EFE
WASHINGTON, EU.- El FBI ha logrado, a pesar de sus esfuerzos, poca información sobre los métodos de financiación del grupo terrorista Al Qaeda, según un nuevo informe de la comisión oficial que investigó los atentados del 11-S en EU.
La comisión presentó en la noche del sábado un último documento, complementario del informe final que emitió a finales de julio pasado, en el que incluye información que podría ser útil para funcionarios e investigadores.
Tras la presentación de ese último documento, de 152 páginas, la comisión cesó en sus funciones tras 20 meses de existencia.
El elemento más novedoso del informe es el que atañe a la financiación de la red Al Qaeda y la forma cómo se financiaron los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El documento reconoce que la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) ha logrado “muy poca información de inteligencia de calidad” acerca de los métodos de financiación de Al Qaeda.
El documento insiste en que hay “vacíos” en los servicios de espionaje estadounidense acerca de cómo es la financiación del grupo terrorista, pero reconoce que “la eliminación total del flujo de dinero” a la red terrorista es “virtualmente imposible”.
También señala que la policía federal FBI “necesita urgentemente” cumplir su promesa de crear un sistema sólido de análisis en la lucha antiterrorista.
El informe detalla que los atentados del 11-S costaron entre 400 mil y 500 mil dólares, de los cuales unos 300 mil procedían de depósitos en cuentas bancarias en suelo estadounidense controladas por los 19 terroristas-suicidas implicados en los atentados.
El dinero llegó en forma de diversos tipos de transacciones, como transferencias, en efectivo o cheques de viajero, en operaciones de poca cuantía que pasaron desapercibidas.
Contrariamente a la creencia popular, el multimillonario saudí Osama bin Laden, a quien se atribuye la autoría intelectual de los atentados del 11-S, no los financió, ya que no tenía fortuna personal que emplear, sino que el dinero procedió de organizaciones islámicas de caridad y donantes de la región del golfo Pérsico, agrega el informe.
Otro documento adicional estudia los vuelos que tras el 11-S organizaron los Gobiernos de EU y Arabia Saudita para sacar de este país a ciudadanos saudíes, a pesar que el espacio aéreo estadounidense estaba cerrado al tráfico.
La comisión constató que el 13 de septiembre de 2001, tres ciudadanos saudíes, entre ellos un príncipe, fueron autorizados a volar en un chárter desde Tampa (Florida) hasta Lexington (Kentucky), y partieron a Arabia Saudita tres días después.
La comisión señala que el llamado “vuelo fantasma” tuvo lugar a pesar de informaciones que citan a fuentes oficiales en las que se niega la existencia de ese vuelo.
En esos viajes salieron de EU numerosos ciudadanos saudíes, incluyendo miembros de la familia Bin Laden residentes en este país, pero la comisión cree que en esos aviones no había terroristas o personas relacionadas con los atentados.