Jorge Romero Montañez
A través de los años, la ciencia ha ido descubriendo grandes misterios de otros tiempos. Nos ha ido limpiando de malezas el pensamiento, pero en algunos casos nos hemos olvidado de cosas tan simples y obvias como respirar. Muchos dirán que a nadie se nos puede olvidar respirar, porque de lo contrario moriríamos. ?Y bien todos respiramos?, pero no todos respiramos bien, a muchos se les olvida que uno debería poner conciencia iluminadora en todo lo que hace, aún el simple acto de respirar. Una tarea fácil y sencilla, tan simple y tan obvia que de pronto se convierte en una tarea difícil, pues las preocupaciones diarias vencen la buena voluntad de querer hacer algo simple, es como si la mente dijese ?ocúpate de eso más tarde, porque hay de otras cosas más importantes qué hacer. Y así uno va dejando para después lo que deberíamos haber hecho ahora?. El viento sopla y el sol no se disfruta porque estamos atentos al camino, el lugar que ocupamos en cada paso que damos. Miramos todo, cruzamos por ese lugar y pensamos en la pena que da un lugar así. Bien, como ese terreno en nuestra mente y el caminante es la localización de nuestra conciencia. ¡Cuántas veces nos encontramos intentando aclarar determinada situación en la vida y vemos que no podemos lograr una visión clara de las cosas! Justamente porque nuestra mente está ante una interrogante que antepone todo lo aprendido, sea bueno o no. Queremos dilucidar algo y tropezamos con miles de procesos mentales producto y aprendizaje y experiencias pasadas que actúan a modo vigilante interno a veces y como obstáculo imposible de superar en otras. Es tal el esfuerzo cotidiano para resolver pequeñas situaciones, que lo único que se desea es resolver lo antes posible dicha cuestión. Como en el terreno antes mencionado. Así hemos perdido de disfrutar el sol, de respirar el aire que corre libremente. Dicho de otra manera, nos hemos perdido de ver el lado positivo de las cosas, de vivir lo bueno de la vida, de los pequeños momentos, de llenar el alma con las ilusiones, porque no sé si sabrás que el hombre vive de las ilusiones, aún cuando otros te dirán ?las ilusiones no te conducen a nada?.
Algunos años atrás un joven que estaba a punto de graduarse de preparatoria, tenía muchos días de estar admirando un precioso auto en una agencia de automóviles. Sabiendo que su padre podría comprárselo le dijo que ese auto era todo lo que deseaba. Así que se acercaba el día de la graduación y el joven esperaba por ver alguna señal de que su padre le hubiese comprado el auto. Finalmente, el día de la graduación, su padre le llamó para que fuera a su privado. Le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba, el padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. El cual entregó a su hijo, el joven curioso y de algún modo decepcionado, abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia cubierta de piel y con su nombre escrito con letras de oro. Enojado le gritó a su padre diciendo: ?¿Con todo el dinero que tienes y lo único que me das es esta Biblia??. Salió de la casa y no regresó jamás. Pasaron los años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre que ya era un anciano y estaba muy enfermo, pensó en visitarlo. No lo había vuelto a ver desde aquel día de su graduación. Antes de que pudiera partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar los trámites de inmediato. Cuando llegó a la casa de su padre, una tristeza y arrepentimiento llenó su corazón, empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había obsequiado. Con lágrimas la abrió y comenzó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso que decía: ?¿Si vosotros siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuánto más nuestro padre celestial dará a sus hijos aquello que le pidan??. Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia. Tenían una tarjeta de la agencia de autos donde había visto aquel hermoso auto que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha de su graduación y las palabras: ?Totalmente pagado?.
?Reflexión?: Qué más pedirle al Señor, que nos da la vida misma. ?Seguimos presentes?.