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Rincón Beisbolero

Claudio Martínez Silva

Hace casi 20 años que estamos en la crónica del beisbol de la Liga Mexicana, y a lo largo de esas dos décadas no se había dado un caso tan especial como el de los Toros de Tijuana, un equipo que estuvo cerca de los 12 mil aficionados por partido y que ya estaba fuera del circuito por una serie de anomalías.

Desde aquel entonces y aún más atrás en el tiempo, siempre tuvimos preferidos de la crónica, con un recuerdo muy especial para Pedro ?Mago? Septién, Óscar ?Rápido? Esquivel, Enrique Llanes y Tomás Morales, este último reconocido por su capacidad para elaborar dos columnas de beisbol diariamente, a lo largo de más de tres décadas.

Con el paso del tiempo, el beisbol brinda la maravillosa experiencia de hacer amigos a quienes en un tiempo se veían como dioses. Cuando niños soñábamos con un bate con la firma de Ramón Montoya y sólo conseguimos el de Willy Arano; en aquel entonces quedó cierta frustración, hasta que años después (en 1987), el destino trajo al ?Diablo? como manager de los Algodoneros de Unión Laguna, y nacía así una amistad sincera que se alimenta cada vez que la ocasión lo permite.

Pero, por qué todo lo anterior, pues sencillamente porque no sólo el pelotero llega a convertirse en ídolo, sino también lo llegan a ser quienes se dedican a la crónica a lo largo de muchos años.

Cuando se conoce un problema como el de los Toros de Tijuana, lo primero es lamentar la situación por los aficionados, los menos culpables del manejo del equipo en 2004, pero luego de un análisis del problema, se tiene que dar la razón a los que protegen la transparencia y la legalidad de quienes integran el circuito más importante de México. Aquellos viejos cronistas merecen todo el respeto y reconocimiento, pero causa extrañeza leer comentarios de inconformes que le dan con todo a los directivos por los malos manejos de una organización.

Tomar la pluma como arma para señalar aspectos que van más allá del criterio real de las personas, es algo lamentable, pero que se ha dado en el caso de los Toros de Tijuana. A partir de aquel 27 de mayo de 2004, los señalamientos en contra de la gente de Vaqueros Laguna, y en especial de su presidente, fueron constantes, mientras que a quienes dirigían los Toros de Tijuana se les abrió un lugar en el cielo para colocarles la etiqueta de santos.

Los directivos de la Liga Mexicana de Beisbol han cometido muchos errores, pero todo ha evolucionado, y aquellos tiempos sin gobierno en el circuito ya quedaron atrás; vino después la época de Jorge Pasquel y con ella el monopolio que lógicamente favorecía sus intereses. De ahí se va hasta la huelga de la Anabe y después viene aquel caso de los Charros de Jalisco, desaparecidos por los malos manejos del doctor Francisco Eguiarte.

Cómo es posible que un Consejo Directivo se olvide de la afición que registró asistencias de 12 mil aficionados en cada juego; palabras más palabras menos, eran las críticas de quienes evidentemente se pusieron la casaca de los Toros de Tijuana y con ello una venda en los ojos, la cual les impide ver las cosas como son en realidad. Como una injusticia absoluta se definía a la situación, y los señalamientos iban más allá de lo normal, sin que a la gente de Tijuana se les encontrara algún defecto en sus manejos.

Hoy, los de la LMB demuestran que la problemática no es en contra de Tijuana ni de sus seguidores, sino de los manejos irregulares en la relación comercial entre el propietario de la franquicia, Martín Reyes Madrigal, y quien la rentó por una temporada, Alberto Uribe.

Es motivo de alegría comentar que la afición que más apoyó a su equipo en 2004 no se queda sin beisbol, en lo que viene a ser un justo premio. Seguramente en Tijuana van a celebrar en grande la determinación, y la Liga Mexicana da una muestra de madurez, al cumplir lo señalado desde el principio del problema, cuando el único problema era la falta de transparencia, y recientemente en Monterrey afirmaron que nada querían con Alberto Uribe, no con la plaza de Tijuana.

Tener un documento oficial del Gobierno del Estado y conocer los nombres de quienes serán nuevos propietarios de la franquicia, viene a dar tranquilidad y estabilidad a la liga, algo que ha sido muy difícil tener en los últimos años. Es cierto que los larguísimos viajes a Tijuana vienen a ser un aspecto importante a considerar, pero hoy es bueno festejar que la mejor afición mantiene en casa su espectáculo favorito.

Quizá una solución para los pesados viajes sería jugar algunas jornadas dobles en Tijuana y dejar así un día más para realizar los desplazamientos, generalmente a la Ciudad de México, y de ahí a otras plazas. Celebrar juego sencillo en el primero de la serie y doble el segundo día, dejaría un margen para que los visitantes de Tijuana realicen sus viajes con mayor calma, porque ese sí fue un problema verdadero en la última temporada, sin responsabilidad para Alberto Uribe, Martín Reyes o la gente de aquella plaza.

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