Han transcurrido ya más de tres meses desde que se anunció la decisión de Cervecería Modelo de vender al Santos Laguna. La noticia ocurrió aquel medio día del 19 de diciembre del año pasado, todo era expectación por conocer al nuevo dueño. Horas más tarde corría como reguero de pólvora el rumor de que Carlos Ahumada era el adquiriente. Sí, aquel empresario propietario del León de primera división A, aquel en cuya reputación como empresario deportivo pesaban acciones vergonzosas y antideportivas contra equipos rivales en las liguillas por el ascenso, era el nuevo poseedor de una institución profesional deportiva que tanto significa para la gran mayoría de los laguneros.
La decisión estaba tomada y se dieron los primeros cambios en la directiva albiverde. Alberto Canedo, quien se había desempeñado como vicepresidente del club por varios años, recibía la oportunidad como presidente. Guillermo Cantú dejaba la institución por obvias razones así como Gustavo de Villa, quien fue siempre un hombre institucional, vio terminada su relación laboral con el equipo por el que tanto había luchado.
Semana a semana, comenzó la incertidumbre sobre la permanencia del cuadro en La Laguna. Voces corrían en el sentido de que el nuevo dueño se llevaría al equipo a la ciudad de León. Sin embargo, el anuncio de la construcción de un nuevo estadio, para sustituir al Corona, permitió a la afición local sentir tranquilidad y alegría por tan esperado anuncio, al fin se tendría en esta tierra un recinto acorde con la envergadura del equipo y la comunidad lagunera dejaría de sentirse “achicada” por el tan modesto Corona.
Comienza a parecer mejor la situación y entonces -apenas hace un mes- viene la tempestad. Los videos de corrupción política donde se ve involucrado Ahumada cimbran la administración del equipo. Todo aquello donde esté relacionado el empresario argentino queda embarrado de lodo (por decir lo menos). Hay que preguntarle al gobernador Martínez lo que siente cada vez que los noticieros nacionales transmiten imágenes de Ahumada en el palco del Corona, con él a un lado.
Empieza la angustia: desconoce la Federación de Futbol a Ahumada como su propietario, desencadena la renuncia de Canedo, la PGR toma al equipo y designa a Luis Molina como administrador. Luego, incompetente la procuraduría para sostener su decisión, se retracta y la Femexfut, por medio de su presidente Alberto de la Torre, se nombra como depositario. El proceso legal continúa y la Secretaría de Hacienda, a través de un organismo descentralizado -el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE)- toma el control de la gerencia del vapuleado Santos Laguna.
Hoy por hoy, el peligro está latente, es el momento de que los laguneros, cada quien desde su posición, actúen en aras de poder retener al equipo que tantas ilusiones ha despertado. El apoyo moral se agradece, pero no ayuda. El déficit es de 4.5 millones de dólares. Existen en la región empresas que podrían costear el asunto.
Habrá que esperar el desenlace. Peñoles, el grupo Continental, Lala y Soriana ofrecen el respaldo de sus patrocinios, inclusive la cervecera reitera también su respaldo. No ha surgido el organismo capaz de controlar el vendaval. Ojalá y surja pronto.
Queda esperar y confiar en que La Laguna sabrá conservar a la institución que ha sabido aportar al orgullo de ser laguneros. Quedarán en el tintero la insatisfacción y el justo reclamo de por qué el equipo no fue primero ofrecido a los empresarios locales en lugar de al oscuro Ahumada.