El espíritu —¿o fantasma?— de John F. Kennedy sigue tan presente en Estados Unidos a pesar de que han transcurrido cuarenta años de su magnicidio ocurrido en Dallas, Texas. Han sido muchos los políticos norteamericanos que han aprovechado su parecido al clan Kennedy para escalar en la azarosa vida pública del vecino país. James Carter fue uno de los primeros, cuya sonrisa y afabilidad recordaba a los hermanos John y Robert. Por desgracia, el oriundo de Georgia apenas duró cuatro años en la Casa Blanca de donde fue prácticamente expulsado por el voto de sus detractores. Años después tocó a William Clinton, el juguetón abogado de Arkansas, alcanzar la Presidencia gracias a su carisma y juventud que hicieron revivir los años felices de John y Jacqueline Kennedy.
Clinton logró un éxito arrollador en su campaña de reelección y de no ser por sus amoríos con una casi adolescente, se hubiera convertido en el mejor presidente de los Estados Unidos de los tiempos modernos.
Ahora llega otra figura que recuerda a Kennedy por su trayectoria, origen y perfil, incluso hasta por sus siglas.
John Forbes Kerry es la sorpresa política del momento en la Unión Americana. Es senador por Massachussets, residente de Boston, de religión católica, proveniente de familias acomodadas, demócrata liberal y exitoso ex combatiente de guerra. Nada más parecido al John Kennedy, el mismo que por décadas han admirado los norteamericanos por no decir que idolatrado.
De no ser por su aspecto cadavérico y su canosa cabellera que más asemejan a un anciano que a un joven, Kerry sería el hombre perfecto para ganar las elecciones presidenciales, tal como lo hicieron en su momento Jimmy Carter y Bill Clinton.
Las encuestas recientes dan una sorpresiva ventaja de casi diez puntos a Kerry sobre el presidente Bush, quien a estas alturas de la función parece destinado a perder estrepitosamente su reelección.
Kerry cumplió 60 años el pasado mes de diciembre, está casado con Teresa Heinz y tiene dos hijas Alexandra y Vanessa. Teresa, quien tiene además tiene tres hijos de un primer matrimonio, es parte de una familia millonaria de Massachussets. El virtual candidato demócrata ha logrado una exitosa carrera desde que se graduó de la Universidad de Yale. De ahí partió a Vietnam en donde obtuvo varias condecoraciones en la Naval y a su regreso se graduó como abogado en la prestigiada Boston College Law School.
Fue primero procurador de Distrito, años después vice-gobernador de su entidad y en 1984 llegó al Senado para después ser reelecto en tres ocasiones: 1990, 1996 y 2002. No es Kerry un improvisado en la política, es un amplio conocedor de temas internacionales, educativos y económicos en donde ha realizado aportaciones importantes a través del Senado.
En materia de migración es más liberal que muchos demócratas, ya que propone agilizar los procesos para regularizar a los migrantes que tienen tiempo trabajando en Norteamérica con todo y sus respectivas familias. Kerry estuvo ayer en San Diego en donde prometió de todo. A los universitarios les dijo que promoverá colegiaturas más económicas; a los ciudadanos les ofreció bajar los precios de los energéticos que en California han alcanzado precios de locura y a los enemigos de la guerra les insistió en la urgencia de poner un alto al conflicto de Irak y a la ofensiva militar del Gobierno de Bush.
Pero con todo y las encuestas a su favor, Kerry tendrá que ofrecer mucho más que una imagen y un apellido similar al de Kennedy. A los electores les importa muy poco los arrebatos bélicos de Bush y están dispuestos a reelegirlo si la economía recobra su dinamismo en los próximos meses.
Al menos Kerry disfrutó ayer del cálido clima de San Diego y por la tarde viajó a Los Ángeles, en donde Leonardo DiCaprio, Ben Affleck y Barbra Streisand, entre otros actores demócratas, lo esperaban en una cena de gala para recaudar fondos. Así son los vaivenes de la política norteamericana.
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