicó, en su país existe "una lucha implacable contra la corrupción".
El presidente costarricense Abel Pacheco le había pedido a Rodríguez que renunciara para encarar las acusaciones. Rodríguez dijo en su carta que retornará a su país para hacerlo.
La sesión de embajadores fue convocada por Royo luego que Rodríguez le entregó su renuncia a las 11 del viernes 8 de octubre, dijo el ex presidente panameño, quien asumió no sólo sus nuevas funciones diplomáticas sino la propia presidencia la semana pasada.
Minutos después de un cuarto intermedio en la sesión, Einaudi dijo a los periodistas que "éste es un día doloroso" en la historia de la OEA.
Einaudi estará en funciones hasta que los cancilleres se reúnan y elijan a un nuevo secretario general. Royo dijo que esa reunión "ocurrirá muy pronto".
Rodríguez indicó que su renuncia será efectiva a partir del 15 de octubre, cuando cumplirá exactamente un mes de haber asumido el cargo en reemplazo del ex presidente colombiano César Gaviria.
Los cancilleres pueden elegir a un nuevo secretario entre uno o varios candidatos. Se requiere de dos tercios o -23 votos- para ganar.
En medios de la OEA se dijo que el ex presidente salvadoreño Francisco Flores, quien no ha ocultado sus deseos de postularse junto con Rodríguez, estaría como primer candidato reemplazante.
Debido a que la tendencia para la elección de Rodríguez había sido dar preferencia a un centroamericano, es posible que el bloque sudamericano, que ha ocupado la secretaría en los últimos 64 años, no presente candidato, dijeron fuentes diplomáticas.
Rodríguez no sólo fue el primer secretario general centroamericano en ser elegido al cargo desde que la OEA adquirió su actual estructura en 1948. Con su renuncia, fue también el primero en durar tan poco tiempo en funciones.
No es, sin embargo, el primero que renuncia en medio de un escándalo de corrupción. El diplomático argentino Alejandro Orfila lo hizo en 1985, un año después de su reelección para un segundo periodo de cinco años, al aceptar que recibió dinero de la dictadura haitiana de la familia Duvalier para mejorarle le imagen en Washington.
Según versiones de San José, Rodríguez, de 64 años, estaría involucrado en un caso de corrupción que se remonta a los años en que fue presidente, entre 1998 y 2002.
Su relación con un pago ilegal de comisiones provino de uno de sus ex ministros, José Antonio Lobo, quien dijo que Rodríguez le pidió hasta un 60% de unos 2.5 millones de dólares que la empresa francesa Alcatel le habría dado a Lobo por contratos con una dependencia del gobierno.
Frente a esas acusaciones, dijo Rodríguez, "se me abrían dos caminos".
"Permanecer en la secretaría... o separarme del cargo para consagrarme exclusivamente a mi defensa y aclaración de los hechos ante las autoridades judiciales costarricenses".
Los embajadores decretaron luego un cuarto intermedio para armonizar una declaración con sus cancillerías que sería emitida más tarde. El borrador sólo hacía mención a que tomaron nota de la renuncia de Rodríguez y se seguirán los procedimientos de la Carta de la OEA para buscarle reemplazante.
Einaudi, preguntado si coincidía con lo que dice Rodríguez en su carta, que su renuncia era "lo mejor" para él y la organización, guardó silencio y luego dijo serenamente: "Creo que no debemos juzgarlo".
"El en ningún momento pensó que se iba a producir esta situación, y yo tampoco".
TEXTO ÍNTEGRO DE CARTA DE DIMISIÓN
El texto íntegro de la carta en la que el secretario general de la OEA, Miguel Ángel Rodríguez, anuncia su intención de dimitir del cargo y que va dirigido al presidente del Consejo Permanente de la organización, el panameño Arístides Royo, es el siguiente:
"Excelentísimo Señor Presidente:
La elección unánime como Secretario General de la Organización de Estados Americanos constituye el mayor honor que podría haber jamás recibido por parte de los Estados miembros.
Al asumir el cargo, hace unos días, lo hice con múltiples programas y proyectos, y con la convicción profunda y la esperanza firme de que, con base en los valores que guían a los pueblos de este nuevo continente, los Estados y la Secretaría General podríamos dar un nuevo impulso a nuestra acción interamericana: consolidar la protección de los derechos humanos, la democracia y la gobernabilidad; acelerar el crecimiento compartido y la disminución de la pobreza; asegurar la paz y consolidar la nueva visión de la seguridad hemisférica.
