El alud de descalificaciones y señalamientos mutuos en el que los gobiernos de México y Cuba están sumergidos, han generado un escenario de confusión e incertidumbre que en vez de acercar a las autoridades de ambas naciones parece distanciarlas.
Los dos países se han acusado de agravar el altercado al no actuar por las vías diplomáticas correspondientes. Aún así, desde ambos bandos hay declaraciones a diferentes niveles, lo que ha derivado en un contrapunto turbio y difícil del que resulta complicado sacar algo en claro.
El secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, planteaba ayer un “ya basta” a lo que calificó como insultos por parte de la nación caribeña y convocaba en tono conciliador a utilizar exclusivamente “los canales correctos” para el diálogo. Casi al mismo tiempo, el presidente Fox argumentaba que México no aceptaría las provocaciones absurdas de la isla y que juntos, los habitantes de este país “defenderemos siempre a nuestra patria”.
El canciller cubano, Felipe Pérez Roque, reaccionó ayer a la expulsión que hicieran autoridades mexicanas de elementos diplomáticos cubanos y aseguró que el Gobierno de Fidel Castro está dispuesto a restablecer las relaciones diplomáticas con la administración mexicana siempre y cuando se aclaren los sucesos de los últimos días.
En una conferencia de prensa televisada, Pérez Roque admitió que México y Cuba viven el peor momento en la historia de sus relaciones diplomáticas. Sostuvo sin embargo que esa tensión se debe a un artificio del Gobierno foxista para ocultar un supuesto complot en contra del Gobierno del Distrito Federal.
Y para terminar de enturbiar el escenario, justo cuando el Canciller cubano comenzaba a enlistar los nombres de quienes se reunieron con elementos del Partido Comunista en territorio mexicano, las dos televisoras más importantes del país suspendieron abruptamente la transmisión de la conferencia. La forma se sigue complicando mientras el fondo de la confrontación aún no asoma su esencia.