EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Roma no se hizo en un día

Adela Celorio

¡Caray!, qué incómoda debe resultar en este momento la silla presidencial. Algo así como estar uno sentado sobre un nidito de víboras. No entiendo por qué de pronto todo el mundo anda haciendo desfiguros para apersonarse en tan incómoda silla.

¿Qué se apuestan a que todos los que se andan candidateando se van a mosquear por ansiosos y ansiosas? Tan aplacadita que se mantenía la grilla cuando había que esperar a que su alteza real el prisidente en turno, se dignara quitar la tapa al tapado. Ay de aquel que se moviera antes de tiempo porque ni en la foto salía. Y tan dóciles los diputados antes, hoy sin la línea prisidencial que les daba cohesión y seguridad, han encontrado en la actitud de “Me opongo luego existo” la justificación para seguir cobrando sus sueldazos.

Y aprovechando que ahora sí se puede hablar, todos gritamos mismo tiempo. Maldecimos a diestra y siniestra sin hacernos cargo de que el maldecir, lastra, y contamina a quien maldice y a quien escucha: Que si hay estancamiento, que si no hay rumbo, que si vamos a la deriva.

“La otra mañana al cortarse mientas se afeitaba, mi marido gritó: ¡pin... Fox!”, me cuenta mi amiga Cotilla para hacerme reír, pero más bien me enoja. Ahora resulta que el Presidente tiene la culpa de todo. Parece que nadie se acuerda de cuando algún Prisidente nos dejó cuesta abajo a la deriva con el pretexto de que “Soy responsable del timón mas no de la tormenta” ¡Ah, verdad!

En este exilio que me ha impuesto la pierna subversiva, alejada del mundanal griterío he tenido el tiempo suficiente para analizar y concluir que sí existe el proyecto liberal y modernizador, incluyente y equitativo que Presidenfox nos ofreció y que marchamos hacia allá.

Sería positivo recordar que Roma no se hizo en un día, que todos vamos en el mismo barco y que podríamos hundirlo si insistimos en resaltar sólo las equivocaciones y las omisiones inevitables en todo proceso de cambio.

Menos mal que la ciudadanía empieza a dar señales de compromiso. Yo lamento no haber podido no ir a comprar -de motu proprio digo- durante una semana a Perisur y sumarme así a la quebradora en todo lo alto que un grupo de aguerridas señoras le aplicó al centro comercial Perisur, donde además de cobrar altísimas cuotas por el estacionamiento, ni siquiera ofrecen seguridad a sus clientes. “Que nadie vaya a comprar ahí” era la consigna y según me cuentan, las tiendas estaban vacías.

Eso se llama resistencia civil y funciona muy bien. En lugar de quejarse, presionar, exigir, actuar. Ese es el camino.

Debe ser porque no puedo caminar, que anoche me soñé trotando los escalones del estadio Olímpico con la antorcha en alto como lo hizo alguna vez Enriqueta Basilio. ¿Alguien se acuerda?

adelace@avantel.net

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 94921

elsiglo.mx