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Satiricosas/La Marcha Bimbo

Manú Dornbierer

Mañana el D.F. se vestirá de blanco, muy blanco, de ese que gloriosamente logran los detergentes trasnacionales que por fortuna abundan. No está vetado el blanco de la bandera, flanqueado por el verde y el rojo. ¿O qué no tenemos derecho a nuestros colores patrios? Tampoco el azul que aunque ya no es el color del cielo capitalino, es el del manto de la Virgen. El amarillo y el negro, ésos sí, no serán bien vistos. Si no me cree, consulte las numerosas e intercambiables revistas “holitas” que aquí tenemos. Para evitar problemas interpretativos, para que se entienda con claridad que se marcha contra los criminales secuestradores y no contra el ya insoportable Jefe de Gobierno, se recomienda para la marcha del 27 de junio de 2004 en el D.F. ir vestido de blanco, el color de la pureza. Sin embargo, los poderosos organizadores no contaban con los pobres que no tienen ropa blanca, sino que usan colores más aguantadores y han estado llamando a las estaciones de radio para que se les dé permiso de marchar. Ni hablar.

Tendrán los organizadores a gente de cualquier color, de ropa y de piel. Y es que a los pobres también los secuestran en su barrio o en su pueblo en todo el país por cantidades (para otros) irrisorias y es dolorosísimo escuchar con cierta frecuencia en TV esas conversaciones que quién sabe cómo graban, en las que la víctima suplica al secuestrador y le explica que no tiene los tres, cuatro o cinco mil pesos que le exigen por la vida de un ser querido. Hay secuestros express hasta por mil pesos. La escuela del Gran Secuestro, enfocada hacia las altas clases, tiene alumnos que han hecho del Pequeño Secuestro una amplia práctica confortable y un asqueroso modus vivendi.

Es más común el secuestro entre pobres, por obvias razones menos difundido, que las exigencias millonarias a los ricos, aunque evidentemente nadie puede negar que los ricos también lloran y que el flagelo lo padecen seres humanos de todos los niveles de la sociedad. Marchen pues unidos sin división de color y clase.

“Hay que poner

orden en el D.F.”

Declaró el jueves 24 de junio el presidente Fox, metiendo para variar la pata ¡Ya echó de cabeza a la Marcha! El D.F. es no sólo el escenario sino la meta del megarrollo. Y eso que sin duda le dijeron esta vez sus asesores que no se fuera a politizar el asunto, que había que insistir en que la inseguridad y sólo ella que abruma a todo el país, era lo único a que debía referirse, para que nadie creyera que la Gran Marcha de mañana, así haya sido convocada por grandes y riquísimos empresarios yunquistas, es otra de las temibles embestidas del complot para sacar a López Obrador de la jugada. Sería horrible que alguien se atreviera a pensar semejante cosa. El mismo Presidente estuvo gallardamente repitiendo en semanas anteriores que todas las autoridades tienen una responsabilidad en el horror que vivimos. Y de repente, no puede contener la lengua y pácatelas, tira el castillo de naipes o la estructura de palillos.

Ahora las manchas oscuras serán las importantes

Pues, lo que son las cosas, para que la Alba Marcha Bimbo, que con toda justicia y razón había convencido a millones de almas limpias, no sea totalmente desenmascarada y trate de seguir libre de sospechas de politiquería, de grilla, de manipulación y de mala fe, con todo y su justificación, deberá invitar a que se le unan los que visten de colores aguantadores. Esos pobres de todo el país que tienen problemas de vestimenta blanca y llaman a las estaciones de radio para preguntar si se vale ir de color a la Marcha Bimbo, ésos a los que los amables locutores les han dado permiso de unirse a las demandas justas (pero no únicas) del poder empresarial, tendrían que estar masivamente presentes en la protesta contra la inseguridad en México, el país llamado México, que no sólo la ciudad. A ver si quieren.

Otros que le harían un gran bien a la credibilidad de la Marcha Bimbo, serían los deudos de las Muertas de Juárez. Constituirían ellos la mancha más oscura de todas, no sólo porque llevan el luto negro a la vieja usanza occidental y no en blanco como se acostumbra en el Oriente, sino porque son la peor vergüenza que esta cada vez más corrupta República lleva sobre su conciencia. La mayoría ni la ve ni la oye. Pero es tarde para convocaciones. No se le ocurrió al fabricante de pan blanco y blando, el señor Lorenzo Servitje invitar a ese adolorido y desoído grupo social que empezó a perder a sus hijas, a saberlas impunemente, irremediablemente, violadas y asesinadas, en tiempos en que era gobernador de Chihuahua el sensible panista Francisco Barrio, hoy jefe cameral del PAN, que llama a los mexicanos a adoptar “un preso político cubano”, como eso de “adopte un árbol”. Sin duda el caso de las Muertas de Juárez no le servía por tratarse de chicas paupérrimas, llegadas en busca de empleo de todo el país, pero que fueron violadas, asesinadas y tiradas en los basureros de la Frontera, no del Centro. La miseria las impulsó a buscar trabajo de esclavas desechables en las grandes fábricas maquiladoras del inmediato traspatio de USA en donde si nunca hubo nadie para defender sus derechos laborales, menos aún lo hay para defender su dignidad humana y su vida. No hay que asustar con investigaciones a las inversiones, diría desde Hacienda Francisco Gil.

El objetivo político

de la marcha “Apolítica”

Se logrará. Los medios recogerán, avalarán, divulgarán la conclusión de la que Fox nos dio el jueves pasado la primicia: Hay que poner en orden al D.F. Lo demás no importa. Qué lástima que un esfuerzo ciudadano como el de mañana no haya tenido una meta precisa ciudadana, por ejemplo, exigir el referéndum indispensable para poner un alto a todos los crímenes que se cometen contra México y los mexicanos.

www.manú-dornbierer.com.mx

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