Durante los dos años previos me preparé para afrontar con eficiencia y eficacia esa responsabilidad. El propio 15 de septiembre (fecha en la que Rodríguez asumió el cargo) planteamos la primera etapa de la reestructuración de la Secretaría General, con el aporte y sacrificio generosos de nuestros funcionarios, para resolver la difícil situación presupuestaria que enfrentábamos, y focalizar la acción en las cuatro grandes áreas de acción mencionadas. A la vez se sentaron las bases para una administración por objetivos, a fin de destinar los recursos presupuestarios a las prioridades de la OEA, así como poder evaluar resultados y establecer incentivos apropiados.
En todas estas tareas y en lo mucho que en pocos días hemos ejecutado, encontré en los Estados miembros apoyo leal y sincero, consejo oportuno y verdadero deseo de progreso, tal como lo expresaron con determinación desde los más altos niveles de sus gobiernos y sus representaciones ante la organización. Igual apoyo, consejo y determinación me dieron el Secretario General Adjunto, Embajador Luigi Einaudi, los funcionarios de la Secretaría y mi pequeño y consagrado equipo de asesores.
Creo de enorme importancia mantener, defender y profundizar estos cambios en beneficio de los ideales interamericanos de libertad, dignidad, justicia, solidaridad, paz y progreso. Y creo que quienes amamos la historia y aspiraciones de las Américas, la diversidad y riqueza de nuestras culturas y la bondad de sus gentes, debemos pedir a Dios su guía y dedicar nuestros mejores esfuerzos a la consecución de esos nobles cometidos.
El jueves de la semana pasada se me ha relacionado con una investigación sobre pagos a diversas personas efectuados por proveedores de entes públicos de Costa Rica.
Se me abrían dos caminos. Permanecer en la Secretaría para estar en capacidad de continuar impulsando las reformas preparadas con tanto cariño y tiempo, asumiendo a la vez en lo personal mi lucha por la exoneración de esos dichos, o separarme del cargo para consagrarme exclusivamente a mi defensa y la aclaración de los hechos ante las autoridades judiciales costarricenses.
Todos los estados diferentes a mi país a los que pude consultar estos días, me ofrecieron su apoyo para optar por la primera opción y me recordaron la regla elemental de los derechos humanos de que nadie debe ser considerado culpable antes de serlo así declarado en juicio y que menos se podría asumir esa culpabilidad si ni siquiera se había planteado una acusación.
Pero los elementos me han llevado a una profunda reflexión sobre la conveniencia o no de esa alternativa. Por una parte deseaba cumplir con impulsar los proyectos que con tanta ilusión discutimos y ahora estamos lanzando. Por otra parte deseo evitar costos a mi familia y a la OEA y en estos días me he dado cuenta de que estaba subestimando el tiempo y el esfuerzo que tomará mi defensa en Costa Rica.
La OEA es una extraordinaria organización que en sus 115 años de existencia ha obtenido grandes logros de los que debemos estar orgullosos, y que constituyen motivo de aliento para enfrentar con decisión los enormes retos aún pendientes, para bien de las mujeres y hombres de este continente.
Por ello, no quiero someterla al costo de una cruel y larga persecución de su Secretario General no sólo en estrados judiciales sino también en los medios, del mismo modo que no quiero hacer sufrir a mi amada familia el costo de una defensa a la distancia.
Desde el primer momento señalé que defenderé y aclararé los hechos ante las autoridades judiciales costarricenses, y así lo haré.
Por lo anterior y con profundo dolor que es sólo comparable en su intensidad a la gratitud con Usted, Señor Presidente del Consejo Permanente, con sus colegas Embajadoras y Embajadores representantes permanentes, sus Jefes de Gobierno y sus Cancilleres, renuncio al cargo de Secretario General de la Organización de Estados Americanos a partir del próximo 15 de Octubre.
Ocuparé los días que restan en el ejercicio del cargo para transferir toda la responsabilidad y la información al Señor Secretario General Adjunto.
Con humildad, dolor y angustia pido a Uds. y a sus países perdón por hacerles pasar por este difícil trance y espero que mi decisión contribuya a que la Organización pueda enfocar toda su atención en las altas tareas que le han sido encomendadas.
Pido a Dios que guíe los pasos del Consejo Permanente, del Secretario General Adjunto y de los funcionarios de la Secretaría General para que nuestra América avance con firmeza en la vivencia de nuestros valores para beneficio de todas y todos los americanos y para luchar contra la pobreza, la exclusión y la inequidad.
Con las muestras de mi mayor consideración y estima personal,
(firmado)
Miguel Ángel Rodríguez"