EFE
PARÍS, FRANCIA.- El presidente palestino, Yasser Arafat, seguía hasta el día de ayer entre la vida y la muerte en el hospital militar de Percy situado a las afueras de París, pero, según un nuevo parte médico, su estado “no se ha agravado”.
En una lacónica comunicación, de apenas veinte segundos y en la que no ofreció ningún detalle clínico sobre la salud del “rais”, el responsable de los servicios sanitarios del Ejército francés, general Christian Estripeau, anunció que “el estado de Yasser Arafat, de 75 años, no se ha agravado y es considerado como estable” con respecto al jueves.
El general Estripeau, que no comentó las informaciones conflictivas en torno a la supuesta muerte cerebral de Arafat, precisó que el parte médico se había establecido de acuerdo con “la discreción” exigida por la familia, como ocurrió en el de la víspera, cuando desmintió que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) hubiera muerto.
El histórico líder palestino “se encuentra en coma reversible y puede despertar o no”, según indicó ayer por la mañana la delegada de Palestina en Francia, Leila Shahid, quien negó que Arafat haya entrado en estado de muerte cerebral, como informaron el jueves fuentes médicas galas.
Las pruebas muestran que “los órganos vitales trabajan”, dijo Shahid, al señalar que “la situación puede durar mucho tiempo o no”.
A pesar de que arremetió contra las informaciones que en las últimas horas daban por hecho que Arafat no saldrá del coma, Shahid nunca había llegado tan lejos sobre la gravedad del estado del líder de la ANP tras el empeoramiento repentino que sufrió hace dos días y que le obligó a ser intubado en el servicio de reanimación de Percy.
Ayer, además de ella y de Estripeau, sólo habló brevemente a los numerosos periodistas congregados ante el hospital un empresario amigo de Arafat, Munib el Masri, que acudió al centro de Percy, aunque no pudo visitar al “rais”.
“Me han dicho que está estable”, dijo escuetamente antes de indicar que a la que sí había visto era a la mujer de Arafat, Suha.
Las hipótesis son mucho más pesimistas, pues se habla de un Arafat en un estado de muerte cerebral, en un coma muy profundo, en el que se le podía mantener artificialmente con vida durante días o semanas.
Aunque son fuentes anónimas, lo cierto es que las autoridades médicas francesas permanecen atadas de pies y manos, como ha quedado patente en los dos últimos partes médicos, ya que es la familia de Arafat la que decide lo que debe o no ser divulgado respecto a la salud del líder palestino.
En cualquier caso, se conjetura que la falta de información contrastada sobre el estado real de Arafat responde al deseo palestino de preparar el anuncio de la eventual muerte del “raís” y ayer la radio israelí afirmó que su esposa es quien “tiene el poder de decidir cuándo desconectarlo de la máquina que le mantiene vivo”.
En esta tensa espera, el Gobierno francés se esfuerza por mantenerse al margen de toda polémica, consciente de la delicada situación política en la que se encuentra entre palestinos e israelíes.
El presidente francés, Jacques Chirac, visitó el jueves brevemente a Arafat en el hospital antes de salir para la cumbre europea de Bruselas, pero ninguna fuente oficial francesa ha confirmado los detalles del encuentro revelados por la delegación palestina, como el de que el “rais” habría sonreído al ver al jefe del Estado galo.
París, que insiste en que su papel al acoger a Arafat fue “meramente humanitario”, tampoco quiere comentar las gestiones para el eventual traslado del Presidente palestino o de sus restos a Palestina, la cuestión que más dudas plantea en este momento.
“Se trata de una pregunta hipotética” que “no es competencia de las autoridades francesas”, dijo ayer el portavoz del Ministerio francés de Exteriores al ser interrogado sobre las supuestas negociaciones entabladas por Francia con otros países de la región, como Israel e Egipto, sobre las condiciones del regreso de los restos de Arafat.
Sobre la salud del “rais”, el portavoz aseguró que “para nosotros sólo los médicos, en colaboración con la familia, pueden pronunciarse sobre el estado de los pacientes. Eso es lo que vale”.