Hace tiempo señalé en estas páginas, que el Partido de la Revolución Democrática debía enfrentar exitosamente los retos de la unidad y la renovación, para estar en condiciones de disputar y ganar la Presidencia de la República en 2006. Después de asistir al 14 Pleno del V Consejo nacional perredista confirmo lo expresado, pues fui testigo de un lamentable espectáculo de confrontaciones entre destacados consejeros, motivado por el intento de linchamiento político contra la ex presidenta nacional del PRD, licenciada Rosario Robles Berlanga, tomando como pretexto el informe preliminar del Órgano Central de Fiscalización, mismo que a su vez se derivó de los resultados parciales de la auditoría que actualmente se realiza al partido, a solicitud de la propia ex dirigente.
Conviene recordar que la renuncia de Rosario Robles a la presidencia del CEN se dio en el marco de acusaciones sin fundamento, sobre supuestos malos manejos financieros durante su administración. En la tónica seguida para dañar la imagen de la ex jefa de Gobierno del Distrito Federal hay una constante: la filtración a los medios de comunicación de información incompleta o sesgada, de datos parciales con una interpretación tendenciosa, que no reflejan sino dolo y mala fe. Esto es una práctica política que debiera ser desterrada del PRD, pues en nada contribuye a fortalecer la institucionalidad del partido, tan necesaria actualmente para resolver los asuntos como el que señala en las instancias formales y legales del instituto político.
El problema financiero-administrativo que se derivó de la campaña política de 2003 ha ocupado primeras planas de periódicos de circulación nacional. Cuando es un asunto que debiera resolverse internamente y partiendo del reconocimiento de que no es una deuda de Rosario Robles, ni es la primera vez que el partido se endeuda para hacer frente a una campaña electoral. En la historia del PRD cada administración ha tenido, en mayor o menor grado, problemas de carácter financiero que de una u otra manera se han resuelto y el partido ha seguido adelante. Por ello me parece criticable que se pretenda un ajuste de cuentas tomando como base un informe parcial de una auditoría no concluida.
Hoy es tiempo en el PRD de cuidar a todos sus importantes cuadros, a sus grandes activos, que los tiene y Rosario Robles es uno de ellos, como lo son el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Amalia García y los actuales gobernadores perredistas. No se trata tampoco de que en aras de la unidad o para cuidar la imagen de líderes destacados se oculte información y se solapen desviaciones o actos de corrupción si los hubiera. Pero precisamente porque estoy seguro que no los hubo en el caso de Rosario y porque ella misma ha exigido que concluya la auditoría, para aclarar de una vez por todas cualquier duda o sospecha, debe darse paso a una discusión de mayor nivel, acerca de los resultados político-electorales recientes y sobre asuntos trascendentales como la Reforma Estatutaria, el Plan de Organización para 2004, la estrategia electoral para las contiendas locales de éste y el próximo año, así como una agenda política empatada con la agenda nacional, todo ello con el objeto de sentar bases firmes para el gran reto de 2006.
Ciertamente Rosario Robles no necesita ser defendida; su trayectoria como estudiante y académica universitaria, como sindicalista, como gobernante ha dado lugar a un liderazgo sólido reconocido más allá de los límites del PRD. Su gestión al frente del partido tuvo, pese a lo que se diga, saldos positivos si se compara con el período anterior; baste recordar que en 1997 se obtuvo la más alta votación histórica del PRD y el mayor número de diputados en la Cámara, lo que se tradujo en mayores prerrogativas que, lamentablemente, no fueron adecuadamente aprovechadas en la elección del año 2000 pues se perdió alrededor del 60 por ciento de diputaciones, pasando de 126 a 52 y yo no me acuerdo de intentos de linchamiento hacia la dirigencia. Sin embargo, ahora que en el año 2003 el PRD ha vuelto a incrementar el número de sus diputados, casi en un cien por ciento llegando a 97, se cuestiona a una valiosa mujer que siendo dirigente cometió el pecado de exigirse más a sí misma, comprometiéndose a renunciar si no alcanzaba el partido el veinte por ciento de la votación total.
Ojalá que los últimos cuestionamientos contra Rosario Robles no sean una mala señal de misoginia en un sector del PRD y queden como un asunto cerrado una vez que se conozcan los resultados finales de la auditoría. Recupero aquí el llamamiento que hizo la ex dirigente al tomar la dirección del partido: “elevar la mira...” decía constantemente y actuó en consecuencia. Eso es precisamente lo que hace falta en la política, recuperar la ética, pensar en la nación, atender los grandes problemas, comprometerse con los ciudadanos. Me parece que esto es a lo que debe apostarse en el PRD de hoy en adelante.