Cuando la nave está a punto de zozobrar se realizan todas las maniobras.
Todas las manos se afanan ya en achicar el agua amenazante, en arriar el velamen, en asegurar la carga, en preparar los botes salvavidas.
Si el naufragio es inminente, es básico jerarquizar prioridades: mujeres y niños primero. Pasajeros, tripulantes y oficiales esperarán turno, y obvio, el capitán muere junto con su barco.
Los cobardes y las ratas son otra historia, pues sabido es que son los primeros en huir en cuanto la tormenta amenaza con echar a pique la embarcación, y así es en el proceloso mar de la vida.
Varias naves están en proceso de naufragio, pero quizá la más representativa, por tradición y gusto, es la goleta llamada "América".
Este buque fue armado para hacer las veces de trasatlántico, cuyo poderío le permitiera surcar los siete mares con su emblemática bandera ondeando orgullosa.
¿El resultado?, una simple lanchita de caucho, con remos cortos, que se hundiría en una alberca de balneario.
¿Quién es culpable?, por el momento es lo menos importante. El punto a discutir será: ¿Vale la pena salvar el naufragio?.
En mi opinión lo mejor que le puede pasar al América es quedar de una buena vez eliminado del torneo.
Sé que mi comentario le caerá en el hígado a los cientos de miles seguidores del cuadro de Coapa, pero en caso de que las combinaciones numéricas se dieran, y la mano de Dios colaborara, se echaría al olvido la pésima planeación, los magros refuerzos, la pérdida de estilo, el estadio vacío y hasta las transmisiones televisivas dando en diferido un encuentro de las Águilas, todo producto de la pésima marcha en el torneo.
La nave americanista debe tocar fondo para, ahora sí, analizar meticulosamente, con gran sentido de autocrítica, las circunstancias que han llevado a ese portaviones a conducirse erráticamente, como si fuera una de esas cámaras de llanta gigantes que se alquilan para gozar del vaivén de las olas, en Caleta.
La nueva dirigencia debe, antes que nada, entender a su afición. La parte más sensible e importante de la institución azulcrema son esos seguidores incondicionales, mujeres, adultos y niños, que padecen con los malos resultados, y son, incluso, objeto de burla por parte de sus oponentes.
Teniendo eso presente se podrá estructurar un proyecto serio, con metas a mediano y largo plazo, con extranjeros de personalidad y jugadores nacionales emblemáticos del club.
El naufragio es inminente y parece inevitable.
Capitán Cañedo, primer oficial Carrillo, contramaestre Pardo, olvídense de heroicidades absurdas que sólo se ven en las películas. Dejen ir este barquichuelo a pique y pónganse a trabajar para diseñar un yate del que todos, americanistas o no, nos sintamos orgullosos. Es por su afición y por el futbol mexicano.
Por supuesto que no es el América la única nave en peligro de zozobrar; Cruz Azul ya lo hizo, y para colmo se enfrentan la próxima semana.
Imagínese usted, amable lector, que le hubieran dicho hace unos años: "fíjate que hay un duelo de coleros, juega América contra Cruz Azul". Seguramente se hubiera revolcado de risa.
Pues hoy es una realidad, una triste realidad.
Siendo la problemática de la Máquina más preocupante por ser recurrente, incluso llegando al extremo de tener problemas de descenso; ambos cuadros, llamados "grandes", están obligados a la reestructuración y a recuperar la gloria perdida.
Por lo pronto, qué feo siento ver en el fondo del mar a estos dos barcos.