En tiempos en que la otrora Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas URSS era liderada por el dictador burócrata Leonid Breznev, el gran imperio comunista ideó la estrategia de crear una enorme red internacional del terror, aprovechando países satélites como Bulgaria, la República Democrática de Alemania, Yemen del Sur y Corea del Norte, para que fueran estos países los que en determinado momento dieran la cara ante posibles reclamos de países víctimas de acciones subversivas.
Fue la época en que a decir de la estudiosa del tema: Claire Sterling, se creó una especie de trasnacional del terror, donde existían centros de entrenamiento a los que acudían militantes de diversos grupos organizados en distintos países y donde se dio una cooptación comunista a movimientos ya existentes que buscaban a través de la guerrilla urbana o rural la reivindicación de unos objetivos a veces nacionalistas, a veces de índole religioso, o étnico, pero que acabaron siendo presa simplemente de anhelos de orden ideológico de lucha de clases y de búsqueda de implantar por la fuerza un régimen de corte marxista leninista.
Esta estrategia fue complementaria a la que Nikita Kruchov y el propio Breznev desarrollaron en las colonias recién independizadas de los imperialismos británico, francés, belga o portugués de África y de Asia y en la que tan sumisamente colaboró Fidel Castro, enviando importante número de efectivos militares cubanos sobre todo a África y Sudamérica.
Hoy sin embargo vemos cómo Rusia es golpeada inmisericordemente por el terrorismo separatista chechenio cuyo componente principal está dado por el fundamentalismo islámico de sus reivindicaciones: En el secuestro y posterior masacre del centro escolar en Beslán en Osetia del Norte se constata la esencia del problema religioso y la violencia y crueldad que ejercen los musulmanes sobre los ortodoxos.
Un medio informativo español relataba un hecho realizado por los terroristas independentistas, horas antes de que se consumase la explosión masiva que trajo consigo la muerte de más de 300 personas y heridas a más de 700. Preguntaron a una joven rehén que rezaba en silencio si era cristiana. Al responder positivamente le dispararon en ambas manos y aprovecharon las heridas en las palmas de las manos para crucificarla en una ventana para ser vista por quienes esperaban impacientes el desenlace de tan cruel secuestro masivo de inocentes.
No satisfechos los secuestradores chechenios con el suplicio infringido a la joven se mofaban de ella repitiéndole varias veces en son de burla: lo hacemos para que te parezcas al “individuo” (sic) al que adoras.
Quisiera equivocarme, pero al parecer estamos siendo testigos del nacimiento de una nueva Internacional del Terror. La tragedia de Osetia y días después la de la embajada de Australia en Indonesia, más las del 11 de septiembre de Nueva York y 11 de marzo en Madrid, parece indicarnos que la nebulosa Al Qaeda empieza a tener cuerpo y que en su nueva dinámica terrorista están siendo más despiadados y sanguinarios que su antecesora capitaneada por Breznev y la URSS.