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Se fortalece Al Qaeda tras guerra en Irak

EL PAÍS

LONDRES, INGLATERRA.- El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés) aseguró ayer que la pérdida de sus bases en Afganistán y la invasión de Irak han acabado por provocar la expansión de Al Qaeda por 60 países y poner a su disposición un Ejército de 18 mil terroristas en potencia, dispuestos a atacar los intereses de occidente.

Según este centro, famoso en tiempos por sus acreditados balances militares durante la Guerra Fría, la Coalición sólo podía haber garantizado la seguridad en Irak desplegando 500 mil soldados.

La dureza del dictamen del IISS, contenido en su evaluación anual de la coyuntura mundial, contrasta con otros informes del instituto. El septiembre de 2002 sobre los arsenales de destrucción masiva de Saddam Hussein fue utilizada luego por el Gobierno británico para legitimar sus planes de invasión. Ayer, a la búsqueda quizás de más credibilidad, el IISS hizo público un crítico balance de la situación en Irak y de las consecuencias de la invasión a corto plazo. “En términos generales, los riesgos de terrorismo para los occidentales y los intereses occidentales en países árabes parecen haberse incrementado desde que empezó la guerra de Irak en marzo de 2003”, reconoce el instituto.

El informe señala que la invasión en Afganistán “dañó ofensivamente pero ha beneficiado defensivamente a Al Qaeda”. “Aunque ha perdido un polo de atracción y una base operativa, de mando y de entrenamiento, se ha visto obligada a hacerse más descentralizada, virtual e invisible”, añade.

“Estimaciones de inteligencia conservadoras indican que Al Qaeda está presente en más de 60 países” y aunque ha perdido unos 30 dirigentes y dos mil miembros, “mantiene intacta una parte de su dirección y cuenta con más de 18 mil terroristas en potencia y está acelerando el reclutamiento gracias a Irak”.

Aunque Al Qaeda ha demostrado su capacidad de atacar en países donde “la democracia y las instituciones son fuertes”, como el 11 de septiembre en Estados Unidos y el pasado 11 de marzo en Madrid, “es en países donde la instituciones de la seguridad son débiles (como en Kenya) o están constreñidas por sentimientos locales anti-occidentales (como en Indonesia, Pakistán o Arabia Saudita) donde Al Qaeda puede explotar mejor las debilidades”.

El IISS critica la situación que se vive hoy en suelo iraquí. “Los progresos en Irak tras la ocupación de Bagdad el nueve de abril del año pasado se han visto socavados por la falta de tropas, la debilidad de los vínculos institucionales entre la Autoridad Provisional de la Coalición y la sociedad iraquí y por la incapacidad del Consejo de Gobierno Iraquí para actuar como catalizador del apoyo político o la lealtad de la población iraquí”, denunció en su introducción el director del instituto, John Chipman.

“Los problemas, tanto políticos como de seguridad, parece que van a continuar e incluso incrementarse durante las próximas seis semanas hasta la transferencia y luego en los seis meses que transcurrirán hasta la fecha propuesta para las elecciones nacionales”, añadió.

El coronel Christopher Langton, experto del IISS en cuestiones militares, atribuyó el fracaso en materia de seguridad al escaso número de efectivos mantenidos por la Coalición tras el triunfo militar de la invasión. A su juicio, Washington y Londres tenían que haber mantenido 500 mil soldados en Irak para garantizar la seguridad, más del triple de la tropas desplegadas hoy en día.

El análisis del IISS advierte también del peligro de fomentar acuerdos con las milicias locales para garantizar la seguridad, como ha ocurrido en Fallujah. Aunque el informe sostiene que las posibilidades de una guerra civil sectaria “son escasas a corto plazo”, advierte del peligro de que esos “atajos”, como denomina los acuerdos con milicias locales, pueden incrementar el poder hoy débil de estas milicias, a las que la población puede empezar a ver como los verdaderos garantes de su seguridad, debilitando así el Gobierno transitorio de Bagdad y perjudicando el objetivo de fomentar una autoridad nacional.

En su análisis de las consecuencias electorales de los atentados del 11 de marzo en Madrid, el IISS señala que “el resultado refleja en parte la opinión colectiva de que la intervención en Irak convirtió a España en un objetivo más apetecible” y “también la reacción del electorado ante lo que se percibió como cinismo del primer ministro saliente, José María Aznar, al insistir en que ETA era el principal sospechoso de las bombas a pesar de que éstas eran inconsistentes con las tácticas y la agenda política del grupo terrorista vasco”.

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