En el último año de profesional, un catedrático nos dio un examen sorpresa. En ese entonces yo era estudiante consistente y rápidamente contesté todas las preguntas, hasta que llegué a la última: ¿Cuál es el nombre de la persona que hace el aseo en la escuela? Seguramente esta pregunta era una broma. Yo había visto muchas veces al hombre que aseaba la escuela. Él era alto, delgado de cabello entrecano, como de cincuenta años. ¿Pero cómo iba a saber su nombre? Por lo que entregué el examen, dejando esa pregunta en blanco. Pero antes de que nos retiráramos de clase, uno de los compañeros le preguntó si la última pregunta contaría para calificar del examen. ?Claro que sí?, dijo el maestro. ?Durante su carrera ustedes conocerán a muchas personas. Todas son importantes. Ellos merecen su atención y cuidado, aunque sólo les sonrían y les digan: ¡Hola qué tal! Nunca olvidé esta lección, y aprendí bien el nombre de ese hombre. Como ven todos, somos importantes.
¡Realidades! Un día un compañero de clases, iba cargado de libros caminando a su casa. (Era un viernes). ?Por lo que pensé: debe ser un intelectual?. Ese día yo tenía otros planes para el fin de semana; fiestas y un partido de futbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros al ver en él la diferencia, por lo que seguí mi camino. Mientras caminaba, vi a varios chicos corriendo hacia él, cuando lo alcanzaron, le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo, vi que sus anteojos volaron y cayeron sobre el pasto a varios metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus anteojos, vi lágrimas en sus ojos, le acerqué a sus manos sus anteojos y le dije: ?¡Esos chicos son unos torpes, no deberían de haber hecho esto!?. Me miró y me dijo: ?¡Caramba, muchas gracias!?. Había una gran sonrisa en su cara; de esas sonrisas que mostraban una verdadera gratitud.
Lo ayudé con sus libros, ya que vivía cerca de mi casa. Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Caminamos hasta casa. Parecía un buen chico. Le pregunté si quería jugar futbol el sábado conmigo y mis amigos, aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a mi amigo, mejor nos caía, tanto a mí como a mis demás amigos. Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba nuevamente con aquella enorme pila de libros. Me paré y le dije: ?Caray amigo, vas a sacar buenos músculos si cargas todos los días esos libros?. Se rió y me dio la mitad para que le ayudara. Durante los siete años siguientes mi amigo y yo nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estábamos por terminar la preparatoria mi amigo decidió estudiar medicina y yo administración, sabía que seguiríamos siendo buenos amigos y que la distancia no sería ningún problema. El día de la graduación mi amigo, fue el orador de su generación. Yo lo admiraba todo el tiempo diciendo que era muy ?inteligente?. Llegó el gran día. Él preparó el discurso, yo estaba feliz porque lo iba oír hablar en público. Mi amigo se veía realmente bien, era una de esas personas que realmente se habían encontrado así mismo desde la secundaria, había mejorado en todos los aspectos y se veía bien con sus anteojos. ¡Tenía más citas con chicas que yo, todas lo adoraban! ¡Caray! Algunas veces hasta me sentí celoso... hoy era uno de esos días. Pude ver que él estaba nervioso, así que, le di unas palmaditas en la espalda y le dije: ?Vas a ver que estarás genial amigo?. Me miró con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió, ?gracias? me dijo. Limpió su garganta y comenzó su discurso: ?La graduación es un buen momento para dar las gracias a todos aquéllos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles a ustedes, que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir, y a propósito, les voy a contar una historia?. Yo miraba a mi amigo incrédulo, cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos. Comentando lo siguiente: Que aquel fin de semana él tenía planeado quitarse la vida, ya que estaba muy deprimido. Habló de cómo limpió su gaveta y por qué llevaba todos sus libros con él; para que sus padres no tuvieran que ir después a recogerlos a la escuela, mi amigo continuó diciendo, mientras mi miraba fijamente y me sonreía. ?Afortunadamente fui salvado, mi amigo Jorge me salvó de hacer algo irremediable?.
Recuerdo que ese día, al escuchar esto con asombro, de este apuesto y popular chico, cómo contaba a todos ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. Recién ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras: ?Nunca subestimes el poder de tus acciones; con pequeño gesto, puede cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros, para impactarlos de alguna manera. Mira a Dios en los demás?. Ahora tienes dos opciones: de hacer llegar este mensaje a todos tus amigos, o ignorarlo y actuar como si no hubiera tocado tu corazón, ¡yo escogí la primera! Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para recordar cómo volar.
?Gratitud o deslealtad?. Por Dios. Mientras usted trabaje para un hombre, trabájele bien, séale fiel, hable bien de él. Desgraciadamente muchos olvidan el motivo por el que están ahí, y cuáles son sus limitaciones. Ahora si ya no está a gusto con él y tomó la decisión de separarse. Cuando no tenga ningún compromiso, entonces sí dé rienda suelta a su lengua y hable las cosas más horrorosas de él, con los que dicen ser sus amigos. Que al cabo ellos se encargarán de mantenerlo a usted y a su familia. ?Reflexión?. Relacionada a un dicho: Más vale una gota permanente, que un chorro de repente. ?Seguimos presentes?.