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Salvemos al Seguro/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Cuando destruyas monumentos conserva los pedestales: siempre son útiles”.

Stanislaw Lec

El Seguro Social es una gran institución. Ésta es una afirmación que comparte buena parte de la población mexicana. Más de 15 millones de personas en nuestro país reciben algún tipo de servicio del IMSS. Pero por eso mismo es necesario salvarlo.

Y, ciertamente, el Instituto Mexicano del Seguro Social necesita salvación. Un grupo de líderes y de trabajadores del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS) insiste en hundirlo. Ayer lo vimos en las manifestaciones que se realizaron en la ciudad de México. Pudimos escuchar a esos grupos que exigen que se mantenga el actual régimen de pensiones: no de los derechohabientes, a propósito, sino de los trabajadores sindicalizados de la institución. Mantener este esquema, sin embargo, equivale a firmar la sentencia de muerte del Seguro Social.

¿De qué nos servirá tener el IMSS en el futuro si las cuotas que pagan los trabajadores, los patrones y el Gobierno sólo sirven para cubrir la nómina y las jubilaciones? ¿Tiene sentido conservar una institución que no tiene capacidad de ofrecer ningún servicio a sus derechohabientes?

El Seguro Social se creó para dar servicios médicos, jubilación y otras prestaciones sociales a los trabajadores. Su propósito nunca fue simplemente el de crear una burocracia. Sin embargo, los grandes beneficiarios de la institución no han sido los derechohabientes sino los trabajadores sindicalizados de la institución. Éstos no sólo se retiran en promedio a los 53 años de edad, mientras que los afiliados deben aguardar hasta los 60 ó 65, sino que lo hacen con su salario completo. En contraste, quienes han sostenido con sus aportaciones y su trabajo al Seguro a todo lo largo de su vida deben contentarse con una pensión apenas superior a los 1,500 pesos mensuales.

El IMSS ha tenido que dedicar cada vez más recursos al pago de nómina y de pensiones. Ésa es la razón por la cual los servicios médicos, que son el punto de contacto de la mayoría de los derechohabientes con la institución, se han venido deteriorando de manera tan dramática a lo largo de los últimos años. Ante las tempranas jubilaciones de los trabajadores del Instituto, cada vez aumenta más la carga de las pensiones de los sindicalizados y cada vez queda menos para los derechohabientes, quienes paradójicamente deberían ser los principales beneficiarios de la institución.

Desde un punto de vista estrictamente contable el IMSS no sólo está quebrado sino que su situación se está deteriorando a un ritmo alarmante. En 2001 el IMSS tenía un patrimonio negativo de 111,156 millones de pesos; esto quiere decir que si alguien quisiera comprar la institución no sólo no tendría que pagar por ella sino que podría exigir ese monto de su actual administración tripartita.

Apenas un año después este quebranto había aumentado ya 41 por ciento, para dar un total de 153,695 millones de pesos. El hoyo negro del pasivo laboral del IMSS -unido al del ISSSTE, que es otra historia de espanto que hay que tocar por separado- está aumentando tan rápidamente que, si se le deja crecer como va, no sólo hundirá al Seguro Social sino que finalmente acabará con las finanzas públicas y con la economía nacional.

Esto lo entendió Luiz Inácio Lula da Silva, el actual presidente de Brasil. Pese a haberse opuesto al cambio del sistema de pensiones del sector público cuando era dirigente de la oposición de izquierda en su país, hizo reformas importantes tan pronto asumió la Presidencia. Quizá lo que terminó por persuadirlo no fue tanto el argumento financiero, que enarboló sin éxito su predecesor Fernando Henrique Cardoso, sino el social: ya que es profundamente injusto que la mayoría de los trabajadores se queden sin servicios de seguridad social sólo para otorgarle privilegios especiales a quienes trabajan para el Estado.

Los manifestantes del SNTSS que ayer se pasearon por las calles de la ciudad de México están defendiendo una causa profundamente reaccionaria. Buscan mantener privilegios especiales a costa de deteriorar los servicios sociales de millones de trabajadores. Pero lo peor de todo es que si logran lo que quieren — mantener el actual injusto esquema de pensiones de los trabajadores sindicalizados de la institución— estarán en camino de matar a la gallina de los huevos de oro. Por eso es necesario gritar a los cuatro vientos: ¡salvemos al Seguro Social!

Diego

Este pasado nueve de marzo el senador Diego Fernández de Cevallos se la pasó aceptando llamadas de los medios de comunicación para decir que no quería litigar en los medios informativos el tema de su reunión con Carlos Ahumada Kurtz. Si quería generar dudas y suspicacias, no podía haber escogido mejor estrategia.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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