“Lo cierto es que nada contribuye menos
a la felicidad que la riqueza y que nada contribuye más que la salud”.
Arthur Schopenhauer
Más de la mitad de la población de nuestro país no es derechohabiente ni del Seguro Social ni del ISSSTE. Este inmenso mundo de gente ha tenido que resignarse hasta ahora a recibir servicios de salud de baja calidad o simplemente a no obtenerlos. Lo peor de todo es que muchas veces el gasto que tienen que realizar las familias para enfrentar una enfermedad catastrófica es suficiente para acabar con el patrimonio familiar.
Para enfrentar este problema el Gobierno de la República ha creado el Seguro Popular de Salud. Quizá lo más innovador de este esquema es que representa un subsidio a la demanda y no a la oferta de un servicio.
Nos hemos acostumbrado en México a que los recursos del Gobierno se usen para crear grandes instituciones que reciben su subsidio simplemente por el hecho de existir: no importa si su trabajo lo hacen bien o mal o si no lo hacen. Si un hospital o una escuela no tienen pacientes o alumnos, el Gobierno no les suspende los recursos.
En el Seguro Popular, como en el Sistema Nacional de Salud del Reino Unido, el subsidio se da al usuario, el cual puede escoger en qué institución ejercerlo. Un usuario del Seguro Popular puede acudir a un hospital del IMSS, a uno del ISSSTE o a uno de la Secretaría de Salud. Las instituciones recibirán del Seguro Popular el pago por los servicios prestados. Con esto se crea un incentivo para que el servicio mejore.
El Seguro Popular, que ya beneficia a un millón de familias, recibe recursos de tres fuentes. El Gobierno Federal aporta una cantidad y la entidad federativa otra. El propio asegurado contribuye una cantidad también, quizá pequeña pero suficiente para que entienda el valor del servicio. En promedio la cuota anual del asegurado es de 1,572 pesos al año. Para quienes tienen ingresos muy bajos, sin embargo, las aportaciones son más reducidas. Una familia con un ingreso mensual de mil pesos, por ejemplo, tendrá que pagar 260 pesos al año o poco menos de 22 pesos al mes. En algunos casos, con familias en extrema pobreza, se omite completamente el cobro. El propósito fundamental del Seguro Popular es eliminar la inequidad del actual sistema que hace que se encaucen grandes recursos al IMSS y al ISSSTE mientras se deja sin protección a más de la mitad población.
El nuevo sistema tiene una base financiera sólida, ya que actúa como un verdadero seguro, acumulando reservas para cubrir el costo de las enfermedades cuando se presentan. Por otra parte, el Seguro Popular es voluntario, por lo que no deja de ser significativo que hasta ahora haya registrado una tasa de renovación del 99 por ciento.
La razón de esta alta renovación es que los jefes de familia se dan cuenta de que la cuota que aportan es una inversión para asegurar el servicio médico incluso en casos de enfermedades, como el cáncer o la leucemia, que en otras condiciones habrían destruido las finanzas familiares.
Casi todas las entidades del país han firmado ya acuerdos con la Secretaría de Salud para echar a andar este Seguro Popular. La gran excepción es el Gobierno del Distrito Federal. Por razones ideológicas, el Gobierno de la capital considera que los servicios médicos deben ser absolutamente gratuitos o como en realidad no hay nada gratis en la vida, deben ser pagados por los contribuyentes.
La idea detrás del Seguro Popular, sin embargo, es que la gratuidad debe existir en el momento de la enfermedad, pero que no hay razón por la cual los beneficiarios no deban aportar periódicamente recursos para la creación de una reserva que garantice el servicio.
El pasado 25 de agosto se afilió al Seguro Popular la familia un millón. Se espera que al término de este 2004 un millón y medio de familias queden ya cubiertas. El servicio se está ofreciendo fundamentalmente en comunidades rurales con altos índices de marginación.
El propósito es que el subsidio beneficie a los más pobres del país: aquellos que tradicionalmente han quedado excluidos de los servicios del IMSS y del ISSSTE. Para cumplir con el sueño de garantizar servicios de salud a todos los mexicanos, sin embargo, el esfuerzo debe ampliarse mucho más.
Las zonas rurales siguen careciendo de clínicas, las cuales hay que construir. Pero es positivo que se esté introduciendo un sistema que permita a quienes no son derechohabientes de ninguna institución de salud el enfrentar una enfermedad catastrófica sin perder todos sus ahorros.
Complicando el IVA
Reducir el IVA del 15 al 12 por ciento, al mismo tiempo que se crea un nuevo impuesto estatal de tres por ciento, no ayuda a hacer a México un país más competitivo. Por el contrario, complica más nuestro sistema fiscal.
Correo electrónico:
sergiosarmiento@todito.com