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Satiricosas/Adiós a Cami

Manú Dornbierer

Aunque esta columna se llame como se llama, hoy no utilizo mi espacio periodístico para satirizar a nadie sino para relatar con el mayor dolor el drama que recién vivimos varias familias por la prematura desaparición de una mamá de dos niños de (diez y casi doce años), de una esposa, de una hija, de una nieta, de una hermana, de una nuera, de una cuñada, de una amiga queridísima de centenas de personas que durante los dos meses de una terrible agonía crearon un gran banco de sangre gratuito en su beneficio, para intentar salvarla y organizaron una cálida, entrañable y eficaz red de apoyo en todos los sentidos a las familias devastadas por el drama, digna de renovar la fe en la humanidad, en tanto que desde el hospital ABC de la ciudad de México soplaba un helado, inhumano e impotente viento que sólo produjo kilométricas cuentas.

Cami Rodríguez de Ugarte falleció el 20 de febrero de 2004, a los 39 años, a resultas de un tratamiento preventivo de quimioterapia, por el que se decidió, aconsejada, aterrada de su futuro, por los pronósticos de médicos alópatas, que sólo creen en SU medicina (por lo general sospechosa de mercantilismo ya que preconizada por hospitales que constituyen inmensos negocios).

Ahí no se piensa ni menos aún se ofrecen otras opciones de medicina alternativa a las que acuden, muchas veces con buen éxito, aquellos que no tienen seguros médicos ni recursos para hospitales privados, o los que están mejor informados. Eso “no deja”...

El ocho de diciembre de 2003 se inició la quimioterapia de Cami y el 30 de ese mes salió de su hogar para nunca volver. En vísperas de Año Nuevo dejó de producir sangre, padeciendo lo que médicamente llaman “mielosupresión”. Pero la quimioterapia tuvo buen éxito, dijeron los médicos: Hizo desaparecer completamente aquello para lo cual se utilizaba, a saber un posible recrudecimiento de un tumor cerebral exitosamente extirpado en enero de 2002, que la había dejado con “buen pronóstico” de salud y sobrevivencia. Pero en mayo de 2003, aunque no “se sabía con certeza si se trataba de una reactivación o de una simple inflamación de la antigua herida”, sus médicos, dos neurólogos, tres oncólogos, (posteriormente el hospital proveería al hematólogo), optaron por prevenir males mayores y convencer a su paciente de aceptar la quimioterapia. El poderosísimo cóctel de venenos - “Procarbazina”, de los laboratorios Roche, “Lomustine”, de Bristol y “Vincristina” de Lilly, destruyó irremediablemente la médula ósea.

Los laboratorios producen venenos sin antídotos. Y esos venenos mortales, a diferencia de cualquier cosmético, no ofrecen la posibilidad de probarse antes “en un pedacito”. Los médicos se quejaron: “Estamos muy decepcionados de la manera en que está reaccionando Cami. Es un caso en miles”.

Un 65 por ciento de los sujetos a semejante cóctel tienen “buena respuesta”. 30 por ciento pueden sufrir efectos secundarios y menos del diez por ciento efectos mortales. Náusea, constipación, vómito, dolor de hígado, dolor abdominal, pérdida del apetito, vértigo, hormigueo, convulsiones, debilidad, hemorragias internas.

Y también la mielosupresión está prevista: El paciente puede dejar de producir glóbulos blancos y plaquetas... sobre aviso no hay engaño.

Pero ¿por qué tomar tal riesgo? ¿Cómo? ¿Por qué? Cami quedó ubicada en lo más frágil y doloroso de ese “decepcionante” porcentaje que no resiste los venenos. Sufrió la desactivación, la aplasia de la médula y a partir del 30 de diciembre, luchando desesperadamente contra la menor infección ya que no volvió a generar defensa alguna, sobrevivió a base de constantes transfusiones.

El hematólogo entró en acción pero nada pudo. La más leve infección, le impedía desplegar su ciencia, así el hospital proveyera toda suerte de antibióticos. Cuando se agotaron los seguros y era imposible seguir pagando al ABC 50 mil dólares semanales, la medicina social, el Issemym, el hospital público “high tec” del Gobierno del Estado de México, recibió generosamente a Cami.

Tuvo ahí los mejores y más desinteresados cuidados y se hizo cuanto se pudo por salvarla, pero no sobrevivió a la agresividad de los venenos quimioterapéuticos, esos que fueron calificados por oncólogos que en enero pasado se presentaron en el Foro de Davos, la reunión económica más importante de Occidente, de “muy duros, muy salvajes”, que si no acaban matando al cáncer, acaban matando a la persona... o la dejan en condiciones o en tránsito muy difícil”.

Ellos reconocieron además “que son las menos, las personas que realmente quedan redimidas del cáncer” y denunciaron que “en 2004 los hospitales del mundo están utilizando mecánicas que parecerían de la edad media de la medicina”. (reportaje Monitor, Gutiérrez Vivó 23/1/ 2004).

En cambio en México dicen los médicos que muchos pacientes se curan con la quimio de lo que los aqueja y que no siempre es cáncer. Hace unos años un ginecólogo del mismo Hospital Inglés quiso irresponsablemente tratar con quimioterapia a una joven que había padecido un embarazo extrauterino ya resuelto. Por fortuna no aceptó. Y es que los venenos citados u otros resultan carísimos (aunque no lo sean en farmacia) por la hospitalización y tratamientos posteriores que conllevan o mejor dicho, provocan...

Y es sabido que los laboratorios recompensan a los promotores de sus productos con suntuosos congresos, viajes alrededor del mundo, coches de lujo y otros alicientes. Y la responsabilidad del drama atroz, se diluye en los pasillos de “la mafia blanca”. Los pacientes que mueren tienen la culpa y el médico dice: “No cobré mis honorarios y también estoy devastado”. Pero yo pregunto a los laboratorios, al hospital, a los médicos de nuestra Cami:

Cuánto cuesta una mamá?

www.manudornbierer.com.mx

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