Jesús, Juan y José se preparan para "morir en la cruz".
El Siglo de Torreón
30 años de fe
Torreón, Coah.- Cuando le propusieron interpretar a Cristo en el Vía Crucis de la colonia Jacobo Meyer, Jesús García Hernández jugaba baraja. Como ganaba y la cerveza estaba fría, no prestó mucha atención a la invitación.
Desde entonces han pasado 30 años. Ahora sólo le pide a Dios fuerza y vida para seguir interpretando el papel.
La representación en la colonia Jacobo Meyer adquirió fama. Por eso desde hace 20 años también realizan el Vía Crucis en el Cerro de las Noas. Ahí, miles de católicos de diversas partes del país tienen la oportunidad de ver la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Jesús García Hernández tiene 47 años e interpreta a Jesucristo en ambos Vía Crucis. De vez en cuando se corta —sólo un poco— el cabello y la barba. Por eso en una ocasión lo confundieron con un delincuente y lo encarcelaron. No pudo estar en una representación y tuvo que ser remplazado.
Jesús se dedica a la albañilería. Sólo cursó hasta cuarto año de primaria porque el dinero, asegura, no sobraba en su casa. Así que en lugar de aprender historia o matemáticas, supo para qué servía la pala.
—Cuando entré al Vía Crucis sólo pensaba en mujeres, en ese tiempo salía mucho y nunca me imaginé estar en algo así a pesar de que siempre he creído en Dios. Don Luis Parga fue quien me invitó.
A su padre le gustó tanto la primera representación que le dio dinero como compensación. Siempre lo acompañaba en el recorrido, primero por la colonia y luego en el Cerro de las Noas. Pero una operación mal cuidada acabó con su vida y desde entonces Jesús le dedica su actuación.
La madre de Jesús aún vive pero se niega a subir con él al Cerro de las Noas. Se enoja por los latigazos que recibe su hijo durante el recorrido.
—Ahora mi madre ya no puede ir porque ya está grande, pero nunca le gustó. Nada más va a verme a la colonia.
Como los diálogos los sabe de memoria, rara vez se prepara para su representación. Sólo trata de llegar con tiempo a Torreón pues, por su trabajo, la mayor parte del año vive en Ciudad Juárez, Chihuahua. Allá construye residencias.
—A mí me gustan los dos Vía Crucis pero me deja más satisfacción personal el de la colonia porque fue donde empezamos y representa mucho para todos los que participamos.
Asegura que no siente cansancio físico por participar en ambos recorridos. Ni siquiera le duelen los pies por tanto caminar ni los hombros por cargar la cruz de más de 30 kilos.
Todavía le queda fuerza para estar en la velación de Jesús durante la noche.
El Vía Crucis llevaba diez años en la colonia Jacobo Meyer cuando recibieron la invitación de representarlo en el Cerro de las Noas.
—Pensé que nos iban a pagar, pero no. Don Luis nos convenció y aceptamos porque le tenemos mucho afecto, además no queremos lucrar con algo tan significativo para nosotros.
La primera vez que representó a Cristo en el Cerro de las Noas creyó que no iba a poder cargar la cruz por todos los escalones —antes no había carretera—, pero el entusiasmo de todos le dio ánimos.
Dice que siempre perdía la cuenta de los escalones que tenía que subir. Calcula que son más de 450: “lo bueno es que ya nos vamos por la carretera, aunque es más largo el camino”.
Para Jesús, su papel es una responsabilidad muy grande porque sabe que viene gente de varias partes del país a ver el Vía Crucis. A través de su personificación ha aprendido que la vida hay que llevarla más tranquila y antes de cualquier cosa primero pensar en la familia: tiene siete hijos con Rosa Rodríguez.
Por su trabajo siempre llega tarde a casa y no tiene tiempo de enseñarle a sus hijos la religión católica, por eso su esposa se encarga de instruirlos para que comprendan el significado de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Cree que no se valora el sacrificio de Cristo, porque de lo contrario no habría guerras.
—El Vía Crucis ya no puede desaparecer y mientras me llamen y tenga fuerza, seguiré participando.
El encuentro con su madre
Ciudad lerdo, dgo.- En la cuarta estación del Vía Crucis se representa el encuentro de Cristo con María. Este el momento con el que más se identifica Juan Carlos Hernández Navarro, quien ha encarnado el papel de Jesucristo los últimos tres años, ya que recuerda a su madre Teresa Navarro, fallecida hace 19 años.
Por cuarta ocasión, este joven de 25 años tendrá la responsabilidad de actuar como Jesucristo en el Vía Crucis de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, donde inicia y tiene como escenario final el cerro de la colonia San Isidro.
La primera ocasión que personificó a Cristo, en la Semana Santa de 2001, Juan Carlos tenía 22 años y participaba en el grupo pastoral Amigos. Seis años atrás decidió acercarse a la iglesia. Buscaba consuelo en la palabra de Dios.
Quedó huérfano a muy temprana edad. Su madre falleció cuando él tenía seis años y su padre Felipe cuando tenía 13. Tres años después, junto a sus amigos se integró de lleno a las actividades religiosas.
Juan Carlos recuerda que la primera vez sintió temor y nerviosismo, sobre todo cuando llegó al cerro de la colonia San Isidro y lo crucificaron.
