Por ser la adolescencia el período de la vida humana comprendido entre la infancia y la madurez, el joven aún presenta aspectos de su niñez y es atraído por la excitante posibilidad de adultez a través de la independencia ?el poder lograr ser?.
Durante esta etapa el adolescente siente una gran necesidad de pertenecer a algo, de identificarse con un grupo de pares, o de adquirir el hábito de enfrentarse emocional e intelectualmente con sus iguales: los de la misma edad o los que se encuentren realizando alguna actividad que ellos quieran o deseen.
Aquí es natural el querer estar reunido y el dejarse afectar por ideas, modelos de conductas, sentimientos o formas de actuar. Comienza un período de rebeldía anárquica, impulsada y apoyada por la fuerza grupal externa que le confronta con la familia. De esta manera se genera un conflicto entre los padres o aquellas personas que ejercen la autoridad e instituyen las normas, y aquel joven que las reta deliberadamente con la intención de hacer manifiesto su deseo de querer pertenecer a otros grupos.
¿De qué depende que en algunos adolescentes se presenten conductas más anárquicas que en otros?
Depende del contexto familiar. Si en una familia existe libertad ?no libertinaje- y comunicación existe la posibilidad de negociación. Los padres están abiertos a recibir explicaciones y no sentir desestabilizada su autoridad. Por el contrario en los hogares muy autoritarios y anárquicos las normas son inflexibles, aún cuando respondan a parámetros caducos. Lo que recomiendo, como psicólogo, es adaptar un modelo orgánico de crecimiento, donde las normas sean flexibles y que por mutuo acuerdo puedan redefinirse.
El sentido de pertenencia en el adolescente es natural y que por el contrario cuando éste no lo muestra, está presente una clara disfuncionalidad en su desarrollo evolutivo. ?La disfuncionalidad se debe, bien sea porque el individuo está replegado hacia sí mismo o porque el exterior le ha negado la pertenencia?.
Cuando aparecen sentimientos de inadecuación y rechazo lo primero que se hace es estudiar las raíces, el núcleo familiar y por lo general confirmamos que el origen de esa anomalía procede de un ambiente hostil y autoritario o bien, abandonado y desafectado. La desatención no sólo puede ser provocada por el aspecto económico, sino también por la indiferencia y la carencia de guías y normas.
Es muy común ver en los altos estratos sociales una modalidad de abandono muy ?sui géneris?, donde cada quien hace lo que quiere y es evidente la inexistencia de límites en espacio y tiempo.
Es importante recordar que durante esta etapa el adolescente necesita de contactos permanentes con el mundo familiar externo, de retroalimentación, de comunicación, afecto y contacto físico, y cuando esto comienza a disminuir, el adolescente se vuelca hacia su interior o los busca en la calle.
Durante este intervalo las diferencias entre los individuos son más importantes que las semejanzas. El joven busca que lo miren y lo diferencien transformando su apariencia física y retando sanamente su entorno.
Cuando un adolescente se resiste a seguir un patrón o a cumplir una norma, se produce un desequilibrio en el esquema familiar. ?Para los padres la palabra control es muy importante ya que les proporciona seguridad y estabilidad. En estos casos, el adolescente en su proceso de individualización comienza a experimentar sentimientos de rechazo, incomprensión y descalificación, provocándole la búsqueda de agentes socializadores externos más compatibles?.
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