Río de Janeiro, (EFE).- Un agricultor brasileño de 37 años se ha dispuesto pasar 143 días "enterrado vivo" en Río de Janeiro, en pos de un récord del libro Guinnes.
Luiz Fernando Barreto, llamado "el hombre armadillo", permanece desde el 14 de mayo acostado o sentado en el fondo de un agujero, a 1.90 metros de profundidad.
La "casa" temporal de Barreto, que tiene 80 centímetros de ancho, 190 de largo y 95 de altura, sólo se comunica con el mundo exterior a través de una estrecha chimenea.
"Mi límite de espacio es de 1.5 millones de centímetros cúbicos, para que el récord tenga validez", explicó a EFE el "enterrado vivo", como gusta identificarse como Barreto cuando atiende el teléfono.
Desde la chimenea los curiosos pueden contemplarlo concentrado en sus lecturas de rigor o en largas conversaciones telefónicas con admiradores y periodistas.
Por echar un vistazo su asistente Rosenildo Franca dos Santos cobra el equivalente a 15 centavos de dólar.
La sepultura de Barreto está forrada de madera para mantener la temperatura. Cuenta con un ventilador, una colchoneta, una toma de corriente para el teléfono celular y una bombilla.
Cuando la naturaleza apremia también dispone de una bacinilla para los excrementos mayores y un par de botellas de plástico para los desechos líquidos.
Una cuerda sirve de correa de transmisión para hacerle llegar la comida y para retirar lo que haga falta.
Barreto, que se dice autodidacta y admirador de Europa, tiene una batería de libros para enfrentar el ocio de su voluntario confinamiento. El Príncipe, de Maquiavelo y el Arte de la Guerra, de Sun Tzu son dos de sus libros de cabecera, junto con la Biblia.
El 3 de octubre próximo, cuando espera cumplir 143 días en esta caja solitaria, Barreto espera emerger a la superficie como una celebridad.
"Estoy seguro de que lo conseguiré", dijo.
Su proyecto cuenta con el apoyo de familiares y amigos que viven cerca al pozo. Una tienda rodante sirve de "base de operaciones" y da seguridad a la chimenea de Barreto.
"La primera vez que lo intenté tuve que salir por culpa de vándalos que me lanzaban cigarros encendidos y me escupían bolas de chicle", explicó.
Mientras permanece confinado en pos de sus 15 minutos de fama, Barreto ya ha comenzado una campaña para captar fondos de algún posible patrocinador.
"Podría ser por ejemplo una agencia funeraria, una compañía de teléfonos celulares o una estación de radio", dijo Barreto desde el fondo del pozo, abierto en plena Avenida Brasil, una de las arterias viales que comunican Río con el interior del estado.