SUN-AEE
MÉXICO, DF.- En una cartulina blanca colocada a la entrada se resume todo: ?La historia y las raíces de los antiguos mexicanos no se venden, se comparten. Aquí no se cobra?. En el lugar no hay termómetros, deshumificadores, ni foquitos parpadeando cuando alguien pasa de la explicación al detalle.
Resguardados en vitrinas, figuras, ornamentos y utensilios, recolectados en su mayoría en el perímetro de Azcapotzalco, reposan sobre pedazos de troncos de árbol; otros lo hacen sentados en botes o vasos pintados, con sus fichas técnicas escritas a mano.
El Museo Príncipe Tlaltecatzin -o Museo Arqueológico de Azcapotzalco- alberga una colección de poco más de 900 piezas, expuestas en cuatro salas. Los objetos han sido hallados durante décadas por don Octavio Romero Arzate, un arqueólogo empírico, que desde los 14 años explora por los antiguos territorios tepanecas.
Una vieja camisa de manta, pantalón de pana y huaraches de cuero, nada hay en su atuendo que lo haga distinguir de otros abuelos mexicanos; excepto que conserva una excelente condición física y la cabellera completamente negra a sus 80 años.
Recargado en su diablito, el natural del ?lugar de las hormigas? aguarda a que lleguemos.
Don Octavio es una ?Carta viva de Azcapotzalco?, especie de ser instruido y versado, según dice, directamente por los antiguos señores que poblaron México.
Moctezuma, Cuauhtémoc y Tlaltecatzin, asegura, han sido algunos de sus maestros. Su vida, una lucha constante contra el escepticismo institucional y académico; incluso sus padres querían meterlo al manicomio. Sus primeros hallazgos le concedieron el permiso para continuar. ?Estos señores me enseñan cosas y yo nomás las transmito al pueblo, ese es mi deber, enderezar la historia que está toda quebrantada?.
La exposición comprende, desde huesos de animales prehistóricos y puntas de flecha, hasta algunas casullas del siglo XVI y objetos de la época colonial, como buzones de correo, diversas planchas y hasta un bote lechero. Lo que más abunda son obras de los señoríos locales, inscritas entre la centuria XII y la XV; en el acervo también se incluyen objetos de las civilizaciones olmeca, tolteca, maya y mexica.
Destacan algunas reliquias que, se cree, pertenecieron a Cuauhtémoc; además, de una serie de representaciones realizadas por diferentes culturas de Nonantzin, deidad femenina en trabajo de parto.
?Son objetos de trueques, intercambios culturales y depósitos - explica don Octavio-. Hay piezas de todos los asentamientos, por el gran poderío de Tezozómoc, que cobraba tributo a varios pueblos; los platos mayas fueron un regalo, ellos no pagaban?.