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RUMBO AL CENTENARIO

Fernando Llama Alatorre

(Cuarta y última parte)

Los Sánchez Navarro

El epílogo de un imperio

Debido al creciente impulso de la colonización de Texas a partir de 1836 los comanches llevaron su depredación al noreste de México incursionaban en gran escala por todo el Estado de Coahuila donde lograban jugosos botines llegando algunas veces hasta Zacatecas y San Luis Potosí. Estos merodeadores llegaban por miles e invernaban en la laguna de jaco.

El año de 1840 marcó el principio de las más grandes incursiones de la época cuando un grupo de 400 comanches bajaron del norte y pasando a unos Km. de Monclova devastaron las villas y granjas situadas al oeste de la ciudad. Voluntarios persiguieron a los indios hasta Saltillo y en su camino iban saqueando y matando gentes. En esta incursión que duró un mes los comanches mataron 300 personas aunque en su retirada perdieron los 3000 caballos que se habían robado.

En 1853 Estados Unidos y México firmaron el tratado Gadsden por el cual Estados Unidos pagaría a México 10 millones de pesos por una franja de tierra de la frontera y por liberarlos de la responsabilidad de las incursiones de los indios, por ello los Sánchez Navarro podían pedir indemnización por las depredaciones cometidas entre 1848 y 1853. A la hora de que Estados Unidos recibió las denuncias de indemnización se ampararon en que el tratado no era retroactivo y jamás pagaron un centavo de las 365 reclamaciones que hubo.

Una gran sequía arrasó en 1851 con los rebaños de los Sánchez Navarro matando 21 mil ovejas y cuatro mil cabras. Cuando El Rosario y San Lorenzo de la Laguna pasaron a ser propiedad de los Sánchez Navarro aprovecharon al máximo la irrigación de esas propiedades.

Dado que en 1848 los hermanos Sánchez Navarro aún no terminaban de cubrir los pagos que tenían pendientes tanto con los herederos del Marquesado de San Miguel de Aguayo, como con la compañía Baring, para hacerse de dinero decidieron vender la Hacienda del Rosario a don Rafael Aguirre en 148 mil pesos, La Estancia de Agua Nueva a don Bruno Lozano en 135 mil pesos y la Hacienda de San Lorenzo de la Laguna a los señores don Leonardo Zuloaga y a don Juan Ignacio Jiménez en 80 mil pesos.

La hacienda de San Lorenzo de la Laguna se vendería bajo varias cláusulas, y de entre ellas las más importantes eran:

El trato sería por la cantidad de 80 mil pesos que se pagarían en plazos con un rédito del cinco por ciento anual, empezando el reconocimiento y consiguiente responsabilidad desde el día primero de enero de este año de 1848 por haberse refundido en el presente convenio otro anterior del cual se transada y renueve solamente esta obligación, quedando los pagos de la siguiente forma:

A finales de 1850 entregarían los compradores la cantidad de 45 mil pesos que se aplicarían de la siguiente manera 33 mil para abono del capital y 12 mil pertenecientes a los réditos vencidos hasta esa fecha.

En diciembre de 1852, 1853 y 1854 se pagarían en cada uno de ellos la suma de 15 mil 666 pesos, cinco reales y cuatro granos, por abono al saldo del capital, pagando en cada uno de esos plazos los réditos al cinco por ciento anual del capital que aún quedaba pendiente de pagarse.

Epílogo de un imperio

Los Sánchez Navarro apoyaron siempre a Maximiliano y a los imperialistas. De hecho en la última carta que Maximiliano dirigió a Carlos Sánchez Navarro días antes de morir, se refirió a él como ?uno de mis más fieles amigos?. Seis días después de mandada la carta, el 19 de junio de 1867 Maximiliano fue llevado a una colina y junto con sus generales Mejía y Miramón? y fue fusilado.

Carlos Sánchez Navarro cayó entonces en manos de los republicanos y fue enviado a prisión mientras sus extensas propiedades fueron expropiadas. Carlos salió de la cárcel hasta 1868 y sus esfuerzos por reconstruir su fortuna tuvieron poco éxito. Carlos pasó el resto de su vida en la pobreza muriendo el diez de octubre de 1876 a la edad de 60 años.

La confiscación del latifundio ocurrió en 1866, pero el 12 de agosto de 1867 Juárez emitió una ley que sustituía por multas las confiscaciones efectuadas con anterioridad, lo que hacía ver a todas luces que todas las propiedades confiscadas a los Sánchez Navarro les serían devueltas. Fue entonces que el gobernador de Coahuila le increpó a Juárez diciéndole que los hermanos Sánchez Navarro fueron un apoyo del imperialismo y un obstáculo para el desarrollo de Coahuila.

De cualquier forma el gobernador no debió haberse preocupado, pues la ley aclaraba, que si las propiedades ya habían sido vendidas a un tercero, éstas no podrían ser devueltas a su antiguo dueño, por ello, las propiedades confiscadas a los Sánchez Navarro y vendidas posteriormente a terceros, jamás fueron devueltas a sus antiguos propietarios. En la década de los setentas cuando las pasiones políticas ya habían amainado, se pudo recuperar una parte de la herencia de Carlos... después de un prolongado pleito.

Tiempo después los Sánchez Navarro vendieron todas sus propiedades y el latifundio de la familia pasó a la historia en 1866, no así la familia en sí, quien actualmente se encuentra una vez más? entre las familias más distinguidas de nuestro México actual.

Próximo domingo: Don Leonardo Zuloaga, su vida y su papel en los inicios de lo que luego sería la floreciente ciudad de Torreón, Coahuila.

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