Notimex
México, DF.- Odontóloga de profesión y actriz por vocación, Gabriela Goldsmith se enfrenta día con día al reto de superarse como persona para lograr su objetivo en la vida: ser feliz y dejar huella en la memoria de sus seres queridos.
Hija única de un joven matrimonio dedicado al deporte y a la actuación, nació un 11 de septiembre en la Ciudad de México, y en su sangre lleva la mezcla de raíces alemanas, húngaras y cubanas. Su padre, Gabriel Goldsmith, actual presidente de la Federación Mexicana de Judo, siempre tuvo predilección por el deporte, y en los años 60 representó a México como judoca en los Juegos Olímpicos.
Esta pasión por el ejercicio la heredó Gabriela, quien de niña prefería la compañía de los varones, pues con ellos “podía brincar, correr y trepar a los árboles, sin la preocupación de ensuciarme la ropa o maltratar mi peinado”, comentó la actriz.
“He sido muy inquieta y hasta cierto punto ruda, pues de niña nunca me gustó jugar con muñecas como las demás, sino que prefería la actividad física”, agregó en entrevista.
De su madre, Carmen Wash, adquirió la vena artística, pues en su natal Cuba se dedicaba a actuar, pero al casarse con don Gabriel se alejó de ese entorno. “Antes de que yo cumpliera un año de edad ellos ya se habían divorciado, pero mi mamá jamás volvió a los escenarios”.
Tras esta separación, doña Carmen se dedicó al negocio de los bienes raíces, lo que causó que “durante toda mi infancia y adolescencia cambiáramos constantemente de domicilio, por lo que hoy odio las mudanzas”, expresó con un tono irónico.
Recordó que “no podía mantener mis amistades, porque cuando me integraba a un grupo de cuates, enseguida cambiaba de residencia”, lo que le provocaba dolor, pues consideró que en la vida no hay algo mejor que tener un amigo.
Cuando tenía 12 años su mamá la llevó por vez primera a realizar pruebas de talento para hacer comerciales y “tenía mucha suerte porque siempre me elegían, aunque esto incitó a mis compañeros de escuela a hacerme burla, pero nunca me molestó porque prefería ignorarlos”, comentó.
Llegada su adolescencia, Gaby notó que había algo raro en ella, y es que “físicamente me desarrollé muy rápido, pues cuando tenía 11 años parecía de 15, aunque mentalmente era muy infantil”.
De esa época rememoró con ternura su primer amor: un niño muy guapo de nombre Carlos, quien la hacía suspirar cuando escuchaba canciones de amor en la radio. “Es muy cursi, pero creo que así es el primer enamoramiento”, dijo.
Su juventud estuvo marcada por un hecho trascendental. “Un año después de haber hecho mi fiesta de 15 años decidí casarme, cuando apenas estudiaba el segundo año de preparatoria”.
Sus padres se opusieron rotundamente a que esto sucediera, pero “me salí con la mía, aunque no resultó como yo lo esperaba”, comentó decepcionada de este episodio.
“Le eché muchas ganas para que mi matrimonio fuera exitoso, porque no quería ser divorciada, pero a esa edad es muy difícil que algo de esa magnitud funcione, y cuatro años después de vivir juntos llegó el final”.
El fruto de esa unión fue su hija, quien actualmente tiene 23 años de edad, y que en opinión de la artista “fue lo único que valió la pena de esa decepcionante vivencia, y es lo mejor que hoy tengo en la vida”.
La experiencia de convertirse en madre cuando apenas tenía 17 años fue gratificante, pero “reconozco que se me escaparon muchos detalles, porque a esa edad no eres consciente de muchas cosas, ni tienes sentido de la responsabilidad”.
Ese vínculo matrimonial también le dejó una carrera profesional.
“El era odontólogo y yo estudié lo mismo con tal de seguirlo, pero antes de terminar la licenciatura ya nos habíamos divorciado, y el único motivo por el que continué estudiando fue porque no me gusta dejar nada a medias”.
Volvió a hacer comerciales y en una ocasión ganó el certamen La Modelo del Año, del Instituto Pond’s, gracias al cual consiguió una beca para estudiar en Televisa.
Tiempo después comenzó a trabajar como locutora de radio y su debut como actriz fue en marzo de 1984 en la obra de teatro Boing, Boing, al lado de Jorge Ortiz de Pinedo.
