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'Revolución', un recurso muy gastado

FABIOLA PÉREZ-CANEDO HERRERA

La palabra revolución frecuentemente es usada por los políticos para tratar de ganar adeptos

EL SIGLO DE TORREÓN

COMARCA LAGUNERA.- Conforme se acerca el 20 de Noviembre, fecha en que se conmemora la Revolución Mexicana, son más frecuentes los anuncios y propaganda que maneja personajes como las “Adelitas” y los caudillos, vestidos con sombrero y carrilleras, además, se hacen presentes los colores patrios y existen “ofertas revolucionarias” en gran parte de los comercios.

La mercadotecnia que gira en torno a la Revolución es un tanto similar a la del Día de la Independencia: se venden artículos diversos en los cruceros, como banderitas para los coches, bigotes y barbas postizas, los mariachis son más solicitados, los buffetes mexicanos hacen su aparición en los menús de la mayoría de los restaurantes laguneros.

Los niños no asisten a clases y si tienen suerte, puede caer en martes o jueves y entonces le fecha se convierte en un “puente oficial” de cuatro días inhábiles. Por la noche, algunas familias organizan una “noche mexicana”, donde el mole, la tinga, los frijoles charros, el guacamole y las tortillas no pueden faltar.

En algunos bares, restaurantes o incluso casas particulares, predomina el personaje del caudillo que sirve “caballitos” de tequila con refresco de limón y reparte entre los invitados.

A diferencia de la Independencia, la Revolución está presente de manera constante en el discurso de los políticos mexicanos, al punto que es ya un recurso frecuente y bien reconocido en el habla de los funcionarios.

Para Laura Orellana Trinidad, catedrática e investigadora, la Revolución Mexicana es una fuente inagotable de mitos a la que frecuentemente recurren los políticos en sus discursos, pues es un retornar al comienzo, a donde se buscó una mejoría para todos.

“Es como una cristalización del país”, explica, “es un concepto ambiguo, todo mundo tenemos como un imaginario de la Revolución como algo bueno, es como en otras culturas regresar al principio, a una fuente originaria donde se plantearon ideales que estaban bien para México”.

El secretario del Centro Coordinador Empresarial, Augusto Ávalos Longoria, dice que una revolución deja esperanza, deseos de crecer, de mejorar las cosas y ser más equilibrados al manejar la sociedad, así como muchas ilusiones.

“Poco a poco se ha tomado más el término de la Revolución, más que como algo de armas, de cambio de actitud, económico, político, social”, indica, “los partidos tratan de hacer entender que son un cambio a lo que ya había, pero debemos ver que mientras no nos movamos, las cosas no van a venir por sí solas”.

El académico, José Castro Mancillas, relata que la revolución como recurso común del discurso político mexicano comenzó con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), pues sus militantes se consideraban como “hijos” de este movimiento.

“Es un discurso vacío, sin propuestas, de una dictadura, que se refleja mucho hoy en el desencanto que tiene hoy la sociedad sobre los partidos políticos”, expresa, “la demagogia que se observa en el PRI, la falta de acción y las promesas sin cumplir”.

El investigador, Sergio Garza Saldívar, subraya que la Revolución se quedó “encapsulada” en este partido, lo que trajo beneficios para una minoría únicamente. Coincide en que se ha convertido en un ideal internacionalizado, un anhelo que todos poseen y quisieran llegar a vivir realmente, el ansiado “cambio”.

“Es una palabra ya muy gastada”, señala el académico, “incluso en el mismo PRI hay momentos en que se ha buscado trasladar el sentido de la palabra ‘Revolución’ por el sentido de ‘solidaridad’, ‘justicia social’, ha tenido otros equivalentes dependientes del sexenio que tocará, porque en el fondo todos los mexicanos queremos vivir ese cambio”.

El catedrático indica que también en partidos como Acción Nacional, con el propio presidente de la República, Vicente Fox Quesada o con el alcalde de Torreón, Guillermo Anaya Llamas, persiste esta utilización de la palabra, pues la mayor parte de la gente busca el cambio, a excepción de una minoría, que es precisamente la que se ha visto beneficiada hasta la fecha.

Castro Mancillas subraya que, en su momento, el discurso revolucionario estaba nutrido de preceptos muy válidos de lo que hoy es México como nación.

“Un buen homenaje para los héroes de la Revolución sería dejar de utilizarlos y asumir sus principios de manera frontal, de una forma concensada y política”, agrega el académico, “comprometiendo también a la sociedad y a los sectores políticos del país”.

Participación femenina

Aunque se ha encasillado a la mujer en el papel de la “Adelita” durante el movimiento de la Revolución, la historia documentada indica una gran participación activa de las mexicanas que se tradujo en cambios radicales, explica la investigadora, Laura Orellana Trinidad.

“Fueron las mujeres quienes propusieron en esos momentos el divorcio”, señala, “plantearon también lo que era el amor libre, refiriéndose a que podían escoger con quién casarse, ya que en algunos estratos sociales los papás tenían esta decisión”.

Gran parte de la población feminista de la época apoyaba a Venustiano Carranza y a los revolucionarios, pero también hacían propuestas, como quitar a los niños que nacían fuera del matrimonio la denominación de “ilegítimo” en el acta, pues les reducía las oportunidades de asistir a la escuela, entre otros derechos; también, la educación sexual a las niñas, que no conocían siquiera sobre la menstruación.

En 1917, la lerdense, Hermila Galindo, propuso al Congreso el derecho de la mujer al voto, que no fue aprobado hasta 1953.

“La participación de las mujeres fue muy activa: daban conferencias, creaban clubes políticos”, afirma la catedrática, “yo consulté el archivo de Carranza y recibía muchas cartas de mujeres que deseaban participar como espías, pasando documentos bajo las faldas, de manera muy activa y propositiva”.

En opinión de la investigadora, la “Adelita” es un mito muy “conveniente”, donde se remite a la mujer a acompañar al esposo y llevarle comida, restándole la importancia que realmente alcanzó durante el movimiento.

Al estar el marido en el movimiento armado, la esposa sale de su casa y busca trabajar para mantener a su familia; hay también una revolución de la natalidad, pues son estas feministas quienes promueven el control de nacimientos y el uso de anticonceptivos.

Orellana Trinidad subraya que “nos hemos quedado con el ‘cliché’, cuando hay muchas cuestiones que se han quedado sin el reconocimiento que debieran tener”.

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