Parte II
Actualmente la familia no tiene tiempo para comunicarse ni para establecer acuerdos o negociaciones aceptables para todos.
La carencia en el núcleo familiar del modelaje de una sana y positiva autoestima o como ella lo denomina, el aprecio a sí mismo. En un lugar donde se vivencia un clima de aprecio hacía sí mismo, es difícil que las personas se involucren emocional o físicamente en alguna situación de la que se desconozcan las consecuencias y resultados. Por lo general, se toman el tiempo para pensar y decidir.
Cuando una persona se aprecia, puede ser selectiva y tiene un gran sentido de responsabilidad para con sí misma. Por el contrario, cuando no se cuenta con un sentimiento de estima, es fácil caer en situaciones repetitivas y descontroladas. Entre otros factores que generan una conducta disfuncional, tenemos la falta de reconocimiento, la poca información y la ausencia de límites, los cuales son muy importantes, ya que brindan orientación y seguridad.
El adolescente de hoy siente muchos miedos y parte de su agresividad es para aplacar el desconocimiento de la vida, de cómo actuar y el qué hacer. En el momento en que el adulto reconozca estas conductas y se asuman actitudes más permeables y compasivas, la relación entre ambos será más fluida. Los cambios se logran, no etiquetando, ni emitiendo juicios, sino descubriéndonos y aceptándonos tal como somos.
Una de las principales preocupaciones de los adultos que rodea al adolescente, deviene de observar cómo quien era un niño que parecía haber aprendido los modos sociales de interacción, se transforma violentamente en un joven huraño, solitario, a veces despreciativo y cruel, y otras, profundamente lastimado y resentido.
Esta conducta antisocial, suele alcanzar su punto máximo en el año que precede a la maduración sexual. Tendríamos así, una primera explicación de esta actitud, en los violentos cambios físicos y glandulares, que llevan al muchacho a alejarse del contacto interpersonal, en un intento por comprender y asimilar los cambios que está viviendo, aún en detrimento de su mundo social.
Un estudio denominado Los Adolescentes de Hoy, Padres del Mañana, realizado en nueve países latinoamericanos, concluyó que el promedio de iniciación sexual en los jóvenes es de 16 años y que la mitad de las mujeres menores de 20 años, han tenido ya su primera relación sexual. Estos resultados nos demuestran la necesidad de establecer una orientación más real por parte de instituciones socializadores como lo son la escuela, iglesia, grupos de pertenencia y principalmente, los medios de comunicación. El joven no recibe una adecuada información, pero sí está expuesto constantemente a mensajes erotizantes de los medios que utilizan el ámbito sexual para estimular el consumo.
Hay que brindar la oportunidad al adolescente de formar vínculos sobre bases de Ser Humano y no en un ámbito de poder o de dominación. En la manera en que estamos criando y educando a nuestros hijos, los despojamos de la espontaneidad y naturalidad de sus sentimientos, restringimos sus necesidades y sentido de independencia. Es menester entender que los hombres y mujeres no son sexos opuestos, sino complementarios y que esos sentimientos de poder, dominación y competencia, nos distancian y dificultan un acercamiento amoroso.
Considera que los padres deben respetar el proceso de individualización y crecimiento en el adolescente. Sin embargo, deben ejercer una autoridad firma, asertiva y no agresiva, sustentada en la comunicación y confianza mutua que estimule en los hijos el establecimiento de metas, que les permitan diseñar un proyecto de vida.
Los padres deben actuar de una manera inteligente, admitir que pueden equivocarse, que no poseen las respuestas a sus interrogantes y que pueden buscar juntos las alternativas de solución más adecuadas.
Para lograr armonizar estas difíciles circunstancias deben sentarse a conservar, aprender a modificar pautas, no establecer juicios rígidos, pero sin dejar que se pierda el sentido de autoridad y disciplina que deben ejercer los padres. A medida que en un núcleo familiar se va incentivando el diálogo y la negociación entre todos sus integrantes para determinar las pautas a desarrollar por sus miembros, en esa misma medida, las relaciones tendrán a ser más satisfactorias.
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