“En el momento en que me subieron a la cruz por mi mente pasaron muchas cosas, tenía miedo, pensaba que me podía caer, que la cruz ser iba a quebrar, pero a la vez experimentas una fuerza muy bonita porque sientes que ya cumpliste con el compromiso”.
Juan estudia y trabaja. Cada vez que se acerca la Semana Santa sus conocidos le preguntan si representará a Jesús.
“Es una responsabilidad muy grande”, dice Juan Carlos, quien el año pasado anunció que sería la última ocasión que participaba en el Vía Crucis, pero no pudo mantener su decisión y finalmente este año volverá a encarnar a Cristo. Confiesa que no sabe cuándo dejará de hacerlo, “eso dije el año pasado, pero el amor a Dios me hizo volver”.
En esta ciudad el Vía Crucis es muy largo. El Cristo tiene que recorrer dos mil 200 metros antes de llegar al cerro donde lo crucifican, los actores se meten mucho en su papel y los soldados en verdad azotan a Cristo. Por esta razón Juan Carlos dice que se prepara en todos los aspectos, “es una preparación psicológica y además física”.
Aunque sus padres ya no están físicamente en este mundo, es a ellos a quienes dedica el Vía Crucis.
“Mel Gibson no exagera”
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Con el peso de la cruz sobre su cuerpo masacrado durante la tercera caída de su paso al Calvario, José Luis Torres Villa percibió el dolor de Jesucristo al verse despreciado y traicionado por todos.
Esta Semana Santa será el segundo año en el que interpretará al Nazareno en el Vía Crucis que organiza desde hace 46 años la iglesia de Santa Rosa.
José Luis tiene 24 años. Desde los 17 participa en diferentes grupos eclesiásticos. El Juvenil, el de Jornadas y ahora el de Vía Crucis que dirige Sergio García, a quien de cariño llaman “Nino”.
José se describe como un joven normal, pero al que le hacía falta algo. Nunca se metió en problemas de drogas, ni formó parte de alguna pandilla. Era un chico común, pero con un vacío espiritual que logró llenar cuando conoció el amor de Dios.
Trabajar con jóvenes de su edad en los cursos y pláticas de la iglesia, le sirvió para darse cuenta de que lo que necesitan ellos, también le hacía falta a él.
El año pasado, José Luis sintió el llamado. Pidió a “Nino” la oportunidad de interpretar a Jesús, precisamente el Viernes Santo del Vía Crucis de 2002. En esa ocasión, Jesús Mendoza tenía el papel.
Un año después llegó su tiempo. Asegura que no lo solicitó por querer figurar, fue porque deseó experimentar lo que Dios sintió al entregar a su único Hijo para salvar al mundo. Fue así que con la cruz a cuestas José Luis, aparte de los golpes, vivió un trance.
Explica que en un principio, antes de interpretar su papel, se mentalizó para superar el cansancio y dolor físico que significaría cargar una cruz de 15 kilos y sentir los latigazos en su espalda. “Creo que al inicio de mi papel me olvidé del amor, de sufrir, morir y resucitar con Él, tal como lo dice la Biblia”.
Sin embargo, luego todo cambió cuando su actuación se tradujo en un sentimiento espiritual vivo. Lo evidenció cuando en la noche del Viernes Santo, un grupo de jóvenes le pidieron que les enseñara su espalda. Sintió tristeza al descubrir que no entendieron la esencia de la Pasión de Cristo.
Recuerda que les contestó que no tenía por qué enseñarles nada, que su dolor se quitaría en diez ó 15 días, “pero Jesús lleva años clavado en esa cruz, soportando el peso de nuestros pecados”.
Para José La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, “te dice cómo es en verdad tu Cristo”. Confiesa que sintió odio contra sí mismo cuando vio la película. Dice que no puede sentir coraje contra los que pidieron la crucifixión de Jesús, porque ellos no sabían quién era Él.
“Ahora en este tiempo sé quién es y le sigo haciendo daño aunque Él dio la vida por mí y continúo dándole la espalda cuando me llama”.
Considera que la película no exagera, puesto que en un pasaje de la Biblia dice que fue mutilado, vejado y su cuerpo quebrado. “Este filme dice en verdad cómo es el Cristo personal. Cada quien tiene uno, hay veces que alguien te dice que tienes ángel, pues así todos tenemos a Jesús dentro, pero lo maltratamos de más”.
Por eso, cree que en esa reproducción cinematográfica, Mel Gibson logró reunir todos los Cristos, que cada golpe refleja las guerras, el odio, los asesinatos, las mentiras y la corrupción de este mundo.
Comenta que el filme le hizo pensar. Recuerda aquel Jueves Santo, cuando en su interpretación lo flagelaron de 20 a 30 minutos; sintió dolor físico que hasta lo hizo llorar. “Entendí que fui muy cobarde en ese entonces, porque no eran tan importantes los golpes sino que debí demostrar la agonía de Jesucristo y sufrir con Él”.
Para José Luis este año será diferente. En su primera experiencia en el papel de Jesucristo, decidió aguantar físicamente, pero ahora piensa más en lo espiritual.
Concluye: “No veamos a Jesús con un sentimiento de pobrecito, sufrió mucho; es tiempo de cambiar a decir pobrecitos de nosotros, porque no sabemos qué tanto daño nos estamos haciendo y siempre debemos recordar que Dios entregó a su Hijo por nosotros...”.