En días pasados me encontré con tres hechos que me llamaron la atención, más cuando puede relacionarlos entre sí. Son hechos que vemos a diario y que por la cotidianidad ya se nos hace algo de la vida misma.
El primero es que veo en televisión comentarios sobre los decretos o leyes de la Nueva Cultura Laboral que promueve el gobierno, una situación que me invitó a preguntarme si el trabajar es algo nuevo, ¿una nueva forma de trabajar acaso? ¿Por qué no anunciar el promover la cultura de trabajar? Cuánto de los movimientos que hoy vemos del sindicato del IMSS corresponden a defender los verdaderos derechos del trabajador y no los derechos de mantener el poder del sindicato y por qué no decir el secreto a voces, los grandes ingresos económicos de los dirigentes a costa de sus agremiados y de la empresa. Creo que no es así.
Cómo explicar más ampliamente esto. Con el siguiente hecho que observé.
Visité un centro comercial, como muchos de nosotros lo hacemos y me dio mucha tristeza lo que para los directivos de esta empresa sería un orgullo o tal vez una necesidad, poner en la espalda del uniforme la frase: ?Pregúntame, yo puedo ayudarlo?.
Le hice ver esa situación a mi esposa y ella comentó en son de burla desesperada: Faltó que le agreguen ?cuando es posible que me encuentren?.
Es decir los empleados de esa compañía de servicio, de atención a clientes, de ventas, los mismos empleados no están dispuestos o más bien no tienen ?cultura de trabajo (vieja o nueva)?, no saben, porque no se los enseñaron, nunca aprendieron y no contrataron empleados que lo sepan, que tienen que atender a los clientes, que tienen que trabajar y que para ello, subsanar esa deficiencia, tienen que ponerle, como lo hacen los niños en la escuela a manera de juego, pegándoles una hoja con cinta adhesiva en la espalda ?Soy un tonto?, les ponen una leyenda en la espalda de lo más básico por lo que reciben un sueldo, leyéndose atrás de esas letras ?hágame trabajar?.
Ustedes me dirán, estimados lectores, es que es una tienda de autoservicio. Lo entiendo así, y si es así entonces no tienen que invitar a los clientes a que les tengan que preguntar. Es para mí una contradicción.
Imaginemos que la maestra de nuestros hijos tenga que ponerse una leyenda en la frente que diga ?Soy tu maestra y te tengo que enseñar?.
Cuando salimos del centro comercial, trayendo en mente esa reflexión me topé con algo que más me dio tristeza.
Entendemos que nuestra organización social funciona como una estructura (es un principio básico) y que en algunos casos existen personas que se salen de la regla, es decir de la norma de convivencia, digámoslo de las leyes que nos rigen a todos, y que el gobierno para cuidar de que todos nos ajustemos a esas leyes existe un órgano de vigilancia que conocemos como policía.
Entendemos que cuando un individuo trasgrede la ley, viola el derecho de otro individuo y este último, que es el afectado no debe realizar justicia por su propia mano y debe acudir a la justicia, apoyarse en la policía. Y que para ello la policía debe tener elementos para ser localizado.
Pues la realidad no es así, tal parece que de la policía hay que cuidarnos. Lo peor de todo es que los mismos jefes, el mismo gobierno lo sabe y lo acepta en forma indirecta.
Cuando salí de este centro comercial me encontré con una patrulla de policía que en vez de anunciar dónde se le puede encontrar para que nos protejan, tiene leyendas que dicen: ?Quejas de esta unidad... tal teléfono?.
Que triste es entender que no hay personas que comprendan cuál es su trabajo, que no entiendan que es trabajo y el mismo jefe lo admita que no cuenta con personas que estén orientados a trabajar. Qué triste es saber que contamos con una policía de la que tenemos que cuidarnos.
Cuando entendamos y apliquemos la cultura de trabajo (ni nueva, ni vieja) seremos más Ser Humano.
Mi correo electrónico: rmercado@hotmail.com
