LONDRES, INGLATERRA.- A lo mejor las largas noches en los pre-estrenos cinematográficos comenzaron a hacer efecto. A lo mejor la atención que puso en su juego y la llevó a ser la número uno del mundo se disipó.
Cualquiera que sea la razón, la estadounidense Serena Williams, que en algún momento marcó el ritmo del tenis a nivel mundial, perdió su aura.
La de ella fue un aura que la llevó a la victoria ante rivales menos experimentadas y le permitió mantener alta su confianza en momentos en que tuvo que soportar problemas fuera de las canchas.
?Para Serena, el año no fue magnífico?, dijo la estadounidense con una sonrisa triste después de perder la final del Campeonato de la WTA, que cerró la temporada, ante la rusa Maria Sharapova. ?Para mí fue un año realmente duro?.
El año empezó mal para la más joven de las hermanas Williams cuando tuvo que renunciar a su corona en el Abierto de Australia mientras se recuperaba de una cirugía de rodilla.
Su hermana Venus quedó para mantener en alto el estandarte de la familia en Melbourne, mientras Serena peleaba para recuperar su estado físico.
Fue una tarea dura, ella pero volvió al circuito con un gran impacto al ganar en abril el torneo de Miami, que repartió tres millones de dólares en premios.
No le alcanza
Ese triunfo se debió a su reputación y a su talento, con su arrogancia que hizo más que compensar su servicio herrumbrado.
Pero en los torneos de Grand Slam, contra las mejores del mundo, sus bravuconadas no iban a ser suficientes.
Serena perdió un partido para el infarto ante su compatriota Jennifer Capriati por los cuartos de final del Abierto de Francia, antes de perder su corona en Wimbledon ante la juvenil Sharapova.
Su método para superar la desilusión fue único, como de costumbre. ?No sé quién era?, declaró recientemente, mitad seria y mitad sonriendo. ?Este año no estuve en Wimbledon?.
No hubo dudas de que estuvo en el Abierto de Estados Unidos, donde volvió a caer ante Capriati en cuartos de final.
Para una mujer acostumbrada a las alturas del número uno del mundo, terminar la temporada en el séptimo puesto y sin haber ganado ningún torneo de Grand Slam no es algo para festejar.
Afortunadamente ella tiene otros intereses que ponen una sonrisa en su rostro.
?Soy una diseñadora increíble. No me doy cuenta de cómo sé y hago las cosas?, declaró la semana pasada, reflejando su incursión en el mundo de las modas.
Conjuntos bizarros
?Comienzo a hacer bosquejos y sé qué colores debo usar (...) Me doy cuenta que el verde y el púrpura estarán de moda. Nací para ser diseñadora. Trabajé duro para ser tenista, pero no me cuesta el mismo esfuerzo ser diseñadora?.
A lo largo de los años, Williams utilizó una gran cantidad de modelos de vestimenta bizarros en las canchas de tenis, pasando de uno basado en el uniforme de la selección de fútbol de Camerún, a otro en un materia similar al cuero de color negro que ella misma creó y con el que sorprendió a las multitudes en Nueva York.
Ahora, Serena está diseñando los modelos que usará el año que viene. A lo mejor ese esfuerzo la está dejando sin la creatividad que necesita dentro de las canchas.
?Amo el tenis más que el diseño porque en la actualidad es más fácil y no me genera tantos nervios. Me pongo muy nerviosa cuando estoy diseñando?, explicó la estadounidense.
De cualquier manera, mientras declara su amor por la disciplina que hizo que ella y su hermana Venus se conviertan en multimillonarias, la evidencia parece apuntar en otra dirección.
El tenis no logra iluminar la cara de la estadounidense como lo hacen sus actividades fuera de las canchas, como actuar y ser diseñadora.
?Tuve muchas ofertas diferentes e interesantes de programas de televisión?, declaró refiriéndose a su naciente carrera como actriz. ?Si no jugara al tenis tendría algo para hacer todos los días, pero lamentablemente no tengo tiempo para eso ahora?.
Salvo que agregue una nueva conquista a su cosecha de seis títulos de grand slam con rapidez, Williams podría decidirse a darle mucho más tiempo a sus sueños de celuloide.
