Un niño sano disfruta jugando. Experimenta placer representando situaciones de la vida real en sus juegos.
A la actividad que los niños realizan cuando juegan la llamamos actividad lúdica y ésta está determinada por los deseos del niño de ser mayor. Si se fijan en su hijo mientras está jugando es normal ver que además de representar algunos paralelismos con la vida real, su papel en la obra siempre es de adulto.
El juego se basa en el principio del placer ya que cuando jugamos buscamos la satisfacción de una necesidad en el mundo real. En el juego como en el sueño todo es posible. Se logra la transformación de lo pasivo en activo, desplazamos al exterior todos nuestros miedos, nuestras angustias internas para llegar a dominarlas con la acción.
El juego según la teoría psicoanalítica sirve para elaborar esos contenidos mentales que nos causan angustia mediante su proyección al exterior, manera de dominarlos y elaborarlos para posteriormente poder convertirlos en pensamientos. Éste es el fundamento principal de la terapia de juego muy utilizada en el tratamiento terapéutico infantil.
El juego es un paso previo para una socialización sana y objetiva en el plano real. Los juguetes son como una imitación de la realidad de los adultos. Pueden romperse pero se arreglan, se reemplazan. La actividad lúdica permite al niño repetir situaciones tantas veces como quiera, situaciones que en la vida real no podrían repetirse.
La evolución del juego según Piaget.
1.- Primeros meses de uno a dos años: Juegos de ejercitación destinados a la obtención del placer.
2.- De dos a seis años: Son los juegos del ?como sí? que agregan el símbolo y la ficción. El niño representa con gestos todo aquello que no está presente. Es la etapa del juego simbólico.
3.- A partir de los seis años: Juegos reglados. Son una imitación del mundo adulto.
Juguetes de acuerdo a la edad del niño:
1.- Juguetes para llenar y vaciar.
2.- Juguetes que pueden rodar, que ellos los puedan tirar, arrastrar o subir.
3.- Juguetes de construcción que le permiten construir y destruir y así sucesivamente. En esta etapa de juego (aproximadamente se da cuando empieza el control de esfínteres) es importante que el niño tenga un sitio dónde guardar sus juguetes. El orden exterior ayuda al orden interno. Les encanta que un adulto les arregle un juguete roto, de este modo el adulto se hace cargo de una actividad reparatoria, le demuestra que su agresividad no es tan fuerte.
4.- Juguetes que sirven para expresar tendencias masculinas y femeninas. Cada cual en su sexo irá reforzando las identificaciones que tengan que ver con su sexo. En esta etapa coexiste el juego en grupo con el juego solitario.
Unas observaciones de acuerdo al juego del niño:
Un niño con gran variedad lúdica será un probable indicativo de buena salud mental. Si un niño repite el mismo juego una y otra vez nos estará mostrando que está buscando ayuda para resolver su conflicto interno.
Hay niños que demuestran tener muy poca tolerancia a la frustración, mostrándose envidiosos hacia los logros de otro y su manera de expresar su envidia es rompiendo, destruyendo lo construido. Este tipo de juego puede darse en niños con algún problema.
Los niños obsesivos apuestan por los juegos más reglados, más intelectuales, monótonos donde no se permitan los sentimientos.
La tolerancia a la frustración supone una correcta adecuación entre el principio del placer y el principio de realidad.
A través del juego del niño hay que ver, como si de una novela se tratase, el principio, el desenlace y el fin.
Es a través del juego como se forma el Ser Humano.
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