Enfrentando las drogas
Para abordar la problemática de un individuo que presenta una incapacidad derivada del consumo de drogas, resulta indispensable, en primera instancia, desprenderse de prejuicios o puntos de vista condenatorios, según los cuales esta persona sería inferior, carente de voluntad o estaría cometiendo una equivocación moral.
El sujeto más bien debe ser analizado atendiendo a su realidad socioeconómica, su trasfondo familiar y sus antecedentes personales.
Cabe también reflexionar sobre cómo la sociedad contemporánea, con su marcada industrialización y marginación social, promueve cada vez más la existencia de familias desarticuladas en las que los modelos dignos de imitar se encuentran ausentes o difusos, dentro de las cuales, pueden ser transmitidos a los hijos patrones de dependencia hacia las drogas a través del ejemplo paternal o de los hermanos mayores.
A esto habría que agregar el estilo de vida impuesto por la vida moderna, el cual ejerce una fuerte presión social y económica en la población, generando un considerable aumento de personas afectadas de ansiedad, angustia, depresión, soledad, frustración, temor, miedo al fracaso, entre otros. Estados que eventualmente, podrían actuar como desencadenantes en algunos sujetos y conducirlos hacia la dependencia hacia las drogas.
En este sentido, se ha logrado determinar que todo consumidor de droga padece de algún trastorno, se muestra incapaz de controlar sus emociones y arrastra una serie de conflictos que le hacen querer evadir su realidad.
Por otra parte, a pesar de que este problema ha sido considerado como el fenómeno social del Siglo XX, todavía la mayoría de la gente no maneja datos certeros sobre su incidencia real. Por ejemplo, el estereotipo que pretende darse al consumidor como una persona desaseada, descuidada y delincuente no se corresponde con la realidad. Hoy en día, se encuentran afectados niños, jóvenes y adultos de todos los estratos y niveles socioculturales.
De ahí la importancia de brindar sobre esta materia, una adecuada orientación por parte, tanto de profesionales de la salud mental, es decir los psicólogos.
Resulta necesario que se implementen estrategias tendientes a evitar los riesgos que pueden generar la aparición de esta problemática, por lo que se hace necesario trabajar con mensajes coherentes que se establezcan con la participación de la familia, centros educativos, centros de trabajo, medios de comunicación, agrupaciones religiosas, sistemas de justicia y organismos tanto públicos como privados.
La prevención debe ser considerada como un proceso educativo que le proporciona al Ser Humano la posibilidad de una formación integral y la capacidad de resolver sus inquietudes con respuestas creativas, que se ajusten a la realidad en que vive.
En los centros de orientación y rehabilitación para individuos con problemas de farmacodependencia, se deben brindar programas de atención psicológica, ocupacional y recreativa, y funcionar bajo el concepto de una comunidad terapéutica.
En líneas generales la acción se debe enfocar hacia tres áreas: una operativa que persigue que el residente se integre a una serie de actividades dentro de su hogar, para incentivar y promover su sentido de compromiso y responsabilidad. Otra terapéutica en la cual se le asigne a un psicólogo para abordar su área emocional. También se deben llevar a cabo reuniones, en las cuales, mediante técnicas de dinámica de grupo, se establecen debates sobre las diversas circunstancias de su entorno.
Como puede observarse, las posibilidades de recuperación para un individuo que enfrenta un problema de consumo de drogas, encuentra en los profesionales de la salud mental, los psicólogos, una opción cierta y confiable, sólo resta que el individuo establezca su compromiso de rehabilitarse.
Entender de frente y completo un problema que vivimos o al que estamos expuestos nos permite vivir como Ser Humano.
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