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Se queda sin trabajo, sin novia y en la cárcel

LUIS ALBERTO MORALES

EL SIGLO DE TORREÓN

GÓMEZ PALACIO, DGO.- José Ángel está tras las rejas y fue dado de baja de la Policía Preventiva. En la agencia del Ministerio Público, Adriana, denuncia penalmente por amenazas de muerte y privación de la libertad. El policía llevaba esposada a “su mujer” en el auto, la joven arrebató el volante y chocaron contra un taxi cuando circulaban por el Periférico. Dos pasajeras resultaron lesionadas.

“Para mí ya todo terminó. Así, para qué quiero vivir”, dice José Ángel Torres Quezada de 23 años, mientras está dentro de la celda en la oficina de Tránsito. El joven policía tiene la mirada perdida, los ojos hinchados y traicionados por las lágrimas, las manos entrelazadas: Es víctima de una depresión.

En la Dirección de Seguridad Pública, Adriana Pedroza Ríos de 19 años, sentía miedo. La joven terminó la relación con José Ángel la noche anterior. Dice que se “juntó” hace tres meses, pero contra su voluntad: “No lo quería, pero no me iba a dejar en paz”.

Sentada en la oficina del director, Adriana no muestra signos de violencia; en la muñeca izquierda tiene una ligera marca del “gancho”. Adriana tiene un hijo de tres años que vive con los abuelos paternos. Dice que desde hace seis años no trabaja... formalmente.

“Anoche la saqué de la Colón (la cárcel de Torreón), la levantaron porque no tenía licencia sanitaria, ella dice que iba a buscar a una amiga que trabaja en una de las cantinas, en la privadita de la Alianza. Me pedía perdón, pero yo le decía que ya no quería que trabajara”, dice José Ángel sobre el origen del problema.

A las 9:30 horas, el joven policía pidió permiso a su superior, dijo que tenía un problema familiar muy fuerte, que su mujer iba a quitarse la vida. La petición fue aceptada, el agente entregó el arma de cargo y uniformado fue a buscar a Adriana.

El temor era fundado, hace cuatro años, Adriana atentó contra su vida argumentando muchas presiones en su hogar y en su vida sentimental. José Ángel también estuvo cerca de la muerte, hace tres meses iba a darse un tiro en la cabeza por el amor mal correspondido.

“Fui a la casa y ya no estaba, también se llevó su ropa, la fui a buscar con otra persona cerca de su casa, en la colonia Tierra y Libertad”, asegura José Ángel. La joven dice que ya no quería nada, que con engaños salió de la casa donde estaba y por la fuerza subió al auto de José Ángel.

El policía quería dialogar, Adriana dice que le preguntaba por el domicilio de sus amigos, pero temía porque sólo los iba a molestar. Ambos iban en el auto de José Ángel, un Ford Grand Marquis, modelo 86, color negro, con capote gris.

Clientes del restaurante El Rey de los Mariscos atestiguaron los hechos. A las 11:25 horas, el Ford negro chocó con la parte posterior de un taxi de la base Ccudepo, marca Nissan, modelo 99, color blanco con naranja, número 420, con dos pasajeras a bordo.

El taxista es Juan Bautista Martínez Moreno de 26 años. La Cruz Roja atendió a Concepción Martínez Silva de 64 años y Valeria Rodríguez Rodríguez de diez años. Las dos presentaron sólo golpes en diferentes partes del cuerpo y fueron enviadas a la clínica 46 del Seguro Social.

En el croquis de los agentes de Peritos, se observa que el auto Ford circulaba por el carril derecho por el Periférico rumbo a Torreón, el taxi iba en la misma dirección pero en el carril izquierdo, con el movimiento del volante de Adriana, los autos se impactaron y el taxi hizo un semicírculo para terminar en sentido contrario.

“¿Por qué permiten tanta corrupción, señor?, los policías bajaron a la muchacha y se la llevaron, a su compañero le cambiaron la camisa y se lo dieron a los tránsitos”, gritaba histérica una mujer que vio el accidente y temía porque las autoridades protegieran al agente y minimizaran los hechos.

Otro testigo que prefirió reservar su nombre asegura que los agentes que auxiliaron a José Ángel sacaron de la cajuela un rifle R-15 y del asiento del copiloto una pistola nueve milímetros.

En la Dirección de Seguridad Pública, los comandantes que abordaban la unidad F-166 dijeron que sólo recogieron la fornitura. Adriana fue cuestionada al respecto y dijo que nunca vio armas de fuego.

Arturo López Aguilera, titular de la Dirección de Seguridad Pública, arribó a su oficina y dialogó con Adriana. La joven se manifestó decidida a denunciar a José Ángel. El jefe policíaco le brindó todo el apoyo. Después de levantar un acta en Asuntos Internos, personal de la misma corporación la llevó a denunciar ante el agente del Ministerio Público.

El director de la Policía Preventiva dijo que el agente inculpado egresó de la Academia de Policía hace cuatro años, en su expediente, su historial es respetable; sólo dos arrestos menores por no contestar el radio. También cuenta con certificados de los diferentes cursos de capacitación que recibió.

José Ángel lamenta los hechos. El corazón no le permitió pensar en las consecuencias. La carrera del joven policía está terminada. La desilusión amorosa lo afectó demasiado, tanto que tras su celda, cuestiona el sentido para seguir vivo.